Articular actores para mayor sinergia: del trabajo con unidades aisladas al trabajo coordinado

Desde las Fundaciones aprendimos que una gran fortaleza es lograr un vínculo cercano con las personas que trabajan en las escuelas, es decir, los actores dentro de sus realidades particulares. Esto tiene que ver con resignificar el papel de quien recibe la ayuda, puesto que no se trata de un “necesitado” sino de alguien que tiene la oportunidad de ser acompañado en el proyecto que emprende. Los beneficiarios, lejos de ser meros receptores, son potentes colaboradores y protagonistas de las acciones.

Pero también han aprendido que la fuerza de la cooperación entre actores juega un papel muy importante. Así como el Programa Sembrador pasó de ofrecer una ayuda meramente asistencial (Línea Envíos de los inicios) a la conciencia de que se debían apuntalar los procesos, también fue claro que este cambio es de todos, o no funciona. Así fue que el trabajo inicial con los docentes se transformó luego en la inclusión del directivo y más tarde en la necesidad del supervisor.

En este sentido la gestión del supervisor y de los directores en el Programa Sembrador ha resultado un punto clave para poder avanzar en otras acciones. Hoy vemos clara la secuencia: primero se apunta a resolver cuestiones materiales básicas (Línea Envíos), luego a capacitar para acordar ciertas cuestiones referidas a la gestión (Curso de Verano), para más tarde poder avanzar en conversaciones sobre la enseñanza y el aprendizaje (Cursos a distancia y Acompañamiento a proyectos de mejora).

Para lograr esta articulación resulta fundamental esclarecer las responsabilidades de todos los involucrados: el equipo profesional de las Fundaciones, los beneficiarios y los funcionarios del sistema educativo que colaboran con los proyectos. Y es necesario realizar acciones destinadas a generar mejores vínculos y lograr un acompañamiento personalizado para alcanzar los objetivos.

Se ha visto también que es importante que los beneficiarios perciban la presencia y acompañamiento ya que en numerosas ocasiones los actores tienen deseos de participar de los emprendimientos de las Fundaciones y mejorar, pero no logran ver con claridad cómo hacerlo. Entonces, es un aliciente guiar y aportar una mirada conjunta para superar los prejuicios y ver las posibilidades de cambio.

También se ha visto la importancia de sumar al supervisor no solo individualmente sino como actor del sistema. Es decir con toda su zona. Esto multiplica la posibilidad de llegada y el impacto posible de las acciones, a la vez que resulta una colaboración para el supervisor que dispone así de una herramienta más para el conjunto de escuelas a las que atiende.

Extracto del libro Las escuelas del medio rural. Cuatro décadas de trabajo, de Fundación Bunge y Born (www.fundacionbyb.org) y Fundación Perez Companc.