Cerró El Bar del Gallego de Palermo y Eurnekian se queda con la propiedad

El Gallego. Cerró El Bar del Gallego de Palermo y Eurnekian se queda con la propiedad

El tradicional bodegón de Honduras y Bonpland atendió por última vez el sábado pasado. El establecimiento finalmente fue adquirido por el dueño de la Corporación América, que podría extender la sede de su empresa también hacia esa tradicional esquina. En 2008, Eurnekian habría ofrecido, sin éxito, u$s 1 millón para comprar el bar a su dueño, Emilio Sangil, quien falleció en junio pasado.

La tarde del sábado pasado, la del 26 de octubre de 2013, quedará grabada en el recuerdo de todos quienes transitan, o alguna vez transitaron, por el circuito gastronómico del barrio de Palermo. Fue el último día para el clásico y mítico ‘Bar del Gallego’. Ese, ubicado en las esquinas de Honduras y Bonpland, que por más de 35 años recibió a miles de taxistas, camioneros, proveedores, empleados, periodistas, empresarios o simples ciudadanos que alguna vez pasaron a desayunar, almorzar, comieron una picada o tomaron un copetín en el establecimiento fundado por “el gallego” Emilio Sangil un día cualquiera de 1978.

Su dueño, quien llegó a la Argentina a los 18 años desde Lourido, en la provincia española de Lugo, había fallecido el viernes 8 de junio. Pero ya un año antes había dejado de cocinar, servir y controlar que sus fieles clientes se mantuvieran siempre conformes comiendo en el lugar más barato de todo Palermo, sea Hollywood, Soho, Queens o cualquier otro nombre que se le quiera agregar a este barrio porteño.

Había vendido el fondo de comercio y cobraba un alquiler por el edificio. Esto le permitió pasar sus últimos años más tranquilo, junto a su esposa, disfrutando de la vivienda que compartían en el piso superior del bodegón.

Pero siempre ocupando una mesa desde la cual seguir observando si las medias lunas del café con leche seguían siendo enormes; si las milanesas a la napolitana eran abundantes; si los sandwichs de jamón crudo mantenían la incontable cantidad de fetas, o si el tuco y los fideos eran sabrosos como durante su época. Eso sí, la tradición de no aceptar tarjetas se mantuvo hasta el último día.

No trascendió el monto del alquiler mensual que los herederos del Gallego cobraron hasta la semana pasada por el alquiler del establecimiento. Lo sí se observó en los últimos tiempos fue un cambio de cara en la fachada del bar, remodelada, pintada y más cuidada. De todos modos, ‘El bar del Gallego’ nunca perdió el encanto que lo llevó a trascender las fronteras de Palermo. Si hasta el diario El País de Madrid le dedicó una nota.

Por suerte, jamás se resignó a terminar como otro restó más en un barrio lleno de bares modernos que, año a año, cierran o cambian de razón social.

Y si bien la noticia trascendió ayer, hace cuatro meses, luego de su fallecimiento, la propiedad del bodegón más famoso de Buenos Aires fue vendida por sus herederos. Y el comprador es un empresario que ya en 2008, dice la leyenda, le había ofrecido al Gallego u$s 1 millón para quedarse con la esquina. Se trata de Eduardo Eurnekian, viejo conocido por Sangil desde siempre. Es que el bar fue toda la vida un apéndice enclavado en una manzana casi toda propiedad del dueño de la Corporación América y de Aeropuertos Argentina 2000. De hecho, hasta el restarurante del Fin del Mundo que está pegado al bar ahora cerrado, también es propiedad de Eurnekian.

La cifra de la operación no trascendió. Pero se pudo confirmar el cambio de manos y el fin del ciclo para un bodegón que marcó toda una época, que sobrevivió al cambio de look que transformó a Palermo en un polo gastronómico de referencia y en un obligado circuito a recorrer para cualquier turista del mundo.

Antes de ser internado en el hospital, algunos meses previos a su fallecimiento, el gallego había pedido que su bar “no cerrara nunca”. Su petición no parece haber durado mucho. Ahora, se espera saber cuál será el futuro del establecimiento. Algunos aseguran que finalmente Eurnekian podrá extender la superficie de su corporación. Sólo habrá en Palermo una certeza. El “te espero en el bar del gallego” ya no será posible.