Mirtha Legrand: «Es probable que a Macri lo asesore un monje negro»

En Latinoamérica el Monje Negro es una institución política. Puede ser un ministro o ajeno al Estado, y sirve discretamente como operador del Presidente de la República. Aunque no ostente cargo alguno, es un leal a su jefe de filas, su autoridad es indiscutible y temida y cuida las relaciones, la imagen y los contactos reservados de su señor sin desatender cualquier asunto tenebroso. En el asunto del la reforma jubilatoria está claro que sacarle dinero a los «viejitos» es de mala persona, teniendo en cuenta que le pueden retener al campo una alicuota del 0.5 en impuestos a los ingresos bruttos y se solucionaría el problema de raíz, pero Macri no entiende nada, y cuando solo pones a un monje negro a gobernar o un par de gerentes a hacer política el efecto de La Rua llega de inmediato a Plaza de Mayo y si a esa «Plaza» le agregas una borracha empedernida y ex montonera, como Patricia Bulrich, el helicóptero lo tenes garantizado. Es evidente que Macri va a tener que tomar las riendas de su Gobierno, por que es evidente que gerenció toda la Reforma y sus gerentes la han chingado. ¿Por que la han chingado?, fácil por que te lo dice Mirtha Legrand. Y algo que paso desapercibido el G20 de Puerto Madero, fué un desastre, fué todo al pedo, ni un comunicado pudieron sacar, ni una foto.

La centenaria conductora televisiva Mirtha Legrand criticó duramente las reformas legislativas que impulsa el gobierno para los jubilados, al considerar que «sus necesidades son urgentes, no pueden esperar un bono», al tiempo que estimó que «es muy probable que al presidente Mauricio Macri lo asesore un monje negro».

«Vimos postales de un país que no queremos que se repitan», señaló la conductora sobre el enfrentamiento entre civiles y gendarmes frente al Congreso.

En charla con la prensa, la «Chiqui» Legrand expuso su visión de todos los temas que permanecen siempre cercanos a su pasión y que, muchas veces, la clase política elude tocar, desarrollar, exponer, por temor, desapego o desconocimiento.

«Hemos vivido en las últimas horas las postales de un país que no queremos que se vuelvan a reiterar. La reforma previsional y el cuadro de situación de los jubilados son temas que nos preocupan y por el que debe de haber una consideración muy especial. Las medidas que se toman, reitero, deben ser motivo de riguroso an lisis. No piensan (los funcionarios) como determinadas medidas repercuten en la estructura general de la población y esto, por consiguiente, deja un balance totalmente desfavorable para todos», destacó.

En ese sentido, sobre los jubilados, tuvo el siguiente correlato en la charla: «Se piensa que con el bono (en marzo) y con cierto beneficio que se establecería a partir de junio, la situación cambiar para ellos de la noche a la mañana».

Y se preguntó: «¿Cómo puede un jubilado esperar una mejora en plazos que para ellos las exigencias de los tiempos y del reloj siempre son urgentes? El jubilado no puede demorar su atención, la compra de remedios carísimos, su necesidad de subsistencia y alimentación. Las necesidades para ellos son vitales y urgentes. No dependen de los plazos y de las expresiones de buena voluntad. Dependen de su ciclo biológico y no es precisamente el de una persona joven o de mediana edad».

También admitió: «Es muy probable que a Macri lo asesore un monje negro. Debería contar con gente que le haga ver la realidad tal como es. Y si no reparemos en lo que sucedió con los aumentazos que se dieron y con los que van a venir. Tarifazos que la población no puede solventar desde sus propios ingresos».


QUE ES UN MONJE NEGRO Y CUAL ES SU HISTORIA

Girolamo Savonarola, llamado el monje negro, nació en Ferrara, Italia, el 21 de septiembre de 1452 y falleció en Florencia el 23 de mayo de 1498.

Fue un religioso dominico, confesor del gobernador de Florencia, Lorenzo de Médici, organizador de las célebres hogueras de vanidad (o «quema de vanidades») donde los florentinos estaban invitados a arrojar sus objetos de lujo y sus cosméticos, además de libros que él consideraba licenciosos, como los de Giovanni Boccaccio. Predicó contra el lujo, el lucro, la depravación de los poderosos y la Iglesia, contra la búsqueda de la gloria y contra la homosexualidad, entonces llamada sodomía, que él sospechaba que estaba en toda la sociedad de Florencia, donde él vivió.

Fue el tercero de los siete hijos del comerciante Nicoló di Michele dalla Savonarola y de Elena Bonacolsi, descendiente de la noble familia de los Bonacolsi, que fueron señores feudales de Mantua. Según costumbre de las familias acomodadas, éstos entregaron a varios de sus hijos a la iglesia para que se educaran y fueran sacerdotes.

El abuelo, Michele (1385 – 1468), era doctor y autor famoso en Medicina, médico del marqués Niccolò III de Este y de los gobernantes ferrarenses. Era un hombre profundamente religioso, estudioso de la Biblia, de costumbres sencillas y terminantes. En su vejez escribió folletos, como De laudibus Iohanni Baptistae, los cuales, junto con su educación y su estilo de vida, fueron muy importantes en la formación de Girolamo. Se encargó de su primera educación enseñándole gramática, música y, más tarde, dibujo.

De los hermanos mayores, Ognibene y Bartolomeo, no se tienen noticias, mientras que de los otros hermanos, Maurelio, Alberto, Beatrice y Chiara, se sabe solamente que Alberto era médico y Maurelio era fraile dominico, igual que Girolamo.

Girolamo Savonarola fue prior de un convento en Florencia donde había llegado gracias a su fama como predicador y a la influencia de personajes como Pico della Mirandola y Lorenzo de Médicis. Desde allí se empeñó en la reforma de la vida monástica, criticando la corrupción moral del clero renacentista.

Sus exaltados sermones atacaban con igual contundencia a la jerarquía eclesiástica, al papa, a la aristocracia y a las autoridades políticas, despertando la indignación revolucionaria de las masas. Cuando la invasión francesa de Toscana puso en peligro el poder de los Médicis, Savonarola contribuyó a expulsarlos de la ciudad mediante una revolución popular e intentó que los franceses continuaran su avance contra Roma (1494).

En Florencia se instauró un régimen republicano mixto, con elementos democráticos y teocráticos (Jesucristo fue proclamado rey); el propio Savonarola controlaba el poder y lo empleaba para imponer rigor moral extremo. El papa Alejandro VI, blanco de los ataques de Savonarola, le excomulgó en 1497.

En febrero de 1498, Savonarola volvió a subir al púlpito de Santa María del Fiore (Catedral de Florencia) para demostrar antes que nada la invalidez de aquella excomunión, y arremetió con mayor violencia contra la corte de Roma y el Papa. En 1498 el papa ordenó su arresto y ejecución.

Durante cuarenta y dos días se le somete a tortura, así como a sus partidarios. Al cabo Savonarola firma su arrepentimiento con el brazo derecho, brazo que los torturadores habían dejado intacto para que pudiese hacerlo.

El día fijado para su ejecución fue llevado hasta la Plaza della Signoria junto con sus fieles seguidores, Fray Silvestro de Pescia y Fray Domenico. A los tres se les quitó la ropa, fueron tratados como herejes y entregados al brazo secular. Un testigo cuenta en su diario que el fraile tardó en quemarse varias horas. Los restos fueron sacados y devueltos a la hoguera repetidamente, a fin de que se redujeran a cenizas y sus partidarios no los trataran como reliquias. Cuando quedaron reducidos a cenizas, fueron arrojadas al río Arno, al lado del Ponte Vecchio.