Echan a los golpes a dos hombres por besarse en una pizzería de Scalabrini Ortiz y Santa Fe

Una pareja fue a cenar a un local del barrio porteño de Palermo y fueron sacados del lugar violentamente. El responsable del restaurante expulsó al encargado tras el hecho. Uno de los chicos hizo su descargo a través de las redes sociales.
El domingo a la noche, la pareja decidió salir a cenar al local de la Accademia della pizza, ubicado en la esquina de Scalabrini Ortiz y Santa Fe, en pleno barrio porteño de Palermo. Sin embargo, la noche no terminó como esperaban por el repudiable accionar del encargado, el lavacopas y uno de los mozos del local.
En pleno siglo 21 cuesta entender que algunos hechos discriminatorios sigan ocurriendo. Tal es el caso de Tomás Rodríguez y su novio Joaquín, quienes fueron echados de una pizzería por ser homosexuales.

El domingo a la noche, la pareja decidió salir a cenar al local de la Accademia della pizza, ubicado en la esquina de Scalabrini Ortiz y Santa Fe, en pleno barrio porteño de Palermo. Sin embargo, la noche no terminó como esperaban por el repudiable accionar del encargado, el lavacopas y uno de los mozos del local.

«En vez de sentarnos uno frente al otro, nos sentamos al lado. Supongo que en algún momento nos habremos abrazado o dado un beso, como cualquier pareja. De repente, se acercó el encargado y nos dijo: Les voy a pedir que se comporten, acá hay un ambiente familiar», relató Tomás, quien le contestó: «Nosotros también somos familia».

La respuesta del joven de 22 años generó aún más bronca entre el personal de la pizzería, por lo que los chicos se sintieron echados y se fueron. Mientras tanto, una pareja heterosexual que estaba comiendo al lado de ellos intervino y se acercó a hablar con los mozos y el dueño. «Al ver la situación, hablamos con ellos y nos respondieron que ese no era un lugar para ese tipo de personas. Nos dijeron que se habían desubicado por haberse dado un beso y les preguntamos: ¿Si fuese una pareja hétero estaría bien? Obviamente respondieron que sí», relató Diana Morales.

Accademia della pizza. Scalabrini Ortiz y Santa Fe. Estábamos cenando, sentadxs unx al lado delx otrx. Se acercó el encargado del lugar a echarnos porque ‘esto es un ambiente de familia’ ‘yo no les falto el respeto pero ustedes compórtense’ Le respondimos que nosotrxs también éramos familia y nos fuimos. El encargado, un cocinero y dos mozos nos corrieron una cuadra y media por Scalabrini Ortiz. Nos forcejearon, nos separaron, me pegaron en la cara y en la espalda en el medio de la calle Güemes. Nos ‘escoltaron’ a un cajero gritando ‘putitos de mierda’ ‘no vuelvan más a mi pizzería’ ‘lo que hacen es para cagarlos a trompadas’ ‘los vamos a hacer meter en cana’ ‘ustedes chupense la pija si quieren pero acá no vuelvan más’ Pagamos y nos siguieron gritando todo eso, amenazando con que la próxima nos iban a cagar más a trompadas.
El odio en sus caras era tan obvio.. Tan obvio como el contexto de avance conservador que los habilita.
Fuimos a la comisaría 23 a hacer la denuncia, nos acompañó Joaco Sesma, mi otra novia. Salimos caminando tensas y con miedo, expuestas las tres por maricas. Expuestas por el odio a nuestras identidades.

Hace menos de dos meses no nos dejaron besarnos en el Burger King de Plaza Italia, a 4 cuadras de esta pizzería. Y se supone que nos tenemos que creer que con el gayfriendlismo alcanza..

https://www.facebook.com/events/335321320578633/

En pleno siglo 21 cuesta entender que algunos hechos discriminatorios sigan ocurriendo. Tal es el caso de Tomás Rodríguez y su novio Joaquín, quienes fueron echados de una pizzería por ser homosexuales.

El domingo a la noche, la pareja decidió salir a cenar al local de la Accademia della pizza, ubicado en la esquina de Scalabrini Ortiz y Santa Fe, en pleno barrio porteño de Palermo. Sin embargo, la noche no terminó como esperaban por el repudiable accionar del encargado, el lavacopas y uno de los mozos del local.

«En vez de sentarnos uno frente al otro, nos sentamos al lado. Supongo que en algún momento nos habremos abrazado o dado un beso, como cualquier pareja. De repente, se acercó el encargado y nos dijo: Les voy a pedir que se comporten, acá hay un ambiente familiar», relató Tomás, quien le contestó: «Nosotros también somos familia».

