Aportes culturales que suman a la lectura

Por .Por Agostina Giannelli, responsable de marketing de SBS (www.sbs.com.ar).

Ser lector, lejos de corresponder a una condición, habilidad o competencia, responde a un modo concreto, efectivo y activo de participación de las prácticas del lenguaje. Desde muy pequeños, los chicos intervienen en situaciones como hablantes, lectores y productores de texto más allá de los límites de la alfabetización inicial. Dichas experiencias se incrementarán y complejizarán con el tiempo, y los mediadores tendrán el rol ineludible de promover y fortalecer el aprendizaje de los modos de hacer: aprender a ser mejores y más amplios hablantes, lectores y escritores. En este sentido, queda claro que los chicos se forman participando, haciendo, leyendo, escribiendo y no prescriptivamente ensayando una habilidad para ponerla en práctica más tarde.
Un lector así formado no ciñe sus experiencias de lenguaje al texto estrictamente definido. Amplía, pone en diálogo, cruza y relaciona en una multiplicación constante de diferentes textos (verbales, visuales, audiovisuales), en diferentes y variadas situaciones de consumo o producción.
Los mediadores debemos comprender esta infinita intertextualidad para, en vez de censurarla, impulsarla y promoverla en propuestas convocantes de desafío y creatividad. Las historias mutan y dialogan en una red discursiva que va de la literatura, al cine, al arte, al entretenimiento o a la cultura popular. Porque el relato siempre está allí. No reposa inerte en un texto impreso. No solamente. Surge en una conversación, en una recomendación o en la renarración espontánea de una historia, en un posteo en las redes sociales, en una sesión de chat o en un grafiti en la pared. El lenguaje y su potencia debe ser vivido por los chicos en esta flexibilidad rica e infinita para lejos de trazar barreras de qué es leer y qué no, qué es literatura y qué no, ofrezcamos espacios de diversidad, debate y construcción colectiva.