Desde marzo habrá grúas para levantar motos mal estacionadas en el microcentro porteño

Como parte de un plan para facilitar y darle seguridad al tránsito peatonal en el microcentro porteño, en marzo comenzará a funcionar un sistema de grúas para levantar motocicletas mal estacionadas en esa área.

En los últimos cinco meses se intensificaron los controles y se labró un promedio de 250 multas al día gracias al trabajo de 30 agentes de tránsito a pie y 23 oficiales motorizados con cámaras en sus cascos que, durante 2017, pasarán a ser 37.

«Con el Operativo Controles en Microcentro se levantaron 26.645 infracciones a motos desde septiembre cuando, durante 2015, habían sido 13.142 en toda la Ciudad. En este momento las grúas están siendo acondicionadas, pero en marzo empezarán a circular para retirar los vehículos en infracción», expresaron a Télam fuentes de la Secretaría de Transporte de la Ciudad.

De la mano del aumento de multas, distintos estacionamientos de la zona admiten haber recibido más consultas de motociclistas para dejar su vehículo durante todo el mes. «Desde diciembre que tenemos cada vez más pedidos. Muchos llegan diciendo que les pusieron multas de casi $2.000», aseguró Juan Pablo, dueño de un estacionamiento privado en la calle Sarmiento, entre Maipú y Esmeralda.

Cabe destacar que los vehículos detenidos o estacionados en lugares prohibidos reciben multas de $ 965, y de $ 1.930 en los casos de estacionamiento en áreas peatonales.

Según estadísticas oficiales, un promedio de 4.000 motos ingresan a diario a la zona comprendida por las avenidas Corrientes, Leandro N. Alem y las calles Rivadavia y Carlos Pellegrini y, de ellas, el 75% estaciona sobre las veredas.

«Es una de las comodidades de la moto, poder estacionarlas donde uno quiere», relató Darío, trabajador bancario de la zona que comenzó a usarla cuando advirtió que reducía de 2 horas a menos de 40 minutos el tiempo de viaje entre su casa y el trabajo.

Para aliviar la congestión de tránsito en el microcentro, en 2012 comenzó a regir una restricción al ingreso de vehículos particulares que no posean o alquilen cocheras, o que porten un permiso de ingreso especial para los horarios de 11 a 16 durante los días hábiles, una prohibición que no corre para las motos.

«Es una zona de la Ciudad donde prácticamente es imposible que, por lo menos una vez en el día, un trabajador del rubro no pase a dejar o retirar un encargo», expresó Maximiliano Arranz, secretario adjunto de la Asociación Sindical de Motociclistas mensajeros y servicios (ASiMM).

«Estamos dispuestos a formar parte del ordenamiento del tránsito, mientras no represente una anulación de la actividad. No alcanzan los lugares habilitados para dejar la moto y nos es inviable dejar la moto en la 9 de Julio para después ir a buscar un encargo a cinco cuadras», expresó Arranz, quien explicó que pretenden acordar con el Gobierno porteño duplicar o triplicar los puntos de estacionamiento, que hoy son 17 sitios permitidos sobre la calzada y otros 15 sobre la acera.

A raíz de obras de nivelación de veredas, plantación de árboles, desviación de colectivos e instalación de ciclovías, entre muchas otras, el microcentro comenzó a cambiar por completo su fisonomía desde 2012, pero son trabajos que parecieran no alcanzar para garantizar la seguridad de los peatones.

«Acá las calles son mano y contramano para las motos», expresó Nicolás, guardia de seguridad de uno de los bancos de la zona desde hace casi 10 años. «Te tocan bocina a 50 metros para avisarte que pasan, pero no bajan la velocidad. Los autos ahora andan un poco más despacio, pero lo de las motos está igual que antes de las obras», aseguró.

«La gente se tiene que bajar a la calle por la cantidad de motos estacionadas en la vereda. Están desde la mañana hasta las 19. Es un peligro», analizó Nicolás, quien distinguió dos tipo de motociclistas: los oficinistas y los mensajeros. Los primeros son quienes dejan la moto mal estacionada y los segundos son quienes cometen los excesos de velocidad.

Consultado por las transgresiones a los límites de velocidad, Arranz admitió que es un tema que preocupa en su sindicato: «Lo hemos discutido con los compañeros. Están muy mal los casos, pero la realidad es que es difícil cumplir con el límite de 10 kilómetros por hora porque pierden el equilibrio a esa velocidad. Pienso que 15 o 20 kilómetros por hora debería ser la contemplación para los motovehículos».