Del Operativo Dorrego al apoyo a Milani

En un célebre análisis de coyuntura sociopolítico del siglo XIX un ideólogo socialista revolucionario señala citando a Hegel “que los hechos de la historia parecen repetirse por lo menos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa.”
Las últimas décadas del devenir histórico político argentino parecen confirmar este aserto.
En el año 1973, en medio de la euforia por la “primavera del peronismo camporista”, los y las militantes de la “gloriosa JP”, la juventud peronista protagonizaron junto a miembros de la policía de Buenos Aires el llamado operativo Dorrego. Confluencia de militantes sociales (civiles por cierto) , con los uniformados de la bonaerense que poco después comenzarían exterminarlos junto a los esbirros de la triple A por “infiltrados en el movimiento nacional y popular.”
El pasado verano la primera mandataria recibió orgullosa en Mar del Plata a la Fragata Libertad y otra vez hizo confraternizar, esta vez a “los chicos chicas de la Cámpora con los Marinos de la Armada Argentina”, continuadores y discípulos de los verdugos de la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada), el mayor Centro de Detención Clandestina de personas durante los años de plomo de la dictadura cívico militar de 1976 a 1983. El “laboratorio de experimentación del sanguinario almirante Massera. El acto marplatense fue por supuesto una muestra de reconciliación nacional, bajo pabellones celestes y blancos ¿Todos unidos triunfarán? Sin combatir al capital.
Ahora con el apoyo de un par de señoras dirigentes de organismos de defensa de los derechos humanos y aun contra la opinión mayoritaria de los militantes de estas organizaciones sociales, se aprobó el pliego de César Milani y su raudo pasaje de general a teniente general. Como se sabe su actuación durante los años de plomo fue clara y concreta es responsable por la desaparición forzada de personas, como amanuense, es un agente militar de inteligencia. La presidenta estrecha su mano sonriente, el ministro de defensa lo palmea en el hombro.
¿Y la sangre derramada por los militantes, los secuestros y las torturas de ayer y de hoy? ¿Y Julio López y Luciano arruga?
Las palabras no alcanzan para expresar nuestra indignación frente a lo siniestro, los hechos y las acciones son más contundentes.
Hoy como ayer, nosotros no olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos.

Rafael Ventura León

Diciembre de 2013