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«Argentina etnocéntrica» Eduardo Sanguinetti

«Argentina etnocéntrica»
Eduardo Sanguinetti, filósofo, poeta y artista

Absoluta degradación de una comunidad, como la argentina, que no precisa ya de gobiernos que discriminen, humillen, exterminen al diferente, manteniendo un estereotipo de comportamiento vetusto y degradante… incluyo en su accionar, la poca valoración de los valores humanitarios, los prejuicios colectivos del grupo gobernante y su pares, elegidos por mitad del electorado en el año 2015, el etnocentrismo, fanatismo por el fraude y la mentira, el odio a la libertad y la verdad, al conocimiento y la solidaridad.

Con profunda preocupación por el silencio de millones y por las declaraciones de los habilitados en medios corporativistas a alentar la discriminación en la diferencia, no dudar en hacer una denuncia a escala global, tan prematura como lúcidamente citados en la primera fase de la Carta de las Naciones Unidas en 1945, una salida inmediata, que podría sentar antecedentes sobre la real situación de sobrevida que millones de ciudadanos sufren en Argentina, un campo de exterminio que soportan los que nada tienen o los que disentimos con un proceso de derrumbe de todo registro ético, de los que no negociamos jamás con delincuentes y criminales.

El mal, en tanto principio dialéctico, es una negación, una deconstrucción de raíz constructiva, ya que posibilita la dialéctica de la transformación contra todo lo que se vuelve rígido y absoluto. No hay por tanto mal en el mal y sí en el rigor del absoluto, del bien, del dogma, de todo lo que vuelve continuo, todo lo que tiende a lo indiferenciado o a la indiferencia. Lo bueno de lo malo se opone pues a lo malo de lo bueno.
Una alteración en la lógica de las transformaciones, que por naturaleza sufrimos o disfrutamos… esa alteración equivale a una conversión del mal en bien, a una inversión funcional: lo relativo convertido en dogma, la ley en modelo de delito.

Quizás la imágen de Lucifer lo ilustre mejor. Lucifer, la estrella matutina, el lucero del alba, Venus, es esa luz que brilla sobre las demás antes de salir el sol, arropada por la oscuridad pálida de la noche e iluminada por el reflejo del escondido sol. Es una luz equívoca y engañosa, presuntuosa, ya que se siente responsable del mismo amanecer. Se distingue con vanidad del resto de las estrellas y se siente distinta, haciéndose esclava de una doble ingenuidad, de un falso cálculo. La ingenuidad de sentirse diferente y la ingenuidad de sentirse permanente, al pensar que el alba es obra suya. Tal ficción momentánea representa perfectamente la alteración que llamo demonismo, como estancamiento, como fijación del primer golpe distintivo. Una situación delicada para la génesis cultural. Este estancamiento genera un tipo de tercereidad parcial, incompleta: paleo-mitos escindidos, compuestos de fragmentos absolutistas. Si el dios, el mito, el teorema, el poema o la obra eran absolutos relativos, la conversión del demon relativizador en absoluto, en contramito, en contraobra, será un relativo absoluto. El gran problema cultural en este milenio, consiste en establecer fórmulas para relativizar lo relativo vuelto absoluto, ejecutar un segundo contragolpe constitutivo. En ese contexto, las «filosofías débiles», el «estilo deconstructivo», el «proyecto dolce», el producto light, la vida soft o la geometría blanda, son meros síntomas de la situación más que ensayos de solución personal.

El demonismo, ese colapso, esa dificultad, en la que afloran toda suerte de de resurrecciones dogmáticas, devenidas en la eliminación de los registros éticos, a los que hice mención en editorial pasada, como única salida de la matrix y del estado de degradación del ser…

Si el medioevo nos parece íntimamente ligado a la peste, la tuberculosis aparece ligada al romanticismo, este tiempo esta ligado por somatizaciones devenidas de instancias de incertidumbre ante un mundo que no se entiende, asimiladas al cáncer y el sida. Ambos tienen como agentes extraños seres que nadie ha llegado a visualizar claramente y que se han denominado retrovirus, Igual que ellos.el dogma de lo relativo no ataca directamente, no pone en guardia al anfitrión frente al virus, sino que altera insospechadamente, afecta a su génesis,a su memoria. El anfitrión, incapaz de enfrentarse contra si mismo, sucumbe por debilidad o malformación… como las comunidades elimina toda referencia a la verdad, contra la penetración de la mentira de ninguna verdad, como fuente de toda información del acontecer del mundo.

Una mirada hacia la realidad, inventada o real concreta, me bastaría para ilustrar profusamente cualquier sintomatología para la alteración de los demoníaco en demonismo, cual metáfora de la existencia en era de la posverdad, que derrumba todo intento de liberación.