El busto de Osvaldo Abel López

En la plaza “Derechos del Inmigrante Extranjero”, debajo de un añoso palo borracho, el árbol nacional para todos los vecinos, había un busto. No se tenía conocimiento quién era pues se habían robaron la placa de bronce. Sólo quedaban los tornillos en la base de mármol; dijo una vez un vecino. Otra placa más, comentó el jubilado de ojos claros. El asunto es que nadie sabía a ciencia cierta quién era ese señor de mediana edad, frente con profundas entradas, nariz aguileña y ojos vacíos que miraban al sur, detrás de unos anteojos circulares. No se conservaba ningún registro ni en los catastros ni en los padrones. Ni en los archivos secretos de la municipalidad. La directora del colegio de la vuelta señaló que había sido un general de la Guerra del Chaco, ultimado en las primeras horas de la contienda en manos de un compañero de armas. Un proctólogo que vivía cruzando las vías del ferrocarril afirmaba que era el busto del Dr. Tato Rectal su maestro de toda la vida.

Nadie tenía noticia quién era el personaje del busto. Era mi tío, dijo un borracho conocido del barrio y desconocido por la gente. Los judíos sostenían que era el busto de Samuel Zucker, pionero de la seda y del encaje, que empezó vendiendo finos cortes de tela y terminó siendo actor dramático ganador de varios Martín Pescador.

La Sociedad Argentina de Escritores, en un documento publicado en un diario de la capital, afirmaba que se trataba del renombrado poeta Carlos Centeno, aduciendo que había sido un preclaro hijo del movimiento anarquista y cultor del más rancio monarquismo. Se festejaba todos los 22 de cada mes y le rendían homenaje dejándole una corona de orquídeas reales. Una Larga lista de poetas leían sus versos hasta las tres de la madrugada entre copas de ajenjo y vino patero.

De manera que no había día en que no se le rindiese homenaje. Las ofrendas florales se sucedían sin interrupción porque, además, cada visitante ilustre de la ciudad depositaba una. Llegaba entonces la fanfarria de “Bomberos Voluntarios del Barrio La Bondiola” y se pronunciaban discursos de todo tipo. Fue el creador de los boy scouts, dijo un evangelista en una de las tantas bendiciones.

A veces, ramos de rosas, claveles, siempre vivas, no te olvides, margaritas y alguna que otra cala mas la ineludible maceta de cactus se amontonaban unas sobre otras formando un piso multicolor y se dejaban ver las cintas violáceas con letras doradas que decían “El Centro de Residentes Croatas a Ante Garmaz” o “La Colectividad Gallega al poeta Manuel Tejerina”. Una de ellas era recordada por los pibes del club social : “Al centro delantero desconocido que la metía”. Llegó a encontrarse una cruz de lata donada por la parroquia “Nuestra Señora de los Opresores y de los Dulces Ángeles Caídos del Catre”.

Pero ahora, sobre el busto inmóvil volaban las mariposas y caía una lluvia de papelitos de color, botellas, sillas, tomates y algunos tiros de escopeta. Eran de la Villa Pi más conocida a nivel nacional como la 3,1416 que festejaban su día patrio, el nacimiento del matemático Pitágoras Mamani que curiosamente coincidía con el onomástico del primer enviado a nuestras tierras del emisario del Fondo Monetario Internacional, Sir William Money.

Osvaldo Abel López
Bs.As. 09-03-2014