“Sombras de Macri”. Por Eduardo Sanguinetti Filósofo

Por, Eduardo Sanguinetti, Filósofo

“Amor por la Patria y la Libertad”, “Amor a la verdad y odio a la mentira”
General Don José de San Martín (Máximas a su hija Merceditas)

Macri, presidente de la República Argentina, en función, ocupa un sitial de honor, para el cual, según el parecer de innumerables especialistas en política del planeta, no está capacitado ni en bagaje de idoneidad-conocimiento-responsabilidad, ni en la sensibilidad que lo haría sentir y pensar al pueblo, a quien se debe por entero, en acto de administrar una nación, Argentina.

Sin el pueblo, que le ha concedido el voto, no sería nada más que un “vago” recuerdo… La voz de un pueblo, como el argentino, debería ser escuchada, por Macri y sus “amigos”, no como algo lejano e intangible, sino como la voz que clama.

Hoy el pueblo no es oído ni tenido en cuenta, como queda demostrado en el día a día, por el penoso transitar de millones de ciudadanos, hambreados y reprimidos, en su voluntad de hacer valer sus derechos constitucionales, hoy en jaque… solo el imaginario popular, un relato casi imaginario, para este presidente, tan limitado en su hacer y tan funcional a los intereses, de vaya a saber quién… conforma el guión de un filme que se está escribiendo, del cual somos actores y espectadores.

“Argentina hoy llora”, por una historia perdida, en su carácter de ciencia objetiva, comprobable, para adquirir el carácter de discurso: un nuevo tipo de relato cercano a la escritura de ficciones, aplicable a las oportunistas informaciones del aparato de medios, que opera dibujando una realidad inversa, en la voz de rentados informantes de realidades obtusas, fabulando lo que jamás ha tenido sitio ni espacio y blindando, silenciando, los desaciertos cotidianos de Mauricio Macri y su corte de los “milagros”.

Frente a la imposición del olvido y a la reconciliación amnésica del relato del poder, muchos de los mejores escritos de los últimos años, en Argentina, ejercieron una obstinada interrogación sobre la historia nacional y una polémica, en ciernes, cuando se silenciaba la voz de quienes clamaban con el relato histórico, no ficcionalizado: los memoriosos.

Juicios y parcialidades, víctima a cada instante de sus repugnancias y fantasmas, a los que convoca, este presidente, arriesga a torcer la proa de una historia, la argentina, ya de por sí degradada, en su ficcionalización, en “la sombra de una grotesca representación”, con la aprobación de funcionarios de toda especie, traidores y cobardes, que han pactado y pautado, a espaldas de un pueblo, el devenir de un tiempo de “entrega y sumisión”.

Tendrá alguna idea este presidente, que el núcleo sustancial y esencial del “drama argentino”, es construir desde la educación una cultura de excelencia, desde la universidad, los colegios públicos y centros culturales, reflejados en un profesorado que garantice idoneidad, capacidad y rigurosidad, ante la emergencia del instante, a un estudiantado dinámico y con ánimos de sentar las bases de una política de autodeterminación y emancipación cultural.

¿Con qué finalidad e impericia evidente, intentan gobernar, estos funcionarios-funcionales, enviados del olimpo financiero? Deviene lo anterior en una cobarde y oportunista intolerancia frente a cualquier manifestación original, en todas las expresiones que conforman la cultura o del disentimiento crítico sustentable, con apoyo teórico idóneo que representa el “peligro” de una discusión seria al volver a poner en juego algunos valores, revolucionando, en giro de 180º, al estado de las cosas.

Todo lo acontecido, en antípodas a los procesos revolucionarios independentistas, de mitos escindidos, como lo fueron los del General José de San Martín y demás heroicos batalladores de esta Latinoamérica, tan impertinente con sus prohombres. Aquellos que pretendían una unidad continental, entregándose a la tarea monumental de lograr una Patria Grande, tan lejana hoy de las realidades obtusas, impuestas, vaya a saber por quién o quienes, pues era prioridad en la fundación del Unasur, eliminar las fronteras y dar espacio al Banco de dicho organismo, instancia que no lo han logrado los representantes de las naciones integrantes.

No nos engañemos, pues el sarcasmo absurdo y el anacronismo configuraron la alegoría de la historia de las naciones latinoamericanas y su destino de justificaciones, que hicieron que jamás hayamos salido del estado de balcanización irreductible en naciones que se pretenden libres y autodeterminantes.

Se trata de preparar nuestras mentes para el combate vital por la lucidez, y eso significa que hay que estar siempre buscando cómo conocer el propio acto de conocer, haciendo de lado privilegios que reciben legisladores bien rentados, que ya no se representan ni a sí mismos, en nombre de la democracia y el orden vetusto, que ya no tiene espacio para quienes somos herederos legítimos de una tradición, donde el conocimiento implica responsabilidad y el pensamiento tenga un sitio de honor en la vida de nuestra comunidad.