Beatriz Lorenzo es meteoróloga y glacióloga del Servicio de Hidrografía Naval

Pasión antártica
(10-11-17) Estuvo a bordo en la primera prueba de hielo del rompehielos ARA “Almirante Irízar” en 1979 y hoy, 38 años después, vuelve a embarcarse luego de la remodelación y modernización del buque antártico de la Armada Argentina.

BUENOS AIRES- Con 40 años en el Servicio de Hidrografía Naval y 14 Campañas Antárticas en su haber, la Agente Civil Beatriz Lorenzo, meteoróloga y glacióloga, no deja de sorprenderse de la Antártida a la que denomina “una mujer que hay que respetar”.

Es oriunda de Capital Federal, estudió la tecnicatura en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y se recibió de licenciada en Medio Ambiente en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). En navegación recordó a su familia: su esposo, dos hijos y a su nieto, al que muestra orgullosa en fotos.

Beatriz ingresó a la Armada Argentina el 3 de enero de 1977, al Departamento Meteorología del Servicio de Hidrografía Naval tras leer un anuncio en la facultad en el que se pedían técnicos en meteorología.

“Al principio empecé a trabajar en lo que era ‘pronóstico de altura’ y hacíamos el ploteo de cartas en los distintos niveles y espesores (diferencias entre capas) en las que tenía que calcular el viento y la altura. Luego, el Jefe de Departamento de aquel momento me propuso empezar a ver la parte de Antártida. Por aquel entonces se recibía información de lo que era latitud y longitud de los bordes de los hielos, y empecé a rescatar todo lo que había de meteorología como imágenes satelitales, por lo que comencé a hacer un archivo. Para eso tuve que leer diferentes autores y muy pocos trataban el tema de hielos”.

Betty, como la llaman todos en el buque, comenzó a trabajar con imágenes del campo de hielo y ayudó en un trabajo que la Armada presentó en 1978 en el congreso de meteorología que se efectivizó en la Ciudad de Buenos Aires, en el que se determinó los límites de hielo en el continente blanco, realizando asesoramiento al comando sobre la navegación.

“Ese mismo año fui a asesorar al comando y le expliqué sobre el hielo que se iban a encontrar a medida que navegaran. Ahí fue cuando me dijeron que yo iba a ir a la campaña cuando llegara el ‘Irízar’. Al año siguiente arribó el buque antártico e hicimos la primera prueba de hielos. Para mí fue todo un sueño llevado a la realidad: pude mostrar los distintos tipos de hielos (panqueques, tortas). Para todos los que navegamos en el rompehielos aquella vez, fue algo increíble. Me sentí muy bien y al ser la única mujer me cuidaron todos para que no me pasara nada. Me sentí con un grupo de gente especial”, explicó la licenciada Lorenzo.

Luego de la prueba de hielo, Beatriz siguió trabajando sobre el continente antártico y asesorando al comando desde el Departamento Meteorología hasta que en la Campaña 1996/97 comenzó una larga trayectoria a bordo.

“Esa campaña fue la más complicada que me tocó porque los charcos estaban recongelados y el campo de hielo tenía mucha presión. Estuvimos atrapados en el hielo cuatro días cerca de la base Halley, siete días en las proximidades de la base Belgrano II y después otros cinco antes de la primera base. Salí de Buenos Aires el 9 de enero y llegué el 2 de marzo a Ushuaia, habiendo hecho la segunda etapa nomás, sabía que íbamos a salir, pero mucha gente estaba preocupada. A la Antártida hay que tomarla con mucha tranquilidad. Uno sabe cuándo entra pero no cuándo va a salir. Es una mujer, hay que tratarla con cariño”, comentó.

La asistencia del “Magdalena”

A principios de junio del 2002 llegó la alerta de que el buque “Magdalena Oldendorff” había quedado atrapado en los hielos del Círculo Polar. El buque se había retrasado por un temporal y había quedado derivando en los hielos.

La meteoróloga Lorenzo contó: “Me consultaron y dije que esa zona no la conocíamos muy bien. En 15 días nos tuvimos que alistar, el meteorólogo fue el mismo que había estado en campaña (el entonces Capitán de Corbeta Juan Carlos Rodríguez) y a mí me tocó hacer la parte de asesoramiento en los hielos. Por su parte, Sudáfrica destinó helicópteros para evacuar a los científicos que estaban a bordo. Fue una experiencia hermosa porque fue un campo distinto a lo que veníamos viendo; entramos cuando empezaba a congelar”.

Al momento que el rompehielos ARA “Almirante Irizar” llegó, tomó el control de la situación: le pasó combustible y víveres, se intentó sacarlo del campo de hielo y se lo remolcó a una zona segura. Además se destacó a uno de los dos médicos que estaban a bordo.

“Para nosotros fue satisfactorio y para ellos un alivio total. Estuvimos trabajando poco más de un mes. Tuvimos un temporal con olas de 20 metros que destruyó bastante de lo que era Meteorología. Pero la alegría del recibimiento del regreso nos llenó el alma, nos estaba esperando la corbeta ARA ‘Uruguay’”, recordó Betty.

Accidente del “Almirante Irízar”

En el 2007 el buque sufrió un incendio que lo dejó fuera de operaciones, Beatriz sintió mucho ese momento: “Para mí fue tremendo. Yo había hecho la campaña 2007 y fue extraordinaria; estábamos muy contentos porque había salido todo bien. Ese año hice la parte oeste de la península. A las 5.30 de la mañana suena el radio reloj y las noticias decían que el ‘Irízar’ había lanzado las balsas al agua. Me levanté volando. Mi marido pensó que era una falsa alarma pero le comenté que nunca se arrojaban las balsas”.

“El ‘Irízar’ fue mi segunda casa durante todos los veranos, así que fue como si se hubiera incendiado mi casa. Fue muy, muy doloroso. Y el tiempo que duró la reparación y modernización también fue muy duro. Uno sabe que a ciertos lugares sólo accede él”, describe con tristeza.

La nueva etapa del buque antártico

Las pruebas en el “Irízar” comenzaron en el mes de abril, para efectuar el primer ajuste de sistemas. A aquella navegación inicial le siguieron varias más por Buenos Aires, Puerto Belgrano y Ushuaia. Y por último la prueba de hielo en cercanías de la base Orcadas.

Beatriz comentó: “Era mi ilusión poder estar en la vuelta, aparte fui siguiendo los procesos de reparación. Desde el 1991 organizo el curso internacional NAVANTAR, junto al profesor Cattaneo y al Capitán de Navío (RE) Palet, que se sumó en los últimos años, así que fui teniendo contacto con el buque, pero no me imaginaba que podría volver a subirme”.

“Empezar con la primera prueba de hielos que hizo el buque y ahora formar parte de ésta es algo estupendo. Tengo ganas de volver a Belgrano II, eso es algo que me fascinaría porque gracias a esas bases empecé a navegar; a Belgrano II sólo llega el rompehielos”, dijo la licenciada Lorenzo.

Betty, emocionada, agradece a su familia porque nunca le impidió que pueda ir al lugar que más la atrae en el mundo y al hablar de la Antártida refuerza: “Es una mujer especial. Haber vuelto a caminar en el hielo fue extraordinario. En la Antártida me siento muy bien. Es algo majestuoso. La mayoría de la gente que hace tours por la Antártida lo hace por la zona oeste que hay paisajes increíbles, pero este hielo no lo ven. Lo mismo que los demás buques, éste es el único que navega entre los hielos y te da la sensación de verdaderamente estar en la Antártida. El ‘Irízar’ lo embiste y sentir cómo cruje el hielo es indescriptible para mí”.