Argentina es considerada uno de los países latinoamericanos con mayor variedad en el aspecto musical

Argentina es considerada como uno de los países latinoamericanos con mayor variedad en el aspecto musical. Es posible, en consecuencia, hallar un gran repertorio de géneros, en función de la diversidad cultural que la caracteriza.

Música Indígena
Los pueblos originarios todavía conservan su música, aunque con posibilidades escasas de difusión masiva. La tradición oral de chiriguanos, chorotes, mapuches, pilagás, tehuelches, tobas, wichíes –entre otras comunidades originarias– ha sido recopilada con trabajos de campo desde 1931 por parte investigadores del Instituto Nacional de Musicología Carlos Vega.


Música Folklórica

En la fusión con los elementos de la conquista española, se fue conformando lo que se conoce como el folklore nacional, destacándose especies como la zamba, el chamamé, el carnavalito o el pericón, cada uno con sus ritmos e instrumentos propios, característicos de cada región. Sin embargo, todas ellas fueron permeables a las influencias de regiones vecinas o de países limítrofes.

Sobre la base de estas creaciones colectivas, se afianzó una importante corriente apoyada en la individualidad creadora de destacados compositores como Atahualpa Yupanqui, Tránsito Cocomarola o Linares Cardozo, quienes nutrieron la denominada música de proyección folklórica. Recientemente, para su interpretación se han agregado instrumentos no convencionales como saxo, flauta traversa, órgano, teclados y batería, innovación que va ganando adeptos de manera paulatina.
Para más información sobre cancioneros y ritmos tradicionales, dirija su consulta al Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL).

El Tango
A partir de 1880, con la incorporación de corrientes de inmigrantes, nuestra música se enriquece. Con su contribución, en los suburbios de Buenos Aires se fue modelando el tango en arrabales y prostíbulos. En tiempos iniciales se interpretaba con violín, guitarra y flauta, pero hacia 1900 ésta fue reemplazada por el bandoneón, traído por los inmigrantes alemanes.

La danza fue un elemento esencial para la difusión del género y se desarrolló sobre dos vertientes: la de ritmo alegre, veloz y vivaz; y la triste, sentimental y reconcentrada. En esta segunda etapa cobró importancia la letra, a la que daba su impronta personal cada cantante. Entre los más destacados brilló Carlos Gardel, «el zorzal criollo», incuestionable divulgador del tango.
En la década del 40, con el aporte de músicos y poetas provenientes del interior, los solistas recurrieron a temas evocativos, familiares, amorosos o testimoniales.

La radiofonía y el cine nacionales contribuyeron notablemente a llevar al tango a un período de esplendor hasta iniciados los años 50, con letristas, cantantes y músicos de la talla de Osvaldo Pugliese, Francisco Canaro, Enrique Cadícamo, Aníbal Troilo, Horacio Salgán, Homero Manzi, Edmundo Rivero y los hermanos Virgilio y Homero Expósito.
Entre los años 60 y 70, las preferencias populares se orientaron hacia otros géneros. Sin embargo, el tango conoció un momento de especial fecundidad con variantes modernas como las del Sexteto Mayor, el Cuarteto de Colángelo y especialmente con Astor Piazzolla.
Las especies más tradicionales se conservarán, aunque renovadas con el aporte de personales intérpretes como Julio Sosa y Roberto Goyeneche.
Actualmente el género ha despertado el interés de las generaciones más jóvenes y han surgido compositores que cultivan incluso, el tango electrónico.


La Murga

Es otro género significativo de la cultura urbana, fuerte expresión de los sectores populares en los carnavales. Su origen es incierto, aunque se inscribe en la tradición carnestolenda del exceso y la liberación de los cuerpos, acrisolada con el candombe (surgido en el Río de la Plata y patrimonio de los esclavos traídos desde África).
La última dictadura militar argentina prohibió tales festejos, pero las murgas barriales sobrevivieron y con la conquista de la democracia renovaron su gracia y su brío.

El Rock
Iniciada la década del 60, la Argentina fue sacudida musicalmente por el fenómeno «beatle» y algunos grupos locales procedieron a imitarlos. Sin embargo, hubo talentos que encontraron su expresión propia. El éxito de ventas del primer LP de rock nacional grabado por Los Gatos, dio cuenta de que ya había en el país un público para el género y con Almendra y Manal, quedó configurada a comienzos de los 70 la trilogía fundacional. A esta etapa pertenece también el dúo Sui Géneris, que impuso sus temas acústicos, hoy verdaderos clásicos.

