Choferes de la empresa Bia Bariloche los denunciaron por ser delincuentes pervertidos.

El pasado 26 de enero Sabrina Ojeda, una chica de Monte Grande, volvía en micro desde Bariloche a Buenos Aires. Durante el viaje sufrió el acoso pervertido del chofer y el auxiliar de la empresa Bia Bariloche que la llevaban, que inclusive cree quisieron hacerle tomar drogas o algo mezclándolo en su comida.

Durante el viaje Sabrina tomó miles de recaudos y evaluó miles de dificultades, pero jamás imaginó que debería enfrentarse a lo que le tocó: ser espiada, aislada, sentada junto al chofer, hostigada y acosada, durante más de 1500 kilómetros.

Desde el Ministerio de Transporte no saben que responder. Se esperan fuertes multas.


EN PRIMERA PERSONA

Siempre que vas a comenzar un viaje implica que te digan, «No hagas dedo que es peligroso», «no andes sola de noche», «cuidado con quién andas» y hasta «tómate un micro que es más seguro» pero no, este último no fué mi caso.
Hace unos días cuando volvía del sur, decidí viajar con la empresa «Vía Bariloche», una empresa «sería», reconocida y (supuestamente) segura. Después de haber tenido unos días hermosos y lleno de anécdotas buenas, jamás pensé que la parte «mala» (digamosle asi) iba a llegar.
Si no me había pasado nada en los lugares en los que estuve, ¿ Cómo me iba a pasar algo arriba de un micro? El cuál está lleno de gente y con (supuestos) profesionales, no?. Lo irónico fue que sí, a mí me pasó. Tuve la suerte de haber sido precavida y de poder estar hoy contándolo. Pero también tuve la mala suerte, de que las personas responsables de llevar ese micro a destino, como lo son los chóferes y el camarero, no eran personas dignas de llevar a cabo su trabajo, no eran dignos de hacer las cosas correctas con todos (ya que conmigo no lo hicieron).
Estos no eran personas de fiar, no eran personas con buenas intenciones y hasta me animo a decir que no eran buenas personas.
Comencé el viaje de manera rara, teniendo que ir de un asiento al otro por X problema (que dicho sea de paso todavía no se bien cuál fue) aunque en vez de llamarlo problema debería decirle mentira pero en fin no le di importancia al hecho de viajar en una butaca que no era la que mi pasaje indicaba, yo sólo quería poder viajar.
Como en un principio me sentí rara, a lo largo del viaje comence a sentirme incómoda, muy incómoda, el camarero no paraba de mirarme de manera tan fija que me hacía sentir que me fichaba de los pies hasta la cabeza sin disimular. Yo por dentro pensaba «que pajero de mierda» , «que chabón necesitado», hasta que ésa bronca y enojo con el «camarero pajero» paso a ser un poco de miedo.
En determinadomomento la cortina que separaba los asientos del baño estaba apenas abierta y pude ver cómo su ojo estaba en ese diminuto espacio espiandome hacía no se cuanto tiempo. Sí, creo que se había dado cuenta de mi cara de pocos amigos cuándo note que me miraba y entonces supongo que optó por «espiar».
Otros hechos pasaron que hicieron que yo comenzará a dudar de el y de sus compañeros, uno de esos fue que luego de una parada en la que tuvimos que bajar todos del micro, cuando teníamos que volver a subir me dejaron para lo último haciéndome esperar porque había una supuesta señora con la pierna quebrada y necesitaba viajar justo en mi lugar, yo no me negué y cuándo me quisieron mandar al nuevo lugar resulta ser que era atrás de todo donde ni siquiera se si había un asiento (tampoco me anime a averiguar) era un «sucucho» en el piso de arriba. Baje y veo que mi asiento estaba vacío a lo que entonces le pregunté y me dijo «ah no no sé qué le pasó, seguro se sentó en otro lado». En eso, pasa uno de los chóferes por al lado mío y dijo «Todavía estás acá dando vueltas» yo respondí que sí porque por tercera vez me querían cambiar de lugar y respondió con un «ay vueltas vueltas no tendrías que estar aca» dirigiéndose también a su compañero el camarero y se fue a otra parte del micro, yo tomé mi lugar pensando en esa última frase y me senté.
Al rato, lo más shockeante fue cuando el camarero pajero se me acercó y dijo «te llama el chófer, necesita que vayas con tu boleto» (por dentro pensé ¡la puta madre debe haber algún problema con mi pasaje o algo similar!). Llego a la puerta de la cabina (a la cual no quería pasar) y estaba el chófer que manejaba y el camarero esperándome y me dicen que baje las escaleras donde estaba parada y pase. Yo no quise , volvieron a insistir y me quedé ahí. El camarero se fue y cerró la cortina, en ese momento yo ya más incómoda de lo qué estaba, me terminé quedando en la cabina con el chófer esperando que me diga que pasaba o no se algo, pero no, solo comenzó a decirme cosas de mí, como por ejemplo que me vieron que desde allá estaba sola, que estaba con cara de enojada, que me veían muy incómoda (siempre hablando en plural), yo muda hasta que me dijo «sentate acá» indicando con palmadas el asiento de al lado mirandome de manera media perversa, yo seguía muda e insistía con sus palmadas en el asiento «dale dale pasa y sentate». Claramente me negué y comenzó a decirme que le cebe mates, que seguro a mí me gustaba pero no tenía con quién porque estaba sola, que me veían aburrida y que ahí yo iba a estar mejor, que no pasaba nada, qué ahí iba a estar tranquila, que iba a estar más cómoda y que nadie nos iba a molestar. Ya con miedo por dentro, pero por fuera mostrándome fuerte y molesta volví a negarme y di la vuelta para irme entonces me dice «ah no te quedas?, que lastima acá ibas a estar bien». No me importó y me fui.
No sabía que hacer, estaba sin señal, en medio de la nada, de noche y sin nadie conocido. No sabía si hablar, si callarme, si hacerme la boluda o qué. Opté por hacer el papel de tarada, porque seguramente pensaron que era éso, una minita tarada que se iba a asustar e iba a seder. Pero no, me la banque y comencé a mandar msjs contando lo que pasó por las dudas, miles de cosas me imaginé y ante la duda decidí que alguien tenía que saber ésto (nunca se sabe pensé por dentro). Capaz era yo psicópateando o capaz no y una de todas las cosas que me imaginé podrían llegar a pasar.
Llegó la hora de la comida ,ya con una angustia y miedo que pensé que no iba a poder contener y cuándo pensé que no podían ser peores, a la hora de elegir mi plato cómo hacían todos, me lo negó, no me dejó agarrarlo y sacó una bandeja que se encontraba abajo de toda la pila, en una esquina diciéndome»está es para vos, está caliente». Sí ya venia con desconfianza y dudas, esa actitud me hizo replantearme todas las miles de hipótesis que tenia. Sin decir nada, deje el plato en mi bandeja y no lo comí, lo que hizo que a cada rato el pasara y me mirara haciendo gestos y diciéndome sí estaba rico, si lo había comido, por que no comia y demás. Hice de cuenta que algo comi y lo dejé.
Pasaban las horas, todo el mundo durmiendo y yo aguantando para no hacerlo, sentía que si dormía les iba a dar oportunidad a lo que fuera que sea que ellos pensaran hacer. No aguanté tantas horas y finalmente me dormí, en un momento sentía cerca algo, cuando abro los ojos semi dormida tenía al lado al camarero, ahí quieto y solo mirándome, entré sueño y sueño, toda adormecida no reaccioné y pensé que estaba soñando (a lo cuál reaccioné que no fue un sueño mucho después).
Ya era el día siguiente cuando desperté, ya tenia señal, ya habían leído los mensajes que había mandado y por suerte me hicieron terminar de dar cuenta que yo no estaba loca, que no estaba mal todo lo que había pensado, que no era una mal pensada como creí en un momento, sino que tenía razón en todo lo que les conté.
Tuve alguien que fué a buscarme para que no volviera sóla de retiró a mi casa (ya que ellos sabían y repetían constantemente que estaba sola). Quise hablar con unos chicos que tenía al lado para contar lo que pasó, pero siempre se ponía en el medio, siempre el camarero apoyado en el pasillo queriendo escuchar, no pude hablar y contar mucho por miedo a que me escuchará y eso empeorará las cosas pero lo poco que pude decir ellos hicieron que me quedé más tranquila.
Finalmente después de 22 horrendas horas de viaje, llegué a retiró donde por suerte me estaban esperando. Lo único que quería hacer era correr, bajarme de ahí e irme a mi casa, no quería hacer ninguna denuncia, ningún descargó, tenía miedo todavía y lo único que quería era estar segura lejos de ellos y más después de haber escuchado una conversación entre ellos, cuando justo me bajaba del micro, diciéndo «con está no nos salió», Sí así .
No quiero pensar, ni imaginar, ni enterarme que fue lo que no salió y una parte de mi quiere creer que no era algo conmigo. Pero al otro día más tranquila, fui con mi familia a hacer los reclamos y denuncias correspondiente y afortunadamente las personas que atendieron mi casó, me escucharon, me atendieron y me dieron bola (cosa que yo pensé que no iba a pasar). En ese momento me di cuenta que estaba protegida, que esto no iba a quedar así, que hablar fue lo mejor que había hecho, porque yo sí tuve la suerte de hablar y estar contándolo. Tengo la suerte de estar acá, seguir mi vida normalmente con todos mis seres queridos y no ser una más en la lista. También sé que hay otras chicas que no tuvieron esa suerte y otras que la pasaron igual o peor que yo, como también sé que otras que subieron a un micro y después de hechos parecidos a los míos, nunca llegaron a destino.
No era la primera vez que pasaba algo así, y me gustaría haber sido la última, pero estas cosas van a seguir pasando si nadie les pone un punto, si nadie habla, si nadie saca a la luz todas las cosas que personas así pueden hacer.
Hoy desde mi lugar, voy a hacer lo posible para que ésos tipos no vuelvan a repetirlo y ojalá todas las que pasen situaciones así o similares hagan lo mismo y se den cuenta que sí sirve hablar, que si nos escuchan.
No le deseo el mal a nadie, solo deseó que si tienen hijas, novias o esposas y les pasara lo mismo y las hagan sentir como ellos me hicieron sentir a mi (aunque sea una mínima parte​) ojalá ahí recapaciten y entiendan todo el mal que hacen.
Otra vez repito, agradezco estar acá y agradezco que me hayan iluminado para darme cuenta quienes eran esas personas.
Sólo queda seguir con las precauciones de siempre y sin temer vivir. Ojalá que todas las que hayan pasado algo similar se animen a hablar y a contar como yo me animé.