Dependencia: Los jóvenes postergan la partida de la casa familiar.

Los jóvenes postergan la partida de la casa familiar por múltiples y complejos motivos.

Los jóvenes que postergan la partida de la casa familiar, y extienden de este modo una situación de dependencia que algunos expertos llaman `prolongación de la adolescencia`, lo hacen motivados por condiciones económicas y culturales así como por confusos discursos paternos y de la sociedad.

La mayor presencia de chicos y chicas de entre 18 y 35 años viviendo en la casa de los padres revela que «hay una postergación de un acto de autonomía, de un corte para una salida hacia la exogamia», precisó a Télam Cristina Vitores, psicoanalista y supervisora del Centro Dos de Investigación y Atención psicológica de la ciudad de Buenos Aires.

La especialista consideró que «muchas veces los adultos no son claros con lo que le demandan a los jóvenes, porque se acuerdan tarde de que el hijo tiene que desprenderse, pero hay cosas que se gestan desde antes y actitudes retentivas de los padres».

En este sentido, enfatizó que «a veces los adultos y la sociedad no tienen discursos claros, invitan a los adolescentes a algunas cosas desde muy temprano y restringen otras», y aclaró que «no se dan cuenta hasta que punto están involucrados en esta prolongación de la partida de los hijos».

En este sentido, dijo que «el adulto también está confundido respecto a poder despegarse de sus hijos y enfrentarse con las propias limitaciones, a vivir sin sus hijos», y añadió que el hecho de mantenerlos en esa condición de dependencia les crea la ilusión de detener el paso del tiempo.

Para Vitores, los adultos tienen que «cambiar los paradigmas porque en otro tiempo el corte con lo endogámico estaba ubicado en la autonomía económica, el salir de la casa, tener el propio trabajo, tener sus gastos, pero los chicos a veces hacen esos cortes en otros lugares aunque sigan viviendo con los padres».

Aclaró que si bien la independencia económica es uno de los cortes necesarios, «tampoco es garantía de no tener cierta dependencia familiar», haciendo referencia a la complejidad del tema.

La especialista describió esta situación en los sectores medios, donde muchos padres sostienen económicamente a sus hijos con el objetivo de que terminen sus estudios; y al referirse a sectores más humildes dijo que «en algunos casos se ve que se quedan pero también vemos que hay chicos que salen prontamente».

«Algunos salen tempranamente con hijos incluidos y otros se quedan y van armando su propia familia dentro del hogar de sus padres», añadió, marcando el factor económico como uno de los principales.

La psicoanalista planteó que más allá de las generalizaciones, es importante «rescatar las singularidades porque a veces en función de ubicar rasgos de la época se pierde de vista que hay jóvenes que pueden hacer otras cosas distintas y propiciar un cambio».

Por su parte, la psicóloga Nilda Allegri precisó que «uno deja la adolescencia cuando asume el rol adulto, y los rituales de pasaje de otros tiempos ya no funcionan, como por ejemplo, el casarse».

«Antes la gente se casaba y se iba de la casa, era un viaje de ida; el embarazo abortaba la adolescencia, los pibes se iban a vivir juntos. Eso cambió, y no hay una mirada acusatoria a un hombre de 28 años que vive con los padres y recibe a sus chicas en la casa, algo que hace tres décadas era impensable».

Consideró que «hay una matriz social que permite no ver como un fracaso que los hijos permanezcan hasta los 30 y aún más, sin responsabilizarse por completo de las obligaciones».

En este sentido, precisó que «hay una habilitación social para este `permanecer adolescente`; antes el matrimonio y la sociedad te arrojaba al afuera. La soltería era vivida como un estigma y la no maternidad como un fracaso».

«Eso cambió -enfatizó-, cambian las familias, cambian las maneras de percibir qué es lo que está bien o qué es lo que está mal; tarde o temprano los hijos se van. Cada familia tramita eso de manera diferente y cada sociedad permite o impide este pasaje, pero depende de eso para la transmisión generacional».

En tanto, una investigación realizada a partir de entrevistas a jóvenes y padres del ámbito metropolitano de Buenos Aires en segmentos de nivel medio reveló que esta prolongación de la vida de los hijos en su hogar familiar cambió aquella situación marcada en otros tiempos como el «nido vacío», por el «nido lleno».

El estudio, realizado por el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad Argentina de la Empresa, concluyó que «los padres no abandonan el rol de proveedores», y que los hijos son «libres en su toma de decisiones; dependientes en su mantención económica»; y que esa dependencia es vivida como natural.

Concluyen a su vez que en estos hogares «convive una `familia de adultos`, cada uno con sus horarios, sus decisiones, sus hábitos individuales, pero solventados económica y logísticamente por los mayores de la casa».