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Eco-gerontología: un buen entorno en la vejez, demora los procesos de deterioro.

Hasta hace unos años y por cuestiones sociales, culturales y económicas, las familias convivían con los abuelos. Las mujeres no trabajaban y podían ocuparse de ellos en las casas. Se los atendía, ya que ocupaban un lugar de pasividad en la familia. Pero hoy esto ha cambiado: la institución familiar se modificó y ya son pocos los casos en los que conviven varias generaciones de una familia en una misma vivienda.



En la actualidad, es muy común encontrar casos en los que los adultos mayores viven solos, con personal que los asista o en instituciones especializadas. Por eso es importante destacar que no sólo el entorno físico tiene implicancia en la salud, sino que el contexto social los afecta significativamente.

El concepto de entorno en el que se transcurre la vejez es tan amplio que primero hay que delimitarlo.

Se está comenzando a trabajar sobre el concepto de “eco-gerontología”, que se ocupa del estudio de las condiciones de vida del adulto mayor.
Esto se aplica a las macro-condiciones de vida de las personas (el envejecimiento según se de en la ciudad o en el campo, por ejemplo), como así también a las micro-condiciones de cada adulto mayor en lo que refiere a su hábitat particular, las condiciones y posibilidades que cada uno tiene para vivir.

Sobre el entorno físico, es importante establecer las condiciones mínimas de seguridad, accesibilidad y funcionalidad conforme a las necesidades y limitaciones de la persona. En las instituciones actuales se evalúan, en forma previa al ingreso y durante la etapa de adaptación, todas las variables que determinan que el departamento sea acorde a las necesidades del residente. Esto contempla desde la cama, el baño, los placares, los muebles y todo aquello que pueda obstaculizar el bienestar de cada persona.
De la misma manera se considera cuál es personal de la institución más apto para su atención, contención y compañía. Cada residente tiene la posibilidad de traerse muebles y pertenencias de su casa, a fin de sentirse cómodo, a gusto, familiarizado con sus propias cosas, respetando su singularidad, mediante el entendimiento y comprensión de sus necesidades.

También hay que tener presente cuánto influye el orden, el cuidado, el confort y los distintos espacios para el esparcimiento cotidiano. Es importante ayudar al acceso a espacios verdes como jardines, plazas, parques. El contacto con la naturaleza favorece la dispersión, la oxigenación, estimulando ampliamente los sentidos del anciano.
Sobre los entornos sociales debemos considerar el valor terapéutico de propiciar la continuidad de sus costumbres, estilo de vida y afinidades tanto con sus pares como con personas de otras edades (parientes, amigos, vecinos y otros).

Si bien la vejez es una etapa de la vida difícil de transitar, promover los espacios en los que se puedan compartir actividades recreativas, sociales y culturales evita el aislamiento y la insuficiencia sensorial, y estimula la conservación de habilidades, demorando los procesos de deterioro.

Por Cecilia Millan, Psicóloga Institucional de Edificio Manantial (www.manantialghumano.com.ar)