“Relato implacable”. Por Eduardo Sanguinetti, Filósofo

La imitación de Macri” en camiseta y sin pantalones” en programa del “Rey de la Culocracia”, Marcelo Tinelli, (referente cultural de la Ciudad de Buenos Aires del PRO), parece haber molestado al presidente, quien pareciera no tener sentido del humor… el sketch representando a Mauricio y su desafortunada frase, acerca del ahorro de energía, propuesta al pueblo argentino, ante el “tarifazo”: “si están en sus casas en remera y patas, es porque están consumiendo energía de más”… todo este teatro “bufo”, forma parte de un culebrón demasiado ligero y ridículo, ante los tiempos de hambre e indigencia que soporta el argentino.

Días después, el inefable Fernando De La Rúa, le asigna al conductor Tinelli responsabilidad en la caída de su espantoso gobierno… ante este episodio, sin impronta ni trascendencia, pero potencializado por los medios hegemónicos del poder, para distraer, anestesiar y embrutecer al desprevenido consumidor de toda esta basura… medito y afirmo “mejor no hablar de ciertas cosas” (como decía mi amigo Luca Prodan) o hablar de todas, pero el espacio de un editorial es acotado… en fin, estos personeros de los vacuo y banal, hicieron su negocio.

Me remitiré simplemente a hablar de mi sistema de creencias y descreencias, en un tiempo, donde cualquiera ocupa un rol de preponderancia en portadas de pasquines, suturados por tatuajes, de los más disímiles representantes de la bizarra fauna local de “TuttiFrutti”, que el pueblo consume ávida y rutinariamente… Ah! no olvidemos el decir de Infobae: “tampoco sabemos si Macri como Néstor Kirchner es vengativo y rencoroso”, deviene de lo afirmado, en pensar, que el “corazón” del rencoroso y vengativo, sobre todo en función de poder, es perverso e insondable.

La vida política, es una ficción, además de ser inevitable que lo sea. Sobre Argentina sobrevuela una tragedia, pero no llega a concretarse de manera absoluta y total… la vida política, parece pensada por Mirtha Legrand.

Repensar Argentina, significa entablar un diálogo con la “falsa modestia”: los diversos sectores que conforman por decreto y bajo presión, la agenda de la denominada ¿cultura? excluyente, parecen definitivamente arreglados, sumergidos en una fase de indefinido y satisfecho estancamiento.

He renunciado a demasiado, para tener que soportar este FastFood téorico y teorético, rápidamente consumido por incautos espectadores, actores del insano espectáculo de Gran Hermano, en acto, de simulación y simulacro, instalados en sitial, que en tiempos de la modernidad, eliminada, lo ocupaban talentos, que resistían el prurito de las opiniones de los alcahuetes y escribas rentados, de gobiernos casuales, conformados por ignorantes, traidores y mentirosos.

Creo, como afirman acerca de mi obra y vida, Jean Baudrillard, Adolfo Bioy Casares y otras voluntades lúcidas de la historia de la Cultura, he logrado un modo de ser y estar en el mundo de la Cultura, en mis performances y música, asimilados al minimalismo (término que introduje en Latinoamérica, definiéndolo como “lo máximo en lo mínimo”) como una forma expresiva total, obteniendo la coexistencia de las posibilidades, que llevan adelante ideas e ideales del pasado reciente y se perpetúan a lo largo de un camino de doble dirección, que liga la emergencia del “minimal art” a la recuperación de Duchamp.

La irritada malevolencia de los mercaderes de la degradada cultura del presente, ajenos a todo lo que desde el origen ha construido la historia de la misma y el riesgo que implica hacerlo. Mercaderes que bajo la máscara de fundaciones, ONG y demás artilugios, saben hacer buenos dividendos en la Feria de Vanidades.

Lanzo mi denuncia contra este sistema prostibulario, en su cenit, como hombre dotado de mis elementos constitutivos, dueño de mí mismo aún, elevado más allá de la cotidianidad y del pasajero sentimiento de cosa archivada, sirviéndome de la justiciera arma de la idea y del ideal, contra la bestialidad de un sistema manipulador y con graves patologías.

Sistema prostibulario, que está llevando a cabo un holocausto en las sombras, sobre una humanidad mansa y temerosa, que obedece ciegamente los mandatos de quienes dictan y rigen sobre sus existencias anestesiadas y en ausencia de sentido vital. Exmodelos, actrices, extras de reallities, en sitiales de poder, las que ofrecieron toda su carne, lo han logrado, crean corrientes de opinión, que el pueblo asimila rápidamente.

En este contexto, se impone exigir la reivindicación pública ante la discriminación sistemática, el atropello, las amenazas constantes de las que soy objeto, algunas cristalizadas en atentados brutales a mi persona y la censura “absoluta” de mi obra escrita y artística a la que me veo expuesto en Argentina, por el accionar de personeros de los poderes, con sus repugnancias reprimidas, que hacen que soporte un poético y patético exilio interior.

Insisto, discriminación y censura sistemática a las que estoy expuesto en el “Gulag” pampeano, por “celebrities todo terreno”, empresarios corporacionistas, politicastros y mandarines y mandaderos que conforman el pequeño tejido social de una cultura degradada y necrótica, de mercenarios rentados con nombre y apellido.

“Eduardo Sanguinetti es legítimamente el heredero vivo de este sujeto de estilo: el dandy…, hombre veraz, incómodo, no negociable y sobre todo comprometido hasta el límite en su pensar y hacer con el acontecer de este tiempo” (Adolfo Bioy Casares, Prólogo de mi ensayo: “Cu Cu – Do Do (Final en forma ordenada”, Colección Ensayo, Editorial La Cifra, Buenos Aires, Argentina, 2000).