Alicia Steimberg / Aprender a escribir

En un buen texto de ficción, prácticamente desde el primer párrafo, el lector puede imaginar visualmente lo narrado.
En todos esos buenos textos hay una preeminencia de lo concreto sobre lo abstracto.

[…] Veamos, en una lista de libros de ficción, todos tomados al azar de los estantes de mi biblioteca, las líneas con que comienza el texto:

Los viernes de la eternidad, de María Granata:
Se quedó mirándolo, quieta como una langosta. Y hasta es posible que haya crujido. Con las manos no pudo hacer nada, ni siquiera santiguarse, y pese a que sus ojos estaban a punto de reventar a fuerza de desorbitados, tuvo entereza.
[…]
El silenciero, de Antonio Di Benedetto:
La cancel da directamente al menguado patio de baldosas. Yo abro la cancel y encuentro el ruido.
Lo busco con la mirada, como si fuera posible determinar su forma y el alcance de su vitalidad. Viene de más lejos de los dormitorios, de un terreno desocupado que yo no he visto nunca, los fondos de una casa espaciosa que emerge en otra calle.
Marianela, Benito Pérez Galdós:
Se puso el sol. Tras el breve crepúsculo vino tranquila y obscura la noche, en cuyo negro seno murieron poco a poco los últimos rumores de la tierra soñolienta, y el viajero siguió adelante en su camino, apresurando su paso a medida que avanzaba el de la noche.
[…]
Ulises, de James Joyce:
Imponente, el rollizo Buck Mulligan apareció en lo alto de la escalera, con una bacía desbordante de espuma, sobre la cual traía, cruzados, un espejo y una navaja. La suave brisa de la mañana hacía flotar con gracia la bata amarilla desprendida.
“Bola de sebo”, de Guy de Maupassant:
Durante varios días consecutivos habían cruzado por la ciudad jirones del ejército derrotado. No se trataba de la tropa, sino de hordas desbandadas. Los hombres llevaban barbas crecidas y sucias, uniformes andrajosos, y avanzaban con paso cansado, sin bandera, sin regimiento.
[…]
En el curso de esta investigación sobre la visualidad del texto, que no he descubierto yo, sino de la cual habla ya Borges en 1935, en el primer prólogo a Historia universal de la infamia, cuando dice en su autocrítica a los cuentos del volumen “la reducción de la vida entera de un hombre a dos o tres escenas”, y enseguida: “ese propósito visual rige también el cuento ‘Hombre de la esquina rosada’”; en esta investigación, decía, no sólo está involucrada la vista, sino también otros sentidos. Observen que entre los ejemplos de comienzos de novelas y cuentos, no sólo se apela a lo visual: El silenciero, de Antonio Di Benedetto, hace una increíble fusión entre lo visual y lo auditivo.

[…] Una vez escrito un texto hay que revisarlo, y si se nota una acumulación de generalizaciones y abstracciones, será bueno nutrirse de ejemplos acerca de cómo comienzan sus textos los buenos autores de ficción. Cómo los comienzan y cómo los siguen. […]

Alicia Steimberg, Aprender a escribir

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