El Gobierno fracaso en el control de precios. Los productos de verdulería, almacen y artículos de limpieza no encuentran techo.

Si hay control de precios significa que el plan económico de la Presidenta Kirchner Cristina fracaso. Cada fracaso le enseña al Argentino algo que necesitaba aprender, pero en Argentina no se aprende. El control de precios es un mecanismo por el cual una autoridad gubernamental impone montos determinados para los precios de bienes y servicios dentro de un mercado determinado, usualmente con la finalidad de mantener la disponibilidad de esos bienes y servicios para los consumidores, evitar incrementos de precio durante periodos de escasez, o inclusive para asegurar una renta en beneficio de los productores de ciertos bienes, de la misma manera que un subsidio. Otra forma de ejecutar un control de precios consiste en la fijación de precios máximos o precios mínimos.

LA ERA DEL RODRIGAZO K DE CRISTINA KIRCHNER LLEGÓ DE LA PEOR MANERA. PULVERIZO LOS SALARIOS.
Después de un fracaso, los planes mejor elaborados parecen absurdos.

El Gobierno decidió extender el congelamiento de precios otros 60 días sin que se sepa qué efectividad tuvo durante sus primeros dos meses de vigencia.

Hasta ahora, por la manipulación de las cifras, no hay registros del congelamiento ni siquiera en las estadísticas oficiales.

Según un relevamiento privado, las ventas de alimentos y bebidas en los supermercados en las primeras cinco semanas de aplicación de los precios congelados muestran vaivenes muy marcados, con subas interanuales pronunciadas en las primeras semanas del mes que, una vez pasado el efecto de cobro del sueldo, se desaceleran. Y la señal más preocupante es que entre el 4 y el 10 de este mes -última semana relevada- las ventas tuvieron una llamativa caída frente al mismo período del año anterior.

Para Pimpi Colombo que vive en un frasco de dulce de leche, el control de precios «es exitoso y se cumple absolutamente». La subsecretaria de Defensa al Consumidor aseguró que habrá «tolerancia cero» frente a posibles aumentos de los alimentos; «Si se achican las comisiones que cobran las tarjetas se extenderá el acuerdo», dijo

Lo que sucedió es que para el INDEC, en febrero los precios de los alimentos aumentaron el 0,4%, cuando en enero habían subido el 0,3% y en diciembre el 0,2%. O sea que aun con el congelamiento, las subas habrían sido superiores a las de los dos meses precedentes.

Lo mismo pasó en los supermercados. Para el INDEC, en febrero los precios en ese sector subieron el 0,55%, casi lo mismo que en enero, y un poco más arriba del 0,5% de diciembre.

Por su parte, en las mediciones de los pocos institutos provinciales oficiales que aún miden los precios en forma independiente del INDEC directamente no hay registros del supuesto congelamiento.

En San Luis, en promedio, los precios subieron el 2,5%, impulsado por un alza del 3,4% en los alimentos y bebidas y un 3,2% en indumentaria.

En Tierra del Fuego, los precios minoristas subieron el 1,7% en Río Grande y el 2,5% en Ushuaia.

En la capital fueguina, los precios de los alimentos tuvieron un incremento del 2,55 % y la ropa el 4,52%. En Rio Grande, los alimentos aumentaron el 2,02% y la ropa el 1%. La inflación anual se eleva al 20,9% en Ushuaia y 24,9% en Rio Grande.

En otras provincias, las mediciones están atrasadas o directamente, por la presión desde la Casa Rosada, dejaron de medir la inflación. Hoy sólo 4 ó 5 distritos tienen alguna credibilidad en sus estadísticas.

A su vez, las mediciones privadas se acercan a estos números provinciales. También en este segmento, por temor a las multas y sanciones, la mayoría dejó de difundir sus mediciones.

Por otro lado, ni el Gobierno ni los supermercados informaron cuáles eran los precios congelados al 31 de enero que sirvieran como una referencia a los consumidores a la hora de hacer sus compras. Tampoco ahora hay un listado de referencia.

En tanto, desde el Gobierno autorizaron futuros aumentos de precios a los proveedores de alimentos que, según la versión oficial, los supermercados podrán absorber con la baja de las comisiones sobre las tarjetas. Pero eso hasta ahora es sólo una hipótesis ya que hasta tanto las menores comisiones no se hagan efectivas no podrán absorber ningún tipo de incremento de precios. Y el resto de las cadenas de comercialización, incluidos los supermercados de capitales extranjeros, quedaron al margen de la nueva y futura tarjeta, con lo cual no podrán sostener ese argumento para evitar futuras subas.

En estos dos meses el resto de las variables económicas no mejoraron. El Banco Central siguió perdiendo reservas, la brecha entre el dólar oficial y el paralelo se amplió, se aceleró el ritmo de la devaluación oficial del peso, el Tesoro aumentó los subsidios; según los datos a febrero, el déficit fiscal hasta marzo se mantendría elevado y algunos gremios acordaron subas salariales con el consiguiente incremento de costos. La única novedad es que el Gobierno frenó los aumentos de tarifas de energía, trenes y colectivos que agregaron “combustible” a la inflación en diciembre y enero. Eso le permitió bajar la factura de subsidios a costa de los usuarios, pero en febrero volvió a pegar un estirón.

DOLAR SIN TECHO Y SIN PISO
Así las cosas, la inflación sigue en torno del 25% anual. Y la presión devaluatoria, que proviene inclusive de banqueros e industriales amigos del Gobierno con sus quejas de “atraso cambiario” ponen más presión a las expectativas inflacionarias.

El dólar oficial finalizó la rueda bursátil con una suba de un centavo en ambas puntas respecto al cierre de ayer, en las principales entidades financieras y casas de cambio ubicadas en el microcentro porteño.

El billete estadounidense concluyó a $ 5,08 para la compra y $ 5,13 en la punta vendedora.

El ‘blue’, por su parte, avanza quince centavos respecto al corte de ayer y se comercializa a $ 8,45 para la venta.

En el mercado mayorista del Siopel, si bien el “billete” físico entre bancos bajó 0,15% y terminó a $ 5,1225, el tipo “transferencia” ganó 0,05%, a $ 5,123.

En el MEC, el tipo “hoy puesto” cerró en los $ 5,120 de ayer y el “normal puesto” sumó 0,3%, a $ 5,139.

Se difundieron una gran cantidad de datos de actividad, sector externo y consumo que confirman que la economía aún no sale de terapia intensiva y que está lejos de correr una maratón de crecimiento y, mucho menos, una carrera de 100 metros llanos hasta las elecciones de octubre.

Si se miran las estimaciones privadas en perspectiva, con subas y bajas, la economía argentina ha permanecido estancada en los últimos dos años al nivel del segundo trimestre de 2011. Después de un 2012 recesivo, la economía está retornando suavemente al nivel que abandonó dos años atrás. Pero la recuperación, si existe, luce muy débil: en los últimos 6 meses la economía promedió un crecimiento anualizado del 2,4% (0,2% mensual sin estacionalidad) y si se promedian sólo los últimos 4 meses, a pesar del buen febrero, el crecimiento fue prácticamente nulo.

Los datos oficiales muestran cifras más positivas. El EMAE-INDEC registró en enero un alza de 3,3% anual. Este ritmo de crecimiento está en línea con la recuperación que mostró el PIB-INDEC en el cuarto trimestre de 2012, con una expansión del 2,1% anual y del 1,3% respecto al trimestre previo.

Del lado de la demanda, el consumo privado (muy suavemente) y el aumento del gasto público sostuvieron el nivel de actividad en 2012. Pero esto no alcanzó para compensar la caída de la inversión del 4,9% según INDEC y entre 6% y 7% según los privados.

El consumo privado es la gran esperanza para consolidar la recuperación pero, con gran parte de las paritarias sin acuerdo a la vista, los datos siguen siendo muy flojos. En febrero, las ventas en shoppings cayeron 2,7% anual (en cantidades) y acumulan 3,5% de caída en el primer bimestre. A pesar del congelamiento de precios las ventas en supermercados (ajustadas por inflación) cayeron 2,4% anual. Según CAME, las cantidades vendidas cayeron 3,2% anual en febrero.

Del lado de la oferta, las actividades productivas sufrieron las mayores caídas (el campo cayó 10%, la construcción 3% y la industria 1%) mientras que la estrella del crecimiento fueron los bancos. El sector financiero creció 20% y explicó el 60% de la cifra oficial de crecimiento en 2012.

La mayoría de los sectores económicos comenzaron 2013 operando en niveles inferiores o apenas superiores a los de un año atrás. La industria es uno de los más afectados: el IPI-OJF registró en febrero un aumento del 0,3% anual. Según INDEC, la industria cayó 4,4% anual en febrero y la construcción creció 1% anual pero en los dos primeros meses del año todavía cae 0,5%.

El gobierno amenazó con abrir el grifo de importaciones para frenar la inflación y se encontró con el dilema de la frazada corta. En una economía en la que faltan dólares y sobran pesos, reprimir la inflación abriendo las importaciones es un remedio de corto plazo que termina achicando el balance comercial. Es el dilema de la frazada corta: si se usan los dólares comerciales para aumentar las importaciones y bajar la inflación, la caída de reservas para pagar deuda será mayor y el respaldo de los pesos circulantes, mucho menor. Si se cuidan las reservas ajustando las importaciones, la expansión monetaria choca contra una oferta más reducida y presiona la tasa de inflación.

Un buen ejemplo de este dilema es lo que se vio en los primeros meses de 2013. Las importaciones tuvieron el mayor crecimiento de los últimos 14 meses (10% anual), el superávit comercial cayó 60% y las reservas disminuyeron USD 2.300 millones en lo que va de 2013. Agrandar la frazada implicaría aumentar las exportaciones pero hoy parece una misión imposible: las exportaciones cayeron 6% anual en febrero y acumulan 14 meses consecutivos en baja.