Carlos Thays

Carlos Thays, el paisajista de la Ciudad de Buenos Aires

Carlos Thays, el paisajista que diseñó la belleza de la Ciudad de Buenos Aires

Carlos Thays, nativo parisino, nació el 20 de agosto de 1849. Su padre, quien murió en sus primeros años de edad, era un tipógrafo belga. Su madre era de Versalles.

El 7 de septiembre de 1898 se inauguró el Jardín Botánico de Buenos Aires. La iniciativa comenzó a gestarse seis años antes, cuando Thays propuso a la intendencia de Buenos Aires construir un “Jardín Botánico de Aclimatación” en los terrenos donde en la época colonial funcionaba “el Almacén de la Pólvora”.

El flamante Jardín Botánico tenía poco más de siete hectareas y estaba ubicado en el mismo lugar donde aún funciona, en el perímetro circunscripo por las avenidas Santa Fe, Libertador, Las Heras y la calle República Árabe Siria, en el barrio porteño de Palermo. El diseño del lugar estuvo a cargo del propio Thays, en lo que se constituyó en una de sus obras más importantes.

El parque, que nació con fines científicos, recreativos y paisajísticos, pronto reunió la flora de las provincias argentinas, a la que se sumó la proveniente de diversos países del mundo. En poco tiempo se convirtió en un centro de investigación botánica de relevancia internacional.

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El Botánico, desginado con el nombre de su creador en 1937, reúne en la actualidad más de 1.500 especies vegetales y fue concebido por Thays con tres tipos de diseño paisajístico: Simétrico, Mixto y Pintoresco.

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Sus jardines cuentan con 27 obras de arte, entre esculturas, bustos y monumentos. Además albergan a la Biblioteca Botánica (tiene unos 1000 libros y 10000 publicaciones de todo el mundo), el Museo Botánico, cinco invernaderos y una bella casona estilo inglés, actual sede de la administración del predio y donde Tahys vivió entre 1892 y 1898.  

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Fue, además de arquitecto, paisajista y Director de Parques y Paseos de la Ciudad de Buenos Aires, botánico, periodista y escritor. Sus aportes no se limitaron a los parques y paseos que construyó a lo largo y ancho de la ciudad y el interior del país, también contribuyó al conocimiento científico sobre la flora de varias regiones de Argentina.

Éste aporte, quedó reflejado en su libro Les Fôrets naturelles de la République Argentine (1913), el cual escribió en base a sus numerosas expediciones científicas a lo largo y ancho del país.

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La apuesta por la ciudad verde llegó de la mano de su designación, en 1891, como Director de Parques y Paseos de la Ciudad. A patír de allí su trabajo no se detuvo. El impacto que tuvo sobre una ciudad que a fines del siglo XIX tenía escasas zonas arboladas y contadas plazas y paseos, aún persiste. Ahí están para atestiguar el Parque Tres de Febrero (los populares `’Bosques de Palermo”) y el Jardín Botánico.

Su labor alcanzó más de 150 obras que todavía pueden reconocerse. En Buenos Aires realizó más de 70 paseos, parques y plazas, en tanto que en las provincias suman 22 los emprendimientos en los que participó. A esto deberían sumar 43 jardines en residencias privadas y 42 parques en estancias particulares, según el relevamiento realizado por Sonia Berjman en el libro “Carlos Thays. Un jardinero francés en Buenos Aires”, editado en 2009 por la Embajada de Francia en la Argentina.

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Thays fue una persona ejemplar, trabajó para la humanidad sin distinción alguna. Su pensamiento y compromiso con la sociedad y las generaciones futuras, quedan plasmados y sintetizados en la siguiente cita célebre de Carlos:

«El hombre, sobre todo el que trabaja, necesita distracción y ¿acaso hay alguna cosa más sana, más noble, más verdadera, cuando se sabe apreciarla, que la contemplación de los árboles, de las hermosas flores, cuando son dispuestas con gusto?
El espíritu entonces descansa, las penas se olvidan monentánamente por lo menos, y el aspecto de lo bello, de lo puro, produce un efecto inmediato sobre el corazón.
El hombre vuelve enseguida ora al trabajo, ora en su familia, bajo el imperio de disposiciones más favorables que las que hubiera tenido sin esos momentos de contemplación encantadora».

Trabajo en la Ciudad de Buenos Aires

Carlos Thays llegó a Argentina en 1889, contratado por un año, para diseñar y ejecutar la construcción del Parque Sarmiento en la ciudad de Córdoba. Originalmente su estadía en el país no iba a ir más allá de ese plazo, pero en Buenos Aires el intendente Francisco Bollini lo retuvo para hacerle una propuesta.

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Fue así como en mayo de 1891 Carlos Thays se radicó en Argentina definitivamente, luego de ganar el concurso para ser Director de Parques y Paseos de la Ciudad de Buenos Aires; el cual ganó por decisión unánime. Desempeñó el rol hasta 1913.

