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Acción por el agua. Es ahora.

Según datos de Naciones Unidas, tres de cada diez habitantes del mundo carecen de acceso a servicios de agua potable seguros y seis de cada diez carecen de instalaciones de saneamiento gestionadas de forma segura.

Así, el número de personas que no cuentan con ningún servicio de agua básico es de 844 millones, y son 2.100 millones quienes no disponen de agua potable gestionada de forma segura, en tanto que 4.500 millones de habitantes no tienen acceso a servicios de saneamiento seguros y 892 millones aún hacen sus necesidades al aire libre.

Desde hace 27 años cada 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua. El lema elegido para la celebración de este año es “Agua y Cambio Climático”. Y además, dadas las graves consecuencias de la falta de acceso al agua y saneamiento de millones de habitantes del planeta, Naciones Unidas lanzó también en 2018 el Decenio Internacional para la Acción “Agua para el Desarrollo Sostenible”, con el fin de acelerar la adopción de medidas que ayuden a transformar la manera en que se gestiona el agua.

En sintonía con esta convocatoria, y con la plena convicción de que no hay más tiempo que perder para cumplir con las metas que garanticen el acceso al agua y saneamiento como un derecho humano, desde el Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social de la UBA (Cenarsecs) lanzamos la campaña “Acción por el Agua. Es ahora”, durante todo el mes de marzo, para concientizar sobre esta crisis, promover hábitos responsables, difundir buenas prácticas empresariales respecto al agua y promover el accionar de organizaciones de la sociedad civil que trabajan en esta temática en nuestro país.

Porque la contracara de los más de 2000 millones de personas en el mundo sin acceso a agua limpia, son los miles de litros de agua potable que se desperdician en los países en desarrollo. Se estima que una persona necesita al menos veinte litros de agua por día. En promedio, cada europeo consume de 200 a 300 litros diarios. Pero en Estados Unidos ese número se eleva a la exorbitante cifra de casi 600 litros diarios por persona, mientras 1.100 millones solo acceden a cinco litros; y además, la mayoría de las veces, contaminada.

La falta de agua y saneamiento es una afrenta al género humano y más inadmisible aún en una América Latina con tanto potencial. Vulnera el derecho a la vida y la dignidad de millones, y es éticamente intolerable.

Que América Latina sea el continente más rico en términos de disponibilidad de agua per cápita, no implica que no existan regiones que no padezcan de una seria escasez de agua. En esta región se reportan anualmente unas 150.000 muertes por enfermedades hídricas, 85% de las cuales ocurren en niños menores de 5 años de edad.

En la Argentina, unas siete millones de personas no cuentan con servicio de agua potable, con una cobertura más baja en zonas rurales que en áreas urbanas. Además, casi veinte millones de personas no cuentan con cloacas y el 80% de los residuos cloacales van a parar, sin tratamiento previo, a ríos y arroyos.

Mientras el consumo promedio del país es de 180 litros de agua, en la ciudad de Buenos Aires se superan los 560 litros por habitante, mostrando una marcada brecha federal. Sólo el 30 % de la población rural dispone de acceso a sistemas de agua potable.

En el mundo, la industria y la energía representan el 20% total de la demanda de agua.

La agricultura de regadío representa el 70% de las extracciones de agua, llegando incluso al 90% en algunas regiones. Y en el caso de la alimentación, según la FAO, se necesitan 15.400 litros de agua por cada kilo de carne vacuna que comemos; 8.700 litros de agua por cada kilo de cordero; 6.000 litros por un kilo de cerdo; 4.300 litros por un kilo de pollo; 1.700 kilos de agua para medio kilo de arroz; 800 litros para una taza de café y 70 litros de agua para una sola manzana.

Por todo ello, el cuidado del agua y la satisfacción del derecho al agua y saneamiento, no son solo responsabilidad de las políticas públicas, sino que también requiere el firme compromiso e involucramiento de múltiples actores: gobiernos, universidades, empresas, sociedad civil y ciudadanos.

Acerca de Julián D’Angelo:

Julián D’Angelo es Licenciado en Administración (UBA), Posgrado en Gestión Sociourbana (FLACSO) y Doctorando (UNTREF). Conferencista internacional y columnista en temas de Responsabilidad Social, Sostenibilidad y Nuevas Economías, con foco en América Latina y el Caribe.

Es investigador y docente de grado y posgrado en materias del área de administración en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA) y otras Casas de Estudio. Con un extenso currículum, es actualmente Coordinador Ejecutivo del Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresarial de la Universidad de Buenos Aires y Director de la Cátedra Abierta de Administración “Enrique Shaw” de la Universidad Católica de Cuyo- San Luis. Autor del reciente libro “Responsabilidad social y universidad. Agenda Latinoamericana” (Publicaciones Empresariales UNAM FCA Publishing, 2018).