El amor y las elecciones de pareja

Las aristas del amor

Todos hemos experimentado el amor. Amar y ser amado enriquece nuestras vidas. Cuando la gente se siente sentimentalmente cerca de otra persona está más contenta, la ayuda a sentirse importante, entendida y segura. Cada tipo de amor tiene sus rasgos distintivos. El amor que sentimos por nuestros padres es distinto del que sentimos por nuestros hermanos, amigos y hasta nuestra mascota. En las relaciones románticas el amor tiene características muy particulares. Si comenzamos a hablar de este tipo de amor enseguida vinculamos esta emoción con un corazón rojo que late, sonríe, suelta mariposas y montones de combinaciones, si se quiere podemos definirlas como románticas.

El amor, para los estudiosos de las neurociencias, no se activa en el órgano que late, sino en el cerebro, dando respuestas a estímulos proporcionados por los sentidos. Pero también el sentimiento del amor está sujeto a las construcciones vinculares primarias, que han creado en el adulto “una forma de sentir” el amor. Como todas las emociones, nadie puede medir quien siente más que el otro, cada uno siente como quiere y como puede.

El amor romántico puede vincularse al deseo sexual, ya que las partes del cerebro comprometidas con estas funciones son compartidas, el centro motor y el área sensorial. Cuando vemos a alguien que amamos, es posible que el corazón comience a latir más rápido y mucho más fuerte, eso se debe solamente al hecho de que el cerebro a través de lo que percibe, envía una señal y se liberan hormonas, tales como la adrenalina, la epinefrina y la norepinefrina.

Pero el amor, es mucho más complejo que esto. Este sentimiento puede ser maravilloso, de plenitud y paz, pero también puede estar signado por el sufrimiento, el dolor, la tristeza y la melancolía, producto de nuestras vivencias guardadas también en el cerebro, desde nuestra infancia y con el bagaje acumulado de experiencias sobre el amor romántico. Las primeras relaciones establecidas, las primeras vinculaciones parentales y sociales, definen en parte nuestra forma de amar. Descubrirlas puede colaborar, desde lo cognitivo, a resolver problemas vinculados a las relaciones. El amor es mucho más que quitarse la ropa, eso puede ser fácil, comparado con el esfuerzo y el proceso que implica dejar al desnudo el alma, sentirse vulnerable a los sentimientos de amor más simples y cotidianos.

¿Cómo elegimos una pareja?

La Counselor Cristina Inés Papazian, integrante de la Asociación Argentina de Counselor, explica: “Desde el estudio que se aborda a partir de las terapias de pareja y familia, en general las personas eligen una pareja de forma más o menos consciente, no obstante, el inconsciente a veces suele “obligarnos” a hacer una elección equivocada. Un análisis del genosociograma puede darnos algunos datos sobre cómo el sistema familiar se ha organizado con el amor, para sentirlo y manifestarlo. Intervienen también las lealtades familiares inconscientes y los secretos de familia, que como fantasmas giran para ser descubiertos.”

La condición primaria del ser humano, y como instinto de supervivencia ronda en el deseo de “ser querido”, con la idea de que si no soy querido “seré rechazado”. Es por eso que lo que haya guardado el cerebro en la infancia sobre “lo que tenemos que hacer o decir” para ser queridos, será una parte importante de nuestra futura vinculación. En general una pareja se elige por repetición, por oposición o por compensación.

Cuando hablamos de repetición, encontramos que ésta puede elegirse con la convicción de que es “lo correcto”, “lo mejor”, “lo conveniente”. Damos el ejemplo de una mujer cuyo abuelo era escribano, su padre fue escribano y ella elige una pareja escribano o por lo menos que trabaja en una escribanía. Podríamos decir que estamos frente a una repetición “pura”, en donde repito el sistema familiar que me sostuvo. Pero también hay una repetición por interpretación, en donde la persona puede repetir no lo que pasó, sino lo que ella interpretó que pasó. Ponemos el siguiente ejemplo: de pequeña una mujer veía cómo su abuelo llenaba de oro a su abuela, y ésta hablaba de su amor por él. En su memoria guardó asociada la idea del oro con el amor, interpretó que el “oro” es amor. Enamorada de un empleado del negocio de su padre, no obstante para ser “leal” al sistema familiar, renunció a su amor y se casó con un hombre de fortuna, al que nunca pudo amar. Tras fracasar su pareja, descubrió que su abuela aceptaba el oro del abuelo, pero tenía un amante de quien estaba enamorada. Es importante destacar que los ejemplos que se exponen no son fantasías literarias, sino casos de estudio.