La respuesta del joven de 22 años generó aún más bronca entre el personal de la pizzería, por lo que los chicos se sintieron echados y se fueron. Mientras tanto, una pareja heterosexual que estaba comiendo al lado de ellos intervino y se acercó a hablar con los mozos y el dueño. «Al ver la situación, hablamos con ellos y nos respondieron que ese no era un lugar para ese tipo de personas. Nos dijeron que se habían desubicado por haberse dado un beso y les preguntamos: ¿Si fuese una pareja hétero estaría bien? Obviamente respondieron que sí», relató Diana Morales.

Tomás y Joaquín habían caminado una cuadra y media por Scalabrini Ortiz cuando escucharon gritos hirientes, provenientes del encargado, dos mozos y otro empleado de la cocina. El lavacopas, que era el más joven, los alcanzó y agredió físicamente a Tomás, a quien lo agarró de la mochila y le pegó en la espalda. «También el mozo me pegó en la cara y me caí contra el piso», denunció el joven.

«Nos decían putitos de mierda, vengan a pagar lo que deben, los vamos a hacer meter en cana, no vengan a la pizzería a mostrarse, son unos asquerosos», contaron los jóvenes, quienes los acusaban de haberlos echado del local. En ese contexto los empleados les reclamaban que no habían pagado, pero la pareja ni siquiera pudo probar bocado porque inmediatamente después de pedir se fueron. Tomás le dio al encargado su tarjeta de débito pero el hombre le dijo que sólo aceptaba efectivo, por lo que los trabajadores los escoltaron hasta un cajero a sacar dinero. «Lo de la plata era una excusa porque caminaban atrás y nos decían: Es para cagarlos más a trompadas. Todo el tiempo nos decían no vuelvan más, putos de mierda», concluyó el chico.

Por su parte, Sergio Rivadulla, responsable del local, decidió echar al encargado tras lo ocurrido: «Dijo que en una mesa había una familia que se quejó y también dos señoras mayores de otra mesa le hicieron señas. Nada de eso lo justifica. ¿Decirles que es un salón familiar y por eso está mal que una pareja se dé un beso? No se puede trabajar con alguien que tome esa actitud».

NOS ENCONTRAMOS EL SÁBADO A LAS 18 PARA REPUDIAR EL LGTBIODIO

Convocamos desde Conurbanxs Por la Diversidad y Quimeras / Democracia Socialista

Accademia della pizza. Scalabrini Ortiz y Santa Fe. Con Joaco Guevara estábamos cenando, sentadxs unx al lado delx otrx. Se acercó el encargado del lugar a echarnos porque ‘esto es un ambiente de familia’ ‘yo no les falto el respeto pero ustedes compórtense’ Le respondimos que nosotrxs también éramos familia y nos fuimos. El encargado, un cocinero y dos mozos nos corrieron una cuadra y media por Scalabrini Ortiz. Nos forcejearon, nos separaron, me pegaron en la cara y en la espalda en el medio de la calle Güemes. Nos ‘escoltaron’ a un cajero gritando ‘putitos de mierda’ ‘no vuelvan más a mi pizzería’ ‘lo que hacen es para cagarlos a trompadas’ ‘los vamos a hacer meter en cana’ ‘ustedes chupense la pija si quieren pero acá no vuelvan más’ Pagamos y nos siguieron gritando todo eso, amenazando con que la próxima nos iban a cagar más a trompadas. El odio en sus caras era tan obvio.. Tan obvio como el contexto de avance conservador que los habilita. Fuimos a la comisaría 23 a hacer la denuncia, nos acompañó Joaco Sesma, mi otra novia. Salimos caminando tensas y con miedo, expuestas las tres por maricas. Expuestas por el odio a nuestras identidades. Hace menos de dos meses no nos dejaron besarnos en el Burger King de Plaza Italia, a 4 cuadras de esta pizzería. Y se supone que nos tenemos que creer que con el gayfriendlismo alcanza..

Los refugios que logramos armar para vivir son a veces tan amenos que nos podemos olvidar por un ratito lo que duele la heteronorma, y podemos sentirnos orgullosxs de estar cambiando las cosas. Pero salimos a la calle, en todo el mundo, y Bolsonaro gana las elecciones con los comentarios más homoodiantes que se han dicho en la esfera pública, el «Papa-progre» Bergoglio nos manda al psiquiatra y contribuye al fortalecimiento de ciertos sentidos comunes que alimentan la violencia que ya sufrimos, y nuestrxs compañerxs no pueden comerse una pizza en medio de Palermo (barrio careta cheto híper pinkwasheado) porque lxs golpean, lxs golpean en lo más hondo, una y otra vez.

Al closet no volvemos nunca más.
Nuestras existencias y nuestros deseos no son delito.