Día de la Mujer: Precarizadas y con menores salarios.

El Día Internacional de la Mujer, antes llamado Día de la Mujer Trabajadora, debido la decisión de la ONU de institucionalizarlo en 1975,1​ conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. Se celebra el día 8 de marzo.

En 1972 la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró 1975 Año Internacional de la Mujer 2​ y en 1977 ​invitó a todos los Estados a declarar, conforme a sus tradiciones históricas y costumbres nacionales, un día como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.

Las desigualdades económicas que afectan a las mujeres constituyen una de las grandes motivaciones que nos llevan a movilizarnos el próximo 8M de 2018, en el paro internacional de mujeres. El presente informe se propone sistematizar las principales desigualdades de género en la economía argentina a la luz de las transformaciones en la etapa reciente, proponiendo al mismo tiempo una agenda de políticas públicas. En una primera parte, analizamos el origen de la brecha de ingresos entre varones y mujeres. Desde el sentido común, generalmente se asocia esta problemática a la discriminación en la remuneración obtenida entre varones y mujeres, a igual tarea realizada. Sin embargo, existen una serie de factores de profunda raigambre social que explican la existencia de la brecha de ingresos: la desigual distribución entre trabajo productivo y reproductivo, la mayor inserción de las mujeres en empleo no registrados y la penalización en la remuneración de las profesiones asociadas al cuidado y fuertemente feminizadas. En un segundo apartado, analizamos la feminización de la pobreza, muy vinculada a la maternidad y particularmente acentuada en los hogares monoparentales, donde la mayoría tiene mujeres al frente. Por último, examinamos dos fenómenos asociados al consumo desde una perspectiva de género: costos diferenciales asociados al ciclo reproductivo femenino y pink tax (impuesto rosa) en productos similares para varones y mujeres.

– Una de las principales desigualdades económicas que afecta a las mujeres es la brecha de género en los ingresos. Si se considera la brecha de ingresos de la ocupación principal (vinculada a la actividad laboral), la misma se ubica en el 27% para el segundo trimestre de 2017, según los últimos datos de la EPH – INDEC. Incluso si se considera la brecha de ingresos personales (incluye ocupación principal, secundaria e ingresos como laborales como jubilación o renta) la brecha de género persiste ubicándose en 29%.

-Cuando se considera la evolución de la brecha de ingresos por la ocupación principal en el largo plazo, se observa que entre 2004 y 2015 hubo una contundente disminución (11 puntos porcentuales) pasando del 33% al 22%. Este proceso está asociado a la mejora de los indicadores macroeconómicos en general y del mercado de trabajo en particular (salario real, nivel de registración, mayor cobertura de los convenios colectivos de trabajo. etc.). Hacia 2017, vuelve a haber un repunte de la brecha asociado a la incipiente desregulación del mercado de trabajo, ubicándose en 27%. Ahora bien, la permanencia de una brecha que rondó el 20%-24% durante todo el período demuestra la existencia de un núcleo duro de la desigualdad que requiere políticas específicas si se pretende erradicar la inequidad de género en los ingresos.

-Uno de los mitos en torno a la brecha de género es que la misma se debe a que las mujeres son peor remuneradas a igual tarea realizada por varones. Sin embargo, esto aunque pueda suceder en la práctica en algunos casos, no explica el fenómeno macro. Entre las principales causas de la desigualdad salarial, se encuentra la inequitativa distribución entre trabajo productivo y reproductivo (las mujeres dedican menos horas al trabajo remunerado porque deben atender al sostenimiento del hogar), lo que se refleja en la tasa de actividad: 69,8% es la tasa masculina y 47,9% la femenina.

-Otra de las causas de la desigualdad de género en los ingresos es la mayor inserción de las mujeres en la informalidad laboral: mientras que el 36% de las mujeres trabaja de manera informal, en los varones el porcentaje desciende a 31%. Además, en este universo la brecha en las remuneraciones es más pronunciada: mientras que para el trabajo informal se ubica en 34% en el trabajo registrado lo hace en 21%.

-Adicionalmente, un elemento central en la desigualdad salarial es la penalidad de las profesiones asociadas a tareas de cuidado. Según el relevamiento realizado en portales web de búsqueda laboral, las profesiones de la sanidad, docencia y servicio doméstico, fuertemente feminizadas y asociadas al cuidado, tienen peores remuneraciones horarias que otras profesiones con similares características en términos de formación profesional y experiencia laboral.

-El fenómeno de feminización de la pobreza se acrecienta en los hogares con menores y monoparentales con jefatura femenina. El 27% de los hogares argentinos con menores son monoparentales y de estos el 83% tiene jefatura femenina. Esta representación se profundiza en los deciles de menores ingresos: los hogares monoparentales representan el 66% de los hogares pobres y los que tienen jefatura femenina son el 60%. En estos hogares la AUH es central ya que el 47% la percibe como ingreso principal.

-En cuanto al consumo, las mujeres contamos con costos diferenciales asociados al ciclo reproductivo de la mujer. Una mujer cuya menstruación se produce desde los 15, tiene dos hijos durante su vida fértil y a los 50 años tiene la menopausia deberá dedicar a lo largo de su vida y a valores actuales casi $600.000. Durante toda su vida, tendrá la menstruación 420 veces descontando tres años de embarazo y posparto. Sumando el valor de las toallitas femeninas, pastillas anticonceptivas y analgésicos tendrá un costo de $6.518 anuales o bien $198.700 a lo largo de su vida fértil. Asimismo, en la etapa de la menopausia y considerando el promedio de vida de la mujer, tendrá otros 35 años donde deberá afrontar el gasto de apósitos para pérdida de orina, remedios para la incontinencia, pastillas de calcio, además de algunos años más de hormonas, lo que implicará un gasto anual de $9.240 o de $346.200 durante los 35 años.


Brecha de ingresos

La brecha se calcula como la diferencia entre los ingresos promedio masculino y femenino expresado como promedio de los ingresos femeninos

Los ingresos surgen de las encuestas de hogares relevadas por el INDEC. Según el tipo de ingreso considerado y el universo al que se refieren surgen diferentes brechas: Brecha de ingresos personales: surge de considerar todos los ingresos laborales y no laborales que perciben las personas: salarios, jubilaciones y pensiones, rentas son ejemplos de ingresos. Brecha de la ocupación principal: surge de considerar los ingresos de la ocupación principal de los activos. Incluye además de ingresos salariales, los ingresos de los cuentapropistas y demás remuneraciones de los activos ligadas a la ocupación principal. Brecha salarial: surge de considerar los ingresos estrictamente salariales de los empleados en relación de dependencia (registrados y no registrados). Brecha salarial horaria: surge de considerar los ingresos salariales de los empleados en relación de dependencia (registrados y no registrados) por hora trabajada. Los diferentes cálculos de la brecha de ingresos muestran diferentes dimensiones de la desigualdad o inequidad. La brecha de ingresos personales, expresa el grado de inequidad en la distribución de los ingresos de las personas (sean activos, inactivos, empleados o rentistas) y, por lo tanto, es apropiada para analizar la desigual distribución del producto del trabajo (entendiendo el trabajo en un sentido amplio y no solamente en relación de dependencia) entre varones y mujeres. La brecha de ingresos salariales mide la desigual inserción de mujeres y varones empleados (registrados o no) en el mercado del trabajo y la brecha salarial horaria por su lado, sirve para analizar inequidades en la retribución del trabajo que no provienen de la desigual distribución de tiempo trabajado, ya que se controla por dicho factor.