Cómo medir si una relocalización fue exitosa

Por Diego Enriquez, Socio de Holistic Mobility Services (www.holisticrelocation.com).
Un ejecutivo debe dejar su país de origen para trasladarse a trabajar al extranjero. La empresa le brinda una nueva casa, una escuela para sus hijos y hasta le gestiona hobbies en el destino. En su nuevo destino, el desempeño del expatriado está muy ligado a los niveles de bienestar que logre desarrollar. ¿Es posible medir, de manera efectiva, si un proceso de relocalización se completó de manera exitosa?

Existen diversas variables para hacerlo. Entre las principales, figura la capacidad de adaptación del ejecutivo que acaba de mudarse a su nuevo entorno. ¿Encontró su vivienda definitiva dentro de los primeros tres días desde iniciada la búsqueda? De ser así, el panorama es alentador. ¿No tuvo ningún inconveniente con los trámites asociados a cambiarse de un país a otro? Entonces, además, se evitó importantes dolores de cabeza. ¿Está dispuesto a recomendar el servicio de relocalización contratado? Decididamente, fue un éxito.

La relocalización no siempre es tarea sencilla: implica para el involucrado (y muchas veces para toda su familia) un cambio más que significativo. Por eso, es importante que no sólo el asignado se sienta cómodo, sino que también su pareja y sus hijos puedan desenvolverse con naturalidad en el nuevo entorno, construir grupos de pertenencia, crear un hogar en esa casa en un principio desconocida.

Decíamos que existe una relación estrecha entre la performance del asignado y su bienestar. Por lo tanto, la empresa para la que éste trabaja debe ser empática con la situación que atraviesa su colaborador y buscar el punto de equilibrio en el que las restricciones presupuestarias que puedan existir (en el mundo corporativo, siempre existen) y las expectativas del expatriado. Hay que apuntar a que la vivienda elegida cubra los parámetros de confort de quien la va a habitar y ofrezca facilidades como acceso a escuelas, cercanía con los sitios donde se practican los hobbies favoritos de los miembros de la familia y un entorno seguro.

La palabra clave, entonces, es “flexibilidad”: del ejecutivo expatriado para comprender que no siempre se sentirá exactamente igual que en su casa; de su familia para poder adaptarse a un nuevo entorno que en otras condiciones tal vez no hubiesen elegido; y de la empresa, que debe comprender que el asignado está experimentando un cambio brusco en su vida y que necesita de apoyo, contención y condiciones adecuadas para poder sentirse bien en su nuevo hogar y, consecuentemente, tener un mejor desempeño en su nuevo puesto.