Graciela Ocaña presentó un proyecto de ley para que las formaciones tengan vagones exclusivos para mujeres.

«Como mujeres, sabemos que esta es una problemática que nos afecta a todas por igual y que en cualquier momento podemos sufrir estas situaciones”.
Graciela Ocaña, legisladora porteña

Con el fin de prevenir situaciones de acoso o abuso en el subte, la legisladora porteña Graciela Ocaña presentó un proyecto de ley para que las formaciones tengan vagones exclusivos para mujeres.

La iniciativa, que ya se aplica en países como Brasil, México, Egipto, Tailandia, Rusia y Japón, plantea que los coches funcionarán de lunes a viernes de 7 a 10 y de 17 a 19, y estarán identificados “de forma clara y visible”. Aquellas que viajen con chicos de hasta 13 años podrán acceder en compañía de los menores, mientras que estará prohibido el ingreso de hombres.

“Si bien hombres y mujeres tenemos derecho a viajar de forma segura en el transporte público, y que son absolutamente repudiables las agresiones perpetradas, la gravedad de la situación requiere tomar medidas drásticas que otorguen mayor comodidad y seguridad a las pasajeras mujeres, priorizando su bienestar”, expresó Ocaña.

El pasado fin de semana, dos hombres fueron detenidos acusados de manosear a dos pasajeras en el subte. El primer caso ocurrió en la estación Plaza Italia de la línea D, mientras que en Carlos Pellegrini, de la B, la víctima denunció que el agresor le había tocado los glúteos y luego la amenazó con un arma blanca para que no dijera nada.

Guillermo Dietrich le saló a contestar a «Hormiguita»
El ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, rechazó hoy el proyecto de ley para que los subtes porteños cuenten con vagones exclusivos para mujeres, al manifestar que «es un sistema que no tiene ninguna lógica» porque podrían darse situaciones de violencia de género «en cualquier otro trasporte».

«No funcionaría y no lo veo como una solución de un problema, todo lo contrario, lo veo como rendirse ante este tipo de situaciones», sentenció el funcionario sobre la iniciativa parlamentaria que presentó la legisladora de la Ciudad Graciela Ocaña, para que de lunes a viernes de 7 a 10 y de 17 a 19 circulen formaciones con vagones exclusivos para mujeres.

El caso testigo
Una vez, hace más o menos un año y medio, volvía a mi casa de una entrevista de trabajo en el Centro. Como vivo en el Oeste, me tomé el Sarmiento para volver, que, a las 6, 7 de la tarde estaba lleno a más no poder. Yo iba parada, apoyada en los caños que están al lado de las puertas, “descansando” un poco el cuerpo ahí. Llegó un punto en que de tanta gente que subía en el tren yo no me podía ni mover. Recuerdo que en Floresta subieron varias personas, entre ellas un tipo, de aproximadamente 45, 50 años. Lo recuerdo perfectamente porque era muy parecido a mi suegro. Unas estaciones después, con el movimiento de la gente que subía y bajaba, el tipo este había quedado delante mío, de frente a mí. No le di importancia, no tenía ningún gesto ni nada que lo delatara como el pajero que resultó ser, y tampoco era la primera vez que viajaba en hora pico, así que tampoco me hice un escándalo por tener que viajar apretada.. hasta que al rato empiezo a sentir como me estaba apoyando, al muy desgraciado se le había parado. Al principio, no se si por miedo o por ingenuidad, decidí no darle bola al tema, supuse que si hubiera menos gente el hombre seguro no estaría tan pegado a mí, que era inevitable y seguro no era apropósito. Como pude, me corrí un poco. Bah, más que correrme me giré un poco de costado, para no estar tan de frente a él. Al toque siento como se giraba del mismo modo que yo, quedando otra vez de frente. Y así un rato largo, yo corriéndome, el corriéndose conmigo, y TODO el tiempo mirándome MUY fijo. Llegado un punto, levante mi pierna lo que pude, poniéndola dura, como para alejar la entrepierna de este hombre de la mía. Hacía TODA la fuerza que podía para alejarlo los pocos centímetros que fuera posible. Y ahí vino. La frase. La que logró que mi cabeza hiciera “click” y que por fin pensara “este tipo es un enfermo”. “¿Así que así va a ser la cosa bebe?”. Creo que hace mucho que no tenía tanto miedo en mi vida. Y aún así no dije nada, me callé la boca. No grité, no lo empujé, nada. Me quede ahí, con la pierna empujándolo. Y de repente, siento una mano, en mi cola. Gracias al cielo, a Buda y al chofer del tren, llegamos a Ramos Mejia, mucha gente bajo y yo me pude mover de donde estaba. Me corrí unos metros, a este hombre no lo vi más, y le pregunté a una mujer que estaba cerca mío si había visto bajar a este hombre, y me dijo que creía haberlo visto bajarse. Buenísimo, me calmé bastante (aunque tenía unas incontrolables ganas de llorar) y me pude sentar. A los no se, 10 minutos, miro para atrás mío y.. sí, ahí estaba, parado, mirándome. Fijo. Me levanté y empecé a caminar para el vagón de al lado lo más rápido que podía, lo cual no era mucho porque habíamos llegado a Morón y con la cantidad de gente que subió otra vez no podía moverme; pero miré alrededor mío y era imposible que el hombre pudiera verme desde el otro lado, por lo que me calmé y me quedé donde estaba. Quedé en el vagón de al lado, parada al lado de la puerta, esperando que pasaran rápido las 2 estaciones que me separaban de mi casa. Llegamos a Castelar. Se abre la puerta, bajan algunas personas y suben otras. Y lo veo. Caminando por el andén, buscando por las ventanas. Me vio. Se subió al vagón. Y fue el colmo. Me desesperé, me di cuenta de que me había seguido y de que ya no era un simple pajero que se aprovechaba de la multitud del tren. Este tipo me estaba acosando, y estaba segura de que cuando me bajara en mi estación me iba a seguir. Afortunadamente, en el último segundo mi instinto me dijo “bajate YA”, lo hice e instantáneamente la puerta del tren se cerró, empezó a andar, y el tipo quedó del lado de adentro, al lado de la puerta, mirándome fijo por la ventana. Me puse a llorar. De la bronca, de la impotencia, la humillación. Lloraba del miedo que había pasado y del miedo de lo que podría haber llegado a pasar, de la bronca hacia él, la bronca hacia mí por no haber pedido ayuda. Un hombre que esperaba en el andén a unos metros de mi me vio, me preguntó si estaba bien y si necesitaba ayuda. Le conté como pude lo que había pasado, me dio un pañuelo y hasta me preguntó si quería ir a la policía. Le agradecí y le dije que no, que sólo iba a llamar a mi casa para que me pasaran a buscar en auto. Esperé a mi mamá al lado de una parada de taxis, todavía llorando, pero en silencio. Otro hombre, que trabajaba ahí, sin preguntarme ni decirme nada me trajo un vaso de agua. Finalmente llegó mi mamá, y en el auto sí, pude llorar y sacarme todo de adentro.
Esto fue hace un año y medio, durante semanas tuve la imagen de este tipo en mi cabeza, me daba pánico viajar en tren. Con el tiempo pasó. Y ahora, escribo todo esto y lloro de nuevo. No sólo por mi, por recordar todo lo que sentí en ese viaje interminable. Lloro porque se que cosas así, y otras mucho peores, pasan TODOS LOS DÍAS, y me da bronca por cada una de las mujeres que son atacadas, manoseadas, ofendidas. Porque simplemente no es justo.
Por Natalia

OTROS PAISES SUFREN EL MISMO PROBLEMA CON INMIGRANTES MUSULMANES Y ARABES, REFUGIADOS SIRIOS, TURCOS Y ARGELINOS ACOSTUMBRADOS A MALTRATAR A LA MUJER POR EL MERO HECHO DE SER MUJERES, ESTE TIPO DE INMIGRANTES NO SE ADAPTAN A LA SOCIEDAD OCCIDENTAL Y PROVOCAN VIOLACIONES A LA CONVIVENCIA.

«Queridos solicitantes de asilo», dice el dirigente del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ, por su sigla en alemán) en la ciudad austriaca de Graz, Armin Sippel, antes de dar un breve curso de comportamiento que los inmigrantes deben tener hacia las mujeres en su país y en toda Europa, en un video que subió a Internet.

Acompañado de un maniquí con una peluca rubia y una blusa escotada, el político explica que no hay que mirarlas de manera provocativa, silbarles o acosarlas. «Gracias a Dios en nuestra cultura las mujeres pueden vestirse de forma algo más liberal», comienzan sus consejos, según publica el periódico ‘ABC’.

De inmediato, agrega que «tocarle a una mujer las nalgas o los senos es inaceptable», mientras algunos carteles con leyendas en árabe acompañan su discurso.

En conclusión, el dirigente del partido de derecha afirma: «No toquen a nuestras mujeres».

ALEMANIA Y LOS MIGRANTES
Al mismo tiempo, un número creciente de mujeres alemanas en todo el país están siendo violadas por solicitantes de asilo procedentes de África, Asia y el Medio Oriente. A muchos de los crímenes las autoridades alemanas y los medios de comunicación del país les restan importancia, aparentemente para evitar alimentar los sentimientos anti-inmigración.

El 18 de agosto del 2015, una coalición de cuatro organizaciones de trabajo social y de derechos de la mujer enviaron una carta de dos páginas a los líderes de los diferentes partidos políticos en el parlamento regional de Hesse, un estado en el centro-oeste de Alemania, advirtiéndoles que la situación está empeorando para las mujeres y los niños en los centros de acogida de refugiados. La carta decía:

«La cada vez mayor afluencia de refugiados ha complicado la situación de las mujeres y las niñas en el centro de recepción en Giessen (HEAE) y sus sucursales.

«La práctica de proporcionar alojamiento en tiendas de campaña grandes, la falta de instalaciones sanitarias separadas por género, instalaciones que no se pueden cerrar, la falta de refugios seguros para las mujeres y las niñas — por nombrar sólo algunos de los factores de espacio — aumentan la vulnerabilidad de las mujeres y los niños dentro del HEAE. Esta situación beneficia a los hombres que consideran que las mujeres tienen un papel inferior y tratan a las mujeres que viajan solas como ‘animales de caza’.

«Las consecuencias son muchas violaciones y agresiones sexuales. También estamos recibiendo un creciente número de informes de prostitución forzada. Hay que destacar: no se trata de casos aislados.

«Las mujeres informan que ellas, así como los niños, han sido violadas o sometidas a agresiones sexuales. Como resultado, muchas mujeres duermen con su ropa de calle. Las mujeres reportan periódicamente que no utilizan el baño por la noche debido al peligro de violaciones y robos en el camino a las instalaciones sanitarias. Incluso atravesar el campamento durante el día, es una situación terrible para muchas de ellas.

«Muchas mujeres — además de huir de la guerra o de guerras civiles — también están huyendo por razones de género, incluida la amenaza de matrimonio forzado o de mutilación genital. Estas mujeres se enfrentan a riesgos especiales, sobre todo cuando están huyendo solas o con sus hijos. Incluso si están acompañadas por familiares varones o conocidos, esto no siempre garantiza protección contra la violencia, ya que también puede conducir a expectativas específicas y a la explotación sexual.

«La mayoría de las mujeres refugiadas han experimentado diversas experiencias traumáticas en su país de origen y en la huida. Ellas son víctimas de violencia, secuestros, tortura, violación y extorsión. A veces durante varios años.

«La sensación de haber llegado aquí — a salvo — y de poder moverse sin miedo, es un regalo para muchas mujeres…. Por lo tanto, le pedimos que… se una a nuestro llamado para establecer de inmediato instalaciones protegidas (apartamentos o casas que se puedan cerrar) para mujeres y niños que viajan solos…

«Estas instalaciones deberán estar equipadas para que los hombres no tengan acceso a las premisas de las mujeres, con la excepción de los trabajadores de emergencia y del personal de seguridad. Adicionalmente, los dormitorios, los salones, las cocinas y los servicios sanitarios deben estar interconectados de manera que formen una unidad completamente autónoma — y que por lo tanto sólo se pueda llegar a ella a través de un acceso cerrado y vigilado a la casa o el apartamento».