El Jardín Japonés abre sus puertas el domingo para celebrar 121 años de amistad Argentino Japonesa.
Este domingo desde las 10, los vecinos podrán entrar gratis al Jardín Japonés (Av. Berro y Av. Casares). Con más de 70 stands, shows de danzas, folklore, tango, tambores japoneses y artes marciales se realizará la Fiesta de Amistad Argentino Japonesa para celebrar los 121 años de hermandad.
Buenos Aires y la colectividad japonesa vuelven a festejar su aniversario de amistad en el marco del Programa Buenos Aires Celebra. Con un gran escenario en la Av. Berro y una carpa dentro del Jardín Japonés, el público podrá deleitarse con diversos espectáculos y platos típicos.
Desde las 10, más de 70 stands ofrecerán artesanías, productos tradicionales y la más deliciosa gastronomía japonesa. Se podrán degustar platos como el yakimeshi (arroz salteado con verduras y huevos), yakisoba (salteado de fideos), sushi, nikuman (bollo al vapor con carne de cerdo), ebi furai (langostinos fritos empanados en panko), harumaki (arrolladitos primavera de verduras y de carne), pastelería y dulces.
La Avenida Berro se hará peatonal y se montará un gran escenario para exhibiciones de judo (arte marcial y deporte olímpico), de aikidō (el arte marcial de la paz), de karate-dō y kobudō (manejo de armas antiguas que utilizaban los campesinos okinawenses), shows de danzas, de canciones japonesas y de taiko (tambores japoneses).
Además, habrá una carpa dentro del Jardín Japonés donde se hará una exhibición de tenis para ciegos a cargo de la Asociación Argentina de Tenis para Ciegos, deporte que nació en Japón en 1984. Conocé más datos y curiosidades de la colectividad japonesa en:
Argentina y Japón celebran un nuevo año del comienzo de las relaciones bilaterales a partir del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación que se firmó entre ambas naciones el 3 de febrero de 1898 y que entró en vigencia en septiembre de 1901.
La Subsecretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural, a través de su Dirección General de Colectividades, se enorgullece de poder ofrecer a las colectividades un espacio para mostrar toda su cultura, tradiciones e historia a los vecinos y turistas de la Ciudad.
Entrada libre y gratuita. Se suspende por lluvia.
La colectividad japonesa incluso tiene en la ciudad un rincón propio. El Jardín Japonés fue inaugurado en 1967 para celebrar la visita oficial del entonces príncipe heredero Akihito y la princesa Michiko. La obra estuvo a cargo del paisajista Luis Ichiro Yamada y fue construida teniendo en cuenta todos los detalles japoneses. No faltaron las caídas de agua, los puentes arqueados, los techos de estilo oriental, los lagos y las islas. En 1986, al celebrarse los 100 años de la llegada de ese primer inmigrante, la colectividad japonesa decidió regalarle el Jardín Japonés a la Ciudad de Buenos Aires para conmemorar este hecho histórico.
La colectividad
El Jardín Japonés no sólo es uno de los espacios verdes más hermosos de la ciudad sino también un verdadero refugio de la cultura japonesa. Hay una Casa de Té, típica de Japón, que fue proyectada por el arquitecto Hiroshi Ooe. Además, todos los elementos dentro del parque buscan la armonía y el equilibrio. En medio de la inmensa variedad de árboles autóctonos, como la Tipa y el Palo Borracho, es posible encontrar gran cantidad de plantas japonesas como el Sakura, el palmatun y las azaleas, y en sus lagunas y cascadas hay peces multicolores. Además, dentro del Jardín Japonés hay un restaurante donde se pueden comer los más sabrosos platos típicos, que van mucho más allá del sushi.
Las organizaciones japonesas
Una de las vías principales para dar continuidad a la identidad étnica de las colectividades fue el asociacionismo. Y esta colectividad no fue la excepción. El 13 de agosto de 1916 se creó la Asociación de Jóvenes Japoneses en la Argentina, base para la posterior Asociación Japonesa en la Argentina (AJA). La Asociación se ocupó de crear una bolsa de empleo, una receptoría de correspondencia y una escuela nocturna de castellano, lo cual refleja cuáles eran las necesidades asistenciales requeridas por los inmigrantes. En 1921 la AJA se fusionó con dos instituciones regionales: la Asociación Prefectura de Kagoshima y la Asociación Prefectura de Okinawa, así como con el sindicato de trabajadores que se había formado en la Herrería Rocha.
Otra de las instituciones centrales de esta colectividad es el Centro Okinawense. Construido con el esfuerzo de los inmigrantes locales y con aportes del gobierno japonés, hoy en día el Centro es utilizado para múltiples actividades y más de la mitad de la gente que participa no pertenece a la colectividad japonesa.
El Instituto Privado Argentino Japonés “Nichia Gakuin” fue fundado en 1929. Con 80 años de trayectoria, el colegio desarrolla una educación cultural, artística y tecnológica en los niveles inicial, primario y secundario, en un marco multicultural. Otra institución importante para esta comunidad es el Centro Argentino de Estudios Japoneses, donde, desde febrero de 1971, se brindan clases de cerámica, sumie, ikebana, shodo, origami, cocina japonesa, títeres y marionetas e idioma.
Actividad
Una de las características de esta colectividad es que no perdieron su identidad a medida que fueron creciendo. Todo lo contrario: el resto de la comunidad fue incorporando su gastronomía, sus tradiciones y su cultura. A partir de la segunda mitad del siglo XX, muchas expresiones culturales japonesas lograron gran aceptación por parte del público local. Primero fueron las artes marciales, que empezaron a tener trascendencia internacional cuando el yudo fue adoptado como deporte olímpico a partir de los Juegos Olímpicos de Tokio, en 1964. Aquí, el yudo fue introducido por Yoshio Ogata, quien había llegado a bordo de la Fragata Sarmiento, contratado como instructor de artes marciales. Otras artes marciales japonesas que arraigaron en el país fueron el karate, el aikido, el jiu-jitsu, el kendo y la esgrima japonesa.
A partir de la década del 80, se registró también un interés masivo por gastronomía japonesa, el idioma y la cultura japonesa en general. Sushi, origami e ikebana se convirtieron en palabras familiares para muchos. Los restaurantes de comida japonesa se multiplicaron por la ciudad. Los adolescentes se fueron acercando a esta cultura a través de las historietas y los dibujos animados. Y así como hace cincuenta años muchos descubrían la cultura japonesa a través de las artes marciales, hoy son el manga y el animé los que constituyen esa puerta de ingreso al mundo japonés.
Actividad
Hasta la Segunda Guerra Mundial, uno de los rubros típicos de la colectividad fue la cafetería. El primer café en emplear a varios mozos japoneses fue el Café Paulista, una cadena que ya en 1910 contaba con 20 sucursales en Buenos Aires. Ahí, muchos aprendieron el oficio, lo que les permitió abrir sus propios cafés. El café Mikado, en la calle Bolívar, el Yamato, en la esquina de Junín y el Café Tokio, frente a Tribunales son algunos de los más recordados. En “El Japonés” tenía sede oficial el grupo literario Boedo, y Roberto Arlt, célebre integrante del grupo, incluyó un pasaje en Los Siete Locos (1929) en el que el protagonista entra a “El Japonés” y describe a los parroquianos. Muy cerca, en la esquina de San Juan y Boedo, estaba el Café Nipón, en una de cuyas mesas Homero Manzi escribió la letra del tango Sur.
Pero los rubros que todavía identifican a la colectividad son las tintorerías y la horticultura y la floricultura en el caso de los inmigrantes que se instalaron en zonas suburbanas.
Hatsutaro Kotani y Tsuta Nakamura fueron las primeras japonesas que iniciaron el negocio tintorero en la Argentina. Corría el año 1912 cuando Kotani abrió su tintorería en el barrio de Barracas, mientras que la de Tsuta Nakamura estaba en Lavalle 418. La mayor cantidad de tintorerías se encontraba en los barrios de San Nicolás, Balvanera y Montserrat. La colectividad fue “pasándose” el oficio y la tendencia se hizo más pronunciada entre los inmigrantes japoneses arribados en la posguerra. Según un censo realizado por la embajada japonesa en la Argentina, en 1953, 115 familias japonesas se dedicaban a la explotación de cafés, mientras que otras 692 tenían tintorerías.
El desarrollo de la horticultura empezó en 1910, cuando Hamakichi Yoshida, Jota Saito y Hideo Oda arrendaron un terreno en Tristán Suárez, al sur de Buenos Aires, en el que cultivaron repollo, papa, coliflor, zapallo y batata. Otro pionero fue Kurajiro Ishikawa, quien en 1915 alquiló un terreno cerca de Adrogué junto con Yoshizo Suzuki, Miyao Watanabe y GengoIwazumi, donde cultivaban hortalizas que luego vendían al por menor en las ferias de Barracas y Banfield. Hacia 1933, existían unas 150 quintas de japoneses en las afueras de la Capital Federal, y en 1969 unos 2.230 nikkei se dedicaban al rubro agricultura.
Los inicios de la floricultura japonesa datan de la misma época. En 1919, Shigeru Takaichi, Kohei Shibahara y Rikita Saito se asociaron para iniciar un vivero en la calle Pedro Goyena. Takaichi inició el cultivo de variedades orientales, como la dalia japonesa y la denominada bandera japonesa. Los floricultores japoneses no solo introdujeron en el país nuevas variedades, sino también la tecnología de los invernaderos, el cooperativismo y el asociacionismo.