Dos hermanos en la fragata “Libertad”. Regresaron de su Viaje de Instrucción.

(25-11-2016) Se trata de los Guardiamarinas Miguel y Victoria Ferrero Morini de General San Martín quienes heredaron de su padre, Oficial Retirado de la Armada Argentina, el amor por el mar y la Institución. Aunque Miguel es un año mayor que Victoria, ambos ingresaron juntos a la Escuela Naval Militar y compartieron el viaje a bordo del buque escuela argentino para egresar como Oficiales de Marina.

BUENOS AIRES – Los relatos y anécdotas de su papá, fomentaron en Miguel y Victoria el deseo de ser parte de la Armada Argentina; además desde chicos asistieron a establecimientos de formación militar. Miguel tiene 25 años y Victoria 24; hicieron el jardín de infantes y la escuela primaria en el Liceo Militar General San Martín y la secundaria en el Liceo Naval “Almirante Brown”.

Sus padres no se sorprendieron cuando decidieron ingresar a la Marina, lo tomaron como algo muy natural al conocer el mundo naval. Miguel y Victoria nacieron en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aunque sienten como su hogar la localidad de General San Martín donde viven hace más de 15 años y se encuentran actualmente sus padres y hermano menor llamado Mateo.

Aquellos años de liceo, sembraron en Victoria las ganas de continuar con la carrera naval y en el caso de Miguel, como finalizó el secundario con muy buenas calificaciones, tuvo la oportunidad de viajar en la fragata participando del Velas Sudamérica 2010; experiencia que lo estimuló a seguir con la carrera.

Seis años más tarde, Miguel pudo transitar por segunda vez la cubierta del velero argentino, en esta oportunidad como Guardiamarina y la doble alegría de hacerlo junto a su hermana menor: “Compartimos este viaje y la misma promoción en la Escuela Naval Militar. Yo trato de verla como una compañera más, pero más de una vez aflora el sentimiento de hermandad”, sostuvo.

“Mi mamá me contó que siempre fui muy protector con Vicky y con el tiempo aprendí a compartirla”, contó riéndose. “A los dos nos gusta mucho la lectura y formamos parte del equipo de Vela en la Escuela Naval”, compartió Miguel, aunque cada uno tiene sus amigos y preferencias particulares.

Victoria relató: “Mamá me contó que Miguel primero estuvo celoso (ya que tenía sólo 1 año cuando ella nació) pero luego quería ser el único en cuidarme y pasearme. Lo cierto, es que es muy bueno tener a mi hermano al lado y compartir esta experiencia juntos fue un gran apoyo”.

“Siempre fuimos muy unidos, tanto que a veces creen que somos mellizos, y a mi familia también le agrada que los dos estemos cerca, ellos se quedan más tranquilos”, dijo Victoria.

Experiencias a bordo del buque escuela

La fragata zarpó el 23 de abril y regresó a Buenos Aires, el 5 de noviembre pasado. Fue el Viaje de Instrucción Naval número 45 donde los cadetes del último año de la Escuela Naval Militar finalizan sus estudios a bordo para egresar como Oficiales de la Armada.

Miguel y Victoria realizaron el viaje con sus compañeros de Promoción, 144° del Cuerpo Comando Escalafón Naval, con los de la Promoción 145° del mismo Escalafón; las 79° y 80° del Cuerpo Comando Escalafón Infantería de Marina; y la 100° y 101° del Cuerpo Profesional Escalafón Intendencia.

“El viaje fue fructífero porque la instrucción a bordo es una excelente práctica profesional. En particular, la fragata es el buque que más me gusta porque navega mucho y navegar es mi pasión”, destacó Miguel.

“En altamar, se fusiona todo el conocimiento teórico adquirido en la escuela con la realidad; se aprende mucho no sólo desde el aspecto técnico sino también cultural”, contó Miguel, quien considera a la fragata un símbolo emblemático nacional y fue un honor para él, estar embarcado.

Durante los seis meses y medio que duró el viaje, la fragata arribó a más de 10 países y puertos extranjeros de América y Europa. Estuvo en Recife y Río de Janeiro (Brasil), Montevideo (Uruguay) Baltimore, Norfolk y Nueva York (Estados Unidos); Ámsterdam (Holanda), Brest y Toulon (Francia), Liverpool (Reino Unido), Dublín (Irlanda), Ferrol y Cádiz (España), Civitavecchia (Italia) y El Pireo (Grecia).

Para Victoria, haber estado en la fragata fue un gran orgullo. “Y estoy feliz por todas las experiencias y me llevo de por vida; no tengo palabras suficientes para describir todo lo que viví”, destacó. “Desde lo operativo, las clases, los cargos y toda la experiencia que nos brindaron oficiales y suboficiales hasta lo cultural, que considero abre nuestros horizontes y perspectivas de vida”, aseguró Victoria.

“Fue una experiencia única, que se vive una sola vez en la vida y no puedo creer lo rápido que pasó; ahora viene lo mejor, ya egresada, continuar con la carrera naval”. Victoria contó que le gusta la oceanografía, “me encantaría llevar el rumbo de mi carrera por ese lado, hacer los cursos correspondientes y todo lo relativo a la Antártida también.”.

Por estos días un sentimiento contradictorio la invade, está contenta porque llegó a casa luego de seis meses de navegación pero apenada por dejar atrás su estadía en la fragata ARA “Libertad”, la misma impresión tuvo antes de partir, feliz por embarcar y triste porque debía distanciarse del hogar. Es la vida misma del marino que implica muchas veces estar lejos de casa.

“Nos extrañaron mucho durante el viaje, nosotros también y en particular extrañé a mi hermano Mateo que seguramente necesitó de nuestros consejos este tiempo”, contó Victoria. “Cuando estamos cerca, no valoramos las cosas de la misma manera”, enfatizó.

Para ella, “la Armada es una forma de vida y defender la Patria, es dedicar lo que uno hace cada día con el objetivo de defender y representar al país desde nuestro lugar”. Miguel profundizó: “Servir a la Patria significa amarla, contribuir en el día a día para que crezca y sea mejor y de ser necesario, dar la vida por ella. La Armada es mi segundo hogar.”.

Y lejos de casa, Victoria y Miguel recordaron su ciudad y sus afectos. En los momentos de esparcimiento durante la navegación, Victoria contó que cuando encontraba un grupo de personas tocando la guitarra en la cubierta de la fragata, la imagen la transportaba a la plaza de su barrio con su grupo de amigos cantando las canciones de su parroquia, guitarra en mano.

“La mayoría de mis amigos son de la parroquia de mi barrio. Cuando vuelvo a casa siempre me junto con ellos, somos muy tranquilos vemos películas o vamos a la plaza con la guitarra. Lo que más extraño de mi barrio es su tranquilidad”, añoró Victoria.

“San Martín es el lugar que más siento como mi lugar y es de donde tengo los mayores recuerdos”, afirmó Miguel. Y un buen recuerdo de su infancia ha sido compartir las vacaciones en familia, y los momentos de juego con sus hermanos. También contó que lejos de San Martín, mantiene un contacto fluido con sus compañeros del liceo y aprovecha a juntarse con ellos y con los chicos del barrio en vacaciones.