Descubrimiento de la rosa. Por Carlos Pensa.

Hubo palabras. Bellas, diminutas.
Volaban sobre el vacío, sobre la muchedumbre.
Iban por el aire con la claridad
de la mirada indómita, del miedo,
iban libres por las habitaciones. Sin vestidos.
Hubo palabras cálidas atravesando
lágrimas, la tristeza del tedio,
la acumulada realidad del cansancio.
Volaban como pájaros, leves.
De silencio en silencio. Como sombras.
     Al momento de hacer esta nota, primavera de 2012, el poema anterior, no había sido publicado en forma de libro. Me llegó en el formato de un señalador para colocar, el lector, entre las páginas que va leyendo y fue impreso por Editorial DUNKEN de Buenos Aires para publicaciones de este autor argentino.
     Doble agasajo portan estos versos pues el título del poema contiene un simbolismo preciso: la rosa como significante de belleza natural. En simultáneo luce el homenaje a las palabras que son el instrumento necesario y apreciado por los oficiantes de la versificación. Dice Penelas, admirativamente, que ellas son bellas, leves y cálidas. El último verso resalta al silencio que expectante y profundo prepara al lector o al oyente para el goce de la frase cargada de ideas e imágenes hermosas. 

Carlos Pensa
escritor