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Defender la libertad emanada por la Constitución y el himno nacional. Por Tomás Racki.

DEFENDER LA LIBERTAD EMANADA POR LA CONSTITUCION Y EL HIMNO NACIONAL

El asesinato de Fabián Gutiérrez conmovió al país no solo por la muerte misma, sino porque esta es producto del dinero robado a las arcas públicas: si el gobierno de Cristina no hubiese sido tan corrupto a tal punto de esconder las fortunas robadas debajo de la tierra al buen estilo de un pirata que esconde un tesoro, el asesinato nunca hubiese ocurrido. El origen espurio de la fortuna enterrada fue declarado por el mismo Gutiérrez, cuando este declaró como arrepentido en la causa de los cuadernos. Esto no quiere decir necesariamente que Cristina y el gobierno lo hayan mandado a matar, pero sí que el Estado es responsable de no haberlo protegido como corresponde. Lo que sí es seguro es una cosa que ni para el mas enceguecido de los fanáticos puede negarse: el asesinato está íntimamente relacionado con la corrupción kirchnerista. Pero el problema de Cristina y todo el kirchnerismo no es este asesinato: su principal preocupación radica en que la justicia investigue el origen del dinero, y que los medios de comunicación lo informen.



La intención de los miembros del gobierno de salir impunes de todas las causas y a su vez vengarse de los que los denunciaron y desenmascararon sus maniobras fraudulentas depende en gran medida de neutralizar la división de poderes e incumplir la constitución: esto ocurre simplemente porque en un país con instituciones fuertes y un espíritu republicano la constitución se cumple a rajatabla y el imperio de la ley restringe cualquier asociación ilícita que se quiera implantar desde la cúpula del poder. Es por eso que el kirchnerismo siempre estuvo obsesionado con la justicia, amagando con reformar los miembros de la Corte Suprema, y aspirando a colocar a Rafecas como jefe de los fiscales, como así también quitarle a la justicia el manejo del programa de testigos protegidos, donde muchos arrepentidos han sido protegidos durante el macrismo luego de declarar en causas de corrupción K.

La pandemia ha sido una gran prueba para reafirmar la deficiencia institucional que opera en la Argentina: no solo no funciona a pleno la justicia, sino que funciona acorde a los deseos del poder: la feria judicial se sigue prorrogando al ritmo eterno de la cuarentena, pero para excarcelar presos y ordenar detenciones de forma imparcial sobre enemigos políticos del oficialismo, la justicia no solo que se activa, sino que lo hace de forma llamativamente rápida. Que la sobrina de Cristina no sea apartada como fiscal de la causa de Gutiérrez sería una arista más de la hegemonía feudal del kirchnerismo en Santa Cruz pero también del quebrantamiento institucional de la justicia a nivel país.

Que el congreso funcione por videoconferencia es otro honor que se le hace al peronismo, cuando en la época de Perón se dejaba a los pocos diputados opositores que había en el Congreso hablando solos, dejando claro el mensaje de que la palabra disidente poco importaba, y que no merecía ser escuchada. Algo muy similar ocurrió cuando a un senador opositor se le apagó el micrófono cuando se debatía de forma virtual la creación de una comisión investigadora de la deuda de Vicentín, que además, se creó de forma ilegal, sin llegar a los dos tercios necesarios para su concreción.
No deja de ser curioso que el senado quiera sesionar por videoconferencia, cuando dicha modalidad se presta a este tipo de maniobras, y luego de que en este gobierno se hayan disuelto las Sociedades de Acciones Simplificadas, que permitían crear un emprendimiento de forma virtual en cuestión de horas. En la Argentina donde se premia a los políticos corruptos y llenos de dinero y se castiga al ciudadano de a pie cada vez más empobrecido, la tecnología con buenos fines es menospreciada, y la utilizada para el bien del poder es estimulada y aprobada con creces.
Pero más allá de la división de poderes, cuestión que caracteriza de forma terminante a un régimen republicano, se encuentran las libertades, ya que sin ellas, la democracia no existe: no hay una forma de gobierno democrática donde no haya libertad de expresión, libertad económica, libertad de culto, libertad de asociación, entre otras libertades en las que se ha basado la constitución de nuestro país, que tiene como cuerpo principal a la constitución de 1853, cuyo autor intelectual, Juan Bautista Alberdi, se inspiró en un modelo de constitución liberal y moderna pensando en un país libre. La libertad se encuentra en la esencia mas profunda de nuestra patria, y así lo demuestra nuestro himno nacional, cuando dice «Oíd mortales el grito sagrado, libertad, libertad, libertad».

La libertad es algo que le inquieta demasiado a los gobernantes argentinos, porque gracias a la libertad de expresión y a las libertades políticas es que a diferencia de Venezuela, en la Argentina sigue habiendo un periodismo independiente que informa a los ciudadanos sobre todo lo que hace el poder, y hay una oposición que tiene con qué competirle al peronismo en las próximas elecciones. Por esta razón siempre al peronismo le molestó y le seguirá molestando la libertad, y tanto Alberto Fernández como otros miembros del gobierno maltratan a los periodistas, mandan a ensañarlos, escracharlos y hasta intentan detenerlos queriéndolos involucrar en presuntos espionajes ilegales: porque siempre que se cuente la verdad y haya una opinión pública disidente, al gobierno se le hace más cuesta arriba concentrar el poder y salir inmunes de ello.

El artículo 14 de nuestra constitución nacional dice muy claramente: «Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio, a saber: De trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a sus autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender». En el kirchnerato de la pandemia, los argentinos ya no tenemos libertad para circular, trabajar, estudiar, acceder a los templos religiosos, abrir un comercio, hacer deporte, y ahora la libertad de expresión se encuentra seriamente en peligro a raíz de distintos acosos a periodistas. La constitución es una sola y es la misma con pandemia y sin pandemia, y a través de ella es que los políticos deben entender que son empleados públicos al servicio del ciudadano, y que el ciudadano no debe estar al servicio de ellos.

Durante esta cuarentena se han violado muchas de las libertades garantizadas por la constitución, y el día que se censure al periodismo y ya nadie tenga acceso a la información, Argentina habrá completado su proceso de «venezolanización» y habrá adoptado la tiranía como forma de gobierno. El deber de los partidos políticos opositores, la prensa y toda la ciudadanía en su conjunto es hacerle honor a las palabras de nuestro himno y defender la libertad, que tanto costó conseguir.