Demoliendo Tangos y Mozzoni mostraron la diversidad estética del género en el Tasso

Mariano Suárez
La plasticidad del tango como lenguaje admite diferentes enfoques y ropajes sonoros que, sin embargo, moldean una misma estética: esa idea cultivaron en la noche Demoliendo Tangos y la cantante Marilina Mozzoni en el porteño Centro Cultural Torquato Tasso.

Con ánimo de deconstruir el formato tradicional para luego reutilizar esas mismas herramientas al servicio de una propuesta con rasgos propios, la formación Demoliendo Tangos, liderada por el pianista Federico Mizrahi, inauguró la noche en el emblemático escenario del barrio de San Telmo.

La fructífera usina compositiva de Mizrahi, entremezclada con la veta histriónica del actor y bandoneonista Luis Longhi, se unieron para desandar un camino que transitó desde Eduardo Arolas hasta las citas musicales a Astor Piazzolla.

Demoliendo Tangos -también integrada por Christine Brebes en violín, Myriam Santucci en violoncello y Guadalupe Soria en clarinete- se afirma precisamente sobre esa tensión: Arolas, pieza fundamental en la gestación del tango como lenguaje, y Piazzolla, quien a partir de lo mejor de la tradición (la orquesta de Aníbal Troilo) extendió sus límites más allá de lo imaginado por sus contemporáneos.

En ese camino, la formación entregó «Comme il faut» (Arolas) o «Demoliendo Tangos» (Mizrahi, con citas explícitas a Piazzolla), pero en el medio piezas de caligrafía propia como «Farol de Santa Marta» o «Cielito linda», que revelan también la militancia del pianista por otras músicas.

La segunda sección de la noche, a cargo de la cantante Marilina Mozzoni, mostró una textura más tradicional, aunque con la natural ambición de abrazar otras sonoridades, urbanas y rurales.

La voz de la cantante cordobesa -bajo la dirección musical del guitarrista Jorge Giuliano y el acompañamiento percusivo de Mariano Risso- atravesó a un repertorio que cruzó el tango-canción o el estilo en su momento renovador de Eladia Blázquez con piezas del patrimonio de la trova cubana («Una palabra», Carlos Varela) o de la música de raíz peruana (el vals «La Flor de la canela», de Chabuca Granda).

«Viejo ciego» y «Oro y plata», con letra de Homero Manzi, marcaron el cierre de una noche alimentada por la diversidad.

La actividad del Tasso (Defensa 1575) continuará esta noche y el sábado desde las 22 con la presencia de dos guitarras consagradas de la música popular: Juanjo Domínguez y Hugo Rivas.