Cuando hablamos de una elección por oposición, estamos revelando un conflicto de polaridad y en general la “rebeldía“ genera culpa. Está claro que la persona se opone a seguir el modelo familiar, aquel modelo que le fue impuesto por tradición. Aceptar permite transformar la culpa para poner luz en las elecciones personales, liberándolas de la presión heredada.

Las repeticiones por compensación, en general tienen que ver con llevar a cabo aquello que en la familia no se logró. Vamos a un ejemplo: la abuela quedó sola porque el ejército se llevó al abuelo, mamá quedo sola porque mi papá nos abandonó, y la hija está casada con un hombre que la maltrata, pero no va a quedarse sola como ellas, tiene que haber un hombre en la familia. Ser consciente de una compensación siempre es para bien. Nadie puede predecir lo que va a ocurrir, pero la experiencia indica que cualquier cambio favorece el camino del autoconocimiento y que aunque no ocurran cambios demasiado significativos, se podrá seguir con el mismo modelo heredado, pero ya desde la propia consciencia.

“Desde la consciencia plena, desde el conocimiento del “sí mismo”, expresar el amor puede tener distintas aristas. El cerebro y el alma en conjunto podrán responder a su tiempo y momento, dando lugar al amor sexual, físico, de la parte más primitiva del cerebro humano, para pasar al amor maduro que, como dice Osho, honra la individualidad única del otro, basada en la libertad y no en la necesidad, para llegar al amor compasivo, que tiene relación con el que se expresa a la humanidad, de forma solidaria y trascendente”, indica la Counselor Papazian.

Acerca de la Asociación Argentina de Counseling
La Asociación Argentina de Counselors (Consultores Psicológicos) nuclea a los profesionales de esta disciplina desde 1991 y obtuvo su Personería Jurídica como entidad civil sin fines de lucro en 1993. Los objetos de la Asociación son: Nuclear a los profesionales Counselors; Generar espacios de capacitación y actualización; Establecer las normas generales y el código de ética y velar por su fiel cumplimiento; Promover la realización de trabajos de investigación y su difusión; Establecer vínculos, suscribir acuerdos y convenios de cooperación con otras instituciones y organizaciones; Proporcionar asesoramiento profesional; Crear espacios para compartir experiencias profesionales y recreativas; y hacer del Counseling una acción preventiva, promotora del desarrollo y bienestar de las personas.

Acerca de la disciplina
La especificidad del Counseling es el desarrollo y el bienestar personal, su tarea de ayuda está dirigida a personas que necesitan un espacio de escucha y acompañamiento para comprender mejor sus problemas, tomar decisiones, o realizar cambios en algunos aspectos de sus vidas. El counseling viene a llenar parte de un vacío socio-cultural, como una oportunidad para el desarrollo de las potencialidades de la persona, para que estos puedan reconocer sus propios recursos internos.

Como abordaje, el Counseling no procura una cura, se corre del paradigma médico terapéutico; es una disciplina que interviene en el área de la promoción del desarrollo humano y el bienestar. Es decir, no actúa en campos donde ya existen otras profesiones que dispensan atención a personas afectadas por trastornos de la conducta o de la personalidad.

Se trata de una profesión que facilita, por medio de un proceso acotado en el tiempo y encuadrado en sus objetivos específicos, áreas y medios de intervención, un proceso de cambio a personas, parejas, familias y grupos. El profesional facilita la resolución de problemas, fomentando el desarrollo, el despliegue del potencial de la persona y el cambio, sin que esto implique una reestructuración de la personalidad.

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