«Cristina, estadista superlativa» Eduardo Sanguinetti, filósofo

Como iconoclasta y heterodoxo militante de la vida en libertad, afirmo que Cristina Fernández, estadista superlativa, en talento, coraje y carisma que la ungieron como abanderada del pueblo argentino, que la ama, sin condicionamientos, ha lanzado, contra todas las previsiones de los enanos del entendimiento, su candidatura como vicepresidente de la República Argentina, en fórmula con Alberto Fernández, candidato a presidente. Una jugada maestra en el ajedrez de la política argentina, tan bastardeada por los ignorantes rapaces que gobiernan.

¿Quién sino Cristina Fernández hoy hace un análisis pormenorizado y propone alguna alternativa válida, que se oponga realmente a esta realidad? Solo se escuchan ecos, se leen informes de informantes alcahuetes, habilitados para decir a modo de primicia lo que ya nadie ignora. Festival de estallidos de sordos, ciegos y mudos endémicos simulando disimular, negándose a asumir la caída del hombre y su destino.

Pareciera que todos aprueban estas usurpaciones, conquistas, considerándolas inevitables, y me pregunto ¿no podemos al menos conquistar la libertad perdida, situándonos cada uno con dignidad y autodeterminación, aunque más no sea en los bordes, sino marginalmente?

Como iconoclasta y heterodoxo, protagonista excluido del acontecer cultural, político y social de la Argentina culocrática de este presente vacuo y miserable, encuentro en la decisión de Cristina, un sentido en la permanencia en la ética política en su máxima expresión, que nos obliga a persistir en la lucha soñada por millones de seres, temerosos de liberar Latinoamérica de gobernantes cacofónicos, a través de la construcción de operaciones olímpicas desde la cultura y la educación, devenidos en la llave con nos acompañe a transitar un sendero de libertades ganadas y verdades expuestas.

Deseo señalar que el proyecto liberador puede comenzar en cualquier tiempo y lugar: sólo basta el deseo de llevarlo a cabo, simple, no existe razón para prolongar agonías, salvo que se sumen a las huestes de esclavos del tercer milenio, asimilados a tendencias de ser objetos, en similar categoría que un zapato… ¿o ignoran que nos están robando la vida, la tierra y el futuro, el gobierno de machirulo y sus banda de rapaces?, con la ayuda inestimable de infectos informantes de la corporación mediática criminal que aniquila toda posibilidad de liberarnos de las bestias que han eliminado nuestra historia.

El excluido, no lo ignora Cristina, es la gran metáfora de la liberación, no de un país o de un hombre en particular, sino de toda Latinoamérica, rendida a los pies de imperios putrefactos, que nuevamente recolonizando nos llevan a un ciclo doloroso de nuestra historia, que ya ha comenzado a desarrollarse. Y el primer paso es romper con el sin sentido de un presente inmundo, para poder construir, al fin, un futuro donde la política, sin poseer un fin determinado, sería en esta ocasión el trampolín necesario del empeño nunca acabado por parte de la gran pluralidad de seres humanos por vivir juntos, compartiendo la tierra bajo una libertad mutuamente garantizada promesa de la política en su sentido original.

La convicción de que solo puede ser libre quien esté dispuesto a arriesgar su vida, para no ser esclavo y servil a un sistema dictatorial disfrazado de democrático, tiene demasiada poca vigencia hoy, no así en el pasado, donde se anteponía dignidad y libertad a toda idea de servidumbre.

Así, considero la valentía como la primera de todas las virtudes políticas y forma parte de las pocas virtudes cardinales de la política, espacio donde se instalaban los hombres libres, hoy es sólo un relato interrumpido, de lo que pareciera nunca ha sido, todo se remite al espacio doméstico, grosero, alcahuete, de arrastrados, tras la permanencia en una existencia privada y coaccionada por tendencias prostibularias, donde cabe de todo, menos la verdad y la libertad: los poseedores de un alma esclava son quienes dictan y rigen en este mundo y sin dudas en Argentina, tierra de traiciones, estafas y fraude. La pléyade de serviles funcionales a un sistema necrótico es inmensa, se cuentan por millones.

Ese juego sádico de dominio y servidumbre, que podemos apreciarlo en el gobierno de Macri, es muy peligroso, de relaciones móviles e intercambiables, donde ese «otro» sujeto que está atado a un «collar de perro» o a los juegos perversos y pervertidos del sacrosanto «torturador», puede ocupar el lugar de dominio, subvertir la ley que rige el destino de los cuerpos, puede cambiar el porvenir y provocar el pasaje de esclavo a amo.

No olvidemos que la resistencia y la transgresión siempre proviene de aquel cuerpo que ha sido víctima de la opresión o de la sumisión, de la exclusión y de la amenaza. Desde el límite de lo real, propongo al lector la «otra historia», la de los silenciados, los sometidos, perseguidos. Como sujeto, constituido por el relato, busco lo real establecido para luego negarlo, rechazarlo, eludirlo y desde lo ilusorio, construir otra realidad que explique lo real del presente, convertirme en una fábrica de relatos de lo político, cultural y social, en la vacuidad de este presente espantoso, que los argentinos han sabido ganar, sin lugar a dudas.

Concluyo en una certeza: Cristina hoy, representa la tan vapuleada identidad nacional, de la cual los depredadores de la vida en libertad deberían hacerse cargo, instalando el “deber ser” en sus proto-pensamientos de medievales tardíos… Cristina instala a la política en lo que ha significado desde su origen: un panóptico gigante de apertura del planeta a la unidad y no un devenir de actos de violencia. Aclarar, disipar, abriendo el gran angular que proyecte el mundo a vivir, del cual hoy estamos muy distantes y sin embargo tan cercanos, ironía de nuestro ignoto destino de «ser simplemente ser frágiles criaturas, sometidos a nosotros mismos frágiles criaturas».