El segundo momento se caracteriza especialmente porque el género se convierte en un espacio urbano de resistencia al autoritarismo dictatorial. La máquina de hacer pájaros, Serú Girán, León Gieco y el regreso de los grupos fundacionales son hitos de esta etapa que culminó en un fortalecimiento del rock a partir de la guerra de Malvinas (1982), cuando la dictadura militar prohibió la difusión de música en inglés. Al mismo tiempo, aparecieron nuevas figuras que concitaron gran aceptación.

El retorno a la democracia se vio acompañado del regreso de músicos del exilio o del surgimiento de grupos que aportaron un estilo bailable.
En la década del 90 el género abarcó propuestas variadas: el rock puro, el pop, el punk, el metal, el rap. Actualmente ya ha incorporado el ska, el reggae y otras especies, con las connotaciones temáticas que diferencian tales vertientes entre sí.


Otras Expresiones

La cumbia se introdujo en el país desarrollándose con ritmos mucho más simples que en Colombia, su tierra de origen. Aunque esta música suele ser sinónimo de distracción o de evasión, hay una vertiente contestataria que, con expresiones, giros y jerga propia, intenta marcar la diferencia.
También el cuarteto, como expresión de la cultura popular ha tenido una importante expansión en los últimos tiempos, sobre todo entre los sectores de menos recursos.


Música Académica

Con la conquista española se produjo el ingreso de los primeros instrumentos musicales europeos, mientras que en el período colonial la actividad musical se tornó más intensa, merced a la intervención de las órdenes religiosas.

A comienzos del siglo XVIII se propició la enseñanza y se intensificó el aporte del viejo continente a través de la visita de músicos y de la importación de partituras y libros de música. En 1757 se construyó en Buenos Aires el primer teatro de óperas y comedias y en 1783 se inauguró el Teatro de la Ranchería.
Con el movimiento emancipador de Mayo, se renovó la canción patriótica, destacándose figuras como Blas Parera, Luis Ambrosio Morante o José Picazarri.

A ellos le siguieron los denominados precursores, primeros compositores nacidos en suelo argentino: Juan Pedro Esnaola, Amancio Alcorta y Juan Baustista Alberdi. No se trataba de profesionales sino de aficionados, que alternaban su vocación musical con otras actividades. Los géneros en boga eran la música de salón, concebida para la danza, y la canción; al igual que en Europa, la música de cámara formaba parte de la vida cotidiana.
La generación siguiente incluyó a músicos ya profesionales: son los nacidos entre 1860 y 1875, entre cuyos representantes más notables figuran Alberto Williams, Julián Aguirre y Arturo Berutti.

A esta generación le sigue un conjunto destacado de músicos nacidos entre 1875 a 1890, que estudiaron en Europa y al regresar desarrollaron su actividad como creadores, docentes, fundadores de institutos o directores de sociedades musicales. Su formación los llevó a incursionar en todos los géneros y a adoptar una actitud más conciente ante la recolección folklórica. Entre ellos se destacan Felipe Boero, Ernesto Drangosch, Floro Ugarte y Carlos López Buchardo, director–fundador en 1924 del Conservatorio Nacional de Música y Arte Escénico que hoy lleva su nombre.

A partir de fines de la década del 20 se produjo la irrupción de lenguajes neoclásicos en la música culta argentina, lo que significó la primera aparición de una vanguardia que cambió el rumbo de la generación anterior.
La producción argentina en las décadas del 40 y del 50 estuvo a cargo de los primeros egresados del Conservatorio Nacional y en este escenario, dos músicos representaron las dos tendencias en pugna: Alberto Ginastera y Carlos Guastavino.

Los comienzos de la década del 60 generan cambios experimentales de relevancia y destacan Alicia Terzian, Guillermo Graetzer y Roberto García Morillo.

En la actualidad, los creadores argentinos que no desdeñan la exploración instrumental, la electroacústica, y la apropiación de nuevas tecnologías, consolidan una trayectoria musical que prestigia al país. Por citar sólo algunos: Oscar Di Lisia, Carlos Carmona, Gabriel Senanes o Ricardo de Armas.