Cambio de hábitos: claves para que los chicos no se alteren.

Por María Eugenia Ludueña, autora del libro “Viajar con bebés y niños pequeñosa”, Editorial Albatros.

Pasar unos días lejos del hogar equivale a variar rutinas y actividades. Para los bebés y los niños más pequeños, esto significa un cambio de horarios y espacios, y no siempre resulta fácil.
Cambiar los horarios de sueño o los momentos de la comida, relacionarse con personas desconocidas, pasar mayor cantidad de tiempo al aire libre. Esto puede generarles a los más pequeños de la familia incomodidad, irritabilidad o nerviosismo, como le ocurre a cualquier adulto ante situaciones que, por lo desconocido, le producen aflicción o estrés.
En un viaje de fin de semana es bueno ir con calma para disfrutar al máximo de ese tiempo corto. En viajes más largos y a destinos lejanos, a los chicos les puede llevar por lo menos cinco días acomodarse. Al volver a casa, habrá que sumar otros tantos días para volver a sintonizar el ritmo del hogar.
Una manera de suavizar la estadía en el nuevo medio es -además de llevar objetos que el bebé o el niño identifique como propios: un juguete o una manta, por ejemplo-, respetar los horarios de alimentación y sueño del hogar, tratando de mantener una rutina lo más parecida posible a lo habitual.
Es importante prever estas estrategias de adaptación, tratando de que los primeros días sean lo más despejados y tranquilos posible. Así, a través de gestos simples, los chicos pueden adaptarse a los cambios de forma paulatina. ¡Y sorprendernos descubriendo nuevas rutinas (como dormir de un tirón toda la noche) y sabores que les fascinan!

¿Cómo manejar el sueño?
No existen normas específicas ni rotundas al respecto. Los pediatras recomiendan en estos casos actuar con previsión y sensatez. Tal como lo expresa el Dr. Jorge Nasanovsky: “Los padres deben entender que, cuanto más pequeño es el bebé, más posibilidades de que presente por unos días algún trastorno o alteración del sueño. Si la familia se maneja con comprensión y tranquilidad, podrá ayudar a que este inconveniente, por lo general pasajero, se resuelva sin sobresaltos. En el caso de niños pequeños, recomiendo a los padres que lleven la ropa de cama del hijo: sábanas y mantas, e incluso su muñeco acompañante, lo que les permitirá sentirse en un lugar familiar”.
En cuanto a la comida, dar el pecho o preparar mamaderas resuelve el tema con los más chiquitos. Pero cuando son más grandes y empiezan a incorporar sólidos prever con anticipación este tema es fundamental.
Una vez en el destino, contar con heladera y cocina hace la diferencia cuando se viaja con bebés. Es importante tener abundante agua (si no es potable, abastecerse de un bidón de varios litros porque también se la utilizará para lavar verduras y cocinar), fruta fresca y varios snacks saludables, para anticiparse a momentos críticos.
¿La clave? Es matemático: cuando no se tiene en cuenta la regla de oro de anticiparse al hambre de los niños, se termina pagando el error con alto malestar y gastando fortunas por alimentos que quizás no sean los más saludables.