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En la Ciudad de Buenos Aires, creó y remodeló 69 plazas y paseos públicos en total. Entre los más conocidos podemos incluir a los parques: 3 de Febrero, Las Heras, Centenario, Lezama, Avellaneda, Chacabuco, Patricios, el Jardín Botánico, Barrancas de Belgrano; entre tantos otros ejemplos icónicos de la ciudad.

Carlos Thays.
Carlos Thays.

De este modo, queda en evidencia que la ciudad porteña le debe gran parte de sus sitios más bellos a este magnífico hombre. Es más, también es responsable de los distintos árboles que colorean el paisaje porteño. Trajo distintas especies que le fascinaron en sus expediciones por el país, queriendo aclimatarlas a Buenos Aires. Así, llenó la ciudad de jacarandás, lapachos, ceibos y palos borrachos, entre otros ejemplares tanto autóctonos como exóticos.

Por otro lado, su obra en el país no se limitó a la capital, también se encargó de 16 plazas en las provincias de la nación. Tampoco se limitó a la esfera pública. La alta sociedad, que advirtió el buen gusto de Carlos, también fue demandante de su trabajo. Entre los parques que hizo en la nación, podemos mencionar al 9 de Julio, de Tucumán, y al General San Martín en Mendoza.

EL 7 DE SEPTIEMBRE DE 1898 SE INAUGURÓ EL JARDÍN BOTÁNICO

Para Thays la felicidad está «más en la nobleza de un bosque que en el lujo sin verde”

Llegó de Francia con 40 años y muy poco tiempo le llevó a Carlos Thays enamorarse de Buenos Aires y de una joven porteña. Entre 1891 y 1895 terminó 22 nuevos paseos en una ciudad en la que solo existían 27. A 124 años de la apertura de una de sus obras más emblemáticas, el Jardín Botánico, su figura se agiganta en una ciudad en la que hoy se promueve más el cemento que el verde.

Carlos Thays, el hombre que verdaderamente transformó a Buenos Aires.


Nació en París pero soñó con una ciudad que no conocía, que bien podía ser cualquier capital de América o Europa. Una ciudad verde. Un lugar donde pudiera respirar, mirar el cielo. Con árboles que den sombra y cobijo. Con arbustos y flores en los que los colores jugaran con aromas y formas. Una cuidad donde las calles y las avenidas, las plazas y los parques hagan el mundo más habitable. Y la vida, más vivible.

Carlos Thays cambió para siempre la fisonomía de la Ciudad de Buenos Aires, dejando también su huella en las distintas provincias argentinas. La biografía va a decir que nació en París el 20 de agosto de 1849, que llegó a la Argentina con 40 años para hacer el Parque Sarmiento de la Ciudad de Córdoba, que no se fue más. Y también que era paisajista, urbanista, naturalista, aquitecto, periodista y escritor. Pero Thays fue, por sobre todo, el hombre que contribuyó a hacer la ciudad que soñaba.

Construcción del Jardín Botánico.

Hijo de un tipógrafo belga que murió cuando él era un niño, Thays fue discípulo del paisajista y botánico francés Édouard-Francois André. Artífice de los parques de Montecarlo, Montevideo y Luxemburgo, André fue quien lo recomendó para su primera gran obra argentina: el Parque Sarmiento de la capital cordobesa.

Dispuesto a regresar a Francia, lo retuvo el amor y la posibilidad de crear los espacios verdes, tanto públicos como privados, más significativos de Buenos Aires. El amor por Cora Venturino, de solo 16 años -él tenía 41- y con quien tuvos dos hijos (Ernestina y Carlos León), perpetuó la pasión por el paisajismo y el diseño (otros Carlos Tahys continuaron su sangre y su camino).

Otros aportes al país

Los argentinos y argentinas le debemos otra cosa a Carlos Thays, que atraviesa muchísimo más nuestra identidad que los parques de la capital. Le debemos la posibilidad de establecer la cultura del mate a lo largo y ancho de nuestro territorio.

Antes de Thays, en Argentina la producción de yerba mate se basaba en la colecta silvestre. Por ende, para satisfacer el consumo interno se importaba yerba de Paraguay y Brasil. Fue en 1895 que recibió sus primeras semillas de yerba mate y también gajos de plantas.

Con los gajos no tuvo éxito. Pero con las semillas, desarrolló un método que imitaba a la naturaleza. En lugar de utilizar el aparato digestivo de una gallina, logró que las semillas germinen con una inmersión en agua caliente durante un tiempo prolongado, de días.

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De este modo comenzó la producción industrial de yerba mate en el noreste argentino.

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Otro gran aporte que hizo Carlos Thays fue sentar los precedentes para la creación del parque nacional de las Cataratas del Iguazú, lugar del cual quedó enamorado. De todas las regiones argentinas que visitó, las que más le llamaron la atención fueron Misiones con su selva y cataratas y el lago Nahuel Huapi, el cual no es necesario describir.

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l’aquaiolo de Vincenzo Gemito en el Jardín Botánico.
Casa Bagley del Zoo.
El Tambito de Palermo, la primera milonga Argentina
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