Qué hacer si los hijos de tu pareja son maleducados.
Que no respeta las normas de la buena educación o del correcto comportamiento social. Se podrá comprender que puede haber personas muy bien educadas académicamente, pero maleducadas, o malcriadas, en otros importantísimas facetas de la personalidad. Así, nuestros problemas sociales encuentran su raíz más profunda en la falta de educación.
Aquí presentamos la siguiente nota.
Qué hacer si los hijos de tu pareja son maleducados.
Puede que tengas hijos de tu relación anterior y estés saliendo con alguien nuevo. Puede que no tengas hijos y estés en un vínculo sentimental con quien sí los tiene. Puede que ambos tengan niños y estén intentando ensamblar una familia…
¿Qué hacer cuando los hijos de tu compañero son maleducados? Algunos de los siguientes puntos aplican también a tus propios hijos cuando de convivir se trata.
· Intenta hacer un análisis “objetivo”: ¿es la situación tan grave como la percibes? Tal vez eres muy exigente y lo que te parece mala educación es solo rebeldía adolescente, por ejemplo. Trata de analizar con claridad y sin juicio previo el escenario que tienes frente a ti. Ese niño (o esos niños) vienen de una construcción familiar previa. Pretender que encajen con tu estructura mágicamente no deja de ser una utopía. Al fin y al cabo, nadie les avisó que su madre o padre podrían llegar a formar una nueva pareja. Relájate, date y dales tiempo. Demuestra confianza en que todos aprenderán a compartir. Lo peor que puedes hacer es tratar de forzar cambios e imponerte; toda adaptación requiere paciencia y tolerancia.
· No eres su madre (o su padre): es fundamental que tengas en claro que eres la pareja del progenitor. Por ende, no eres una amiga/o de esos chicos ni su madre o padre. Tu función no es educarlos – a menos que se trate de una circunstancia familiar muy especial – ni congraciarte con ellos a fuerza de igualarte. Tener en claro tu rol te permitirá conectar de manera correcta. Conversa con ellos para que tengan en claro que no vienes a reemplazar a nadie pero hay límites a respetar.
· Respeto, la clave: no es lo mismo si los hijos de él o de ella conviven con los tuyos que si no lo hacen y vienen cada tanto de visita. Cambian las circunstancias si solo uno de los dos tiene descendencia. Sea cual fuere la situación hay algo innegociable: el respeto. Trabaja en pareja acuerdos sólidos que hagan a la interacción. Lo ideal es que en la casa haya un espacio propio para el joven. Las actitudes groseras son muchas veces manifestaciones de incomodidad de alguien que no encuentra su lugar físico y emocional y no sabe cómo expresarlo. Puede que no seas tú el único que está molesto.
· Comprensión, ante todo: puede que el o los hijos de tu pareja actúen con grosería o rebeldía, producto de los cambios familiares. En los movimientos como separaciones, mudanzas, etc. puede aparecer la pena, el temor a no ser querido, el desarraigo y tantas sensaciones como individuos e historias existen.
Cada niño y adolescente es un mundo y, así como algunos se adaptan pronto a la separación de sus padres, otros requieren mayor contención familiar e inclusive ayuda profesional. Deja de lado juicios y prejuicios. Analiza si estás teniendo poca empatía y paciencia o si realmente has puesto de tu lado todo lo que podías y la situación es inmanejable.
· Establezcan acuerdos: en toda cuestión vincular, el diálogo es fundamental. Conversa con tu pareja. Dile lo mal que te sientes cuando existe falta de respeto, pídele que hable con su hijo/a. Pregúntense: ¿cómo van a manejar la relación con los niños?, ¿quién paga qué?, ¿cuáles son las nuevas reglas, sea viviendo como familia ensamblada o con los niños de visita? Tener la madurez de poner sobre la mesa todas estas cuestiones hará que ustedes puedan crecer de a dos y los más pequeños se manejen con comodidad en un ámbito nuevo.