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«El Turismo, un depredador serial» Eduardo Sanguinetti, filósofo, poeta y performer.

El sistema ecológico se degrada todos los días, entre otras razones, por la penetración del turismo en todas las regiones del planeta, que permanecen al márgen de la vorágine de esta peste globalizada.



Me refiero al turismo en su calidad de omnívoro y depredador de la especie, portador hoy del coronavirus, transmitiendo en todos los puntos cardinales del planeta, contagiando e infectando por doquier… absolutamente irresponsable y desaprensivo al no tomar en cuenta el daño irreparable que está produciendo, intentando persistir patológicamente en sus actos de transitar países llevando este ignoto virus, que está produciendo una modificación de rumbo en la existencia de la humanidad toda, que sin dudas deberá modificar su paradigma de vida, quizás volviendo al inicio de los tiempos, donde la austeridad y la sensibilidad del instante consumía ritos de realidad, en armonía y paz.

De manera acertada, algunos países ya han cerrado sus fronteras a los visitantes desilustrados y terroríficos, que arrasan con el paisaje natural que nos fue dado, vaya a saber por quién… los turistas viajan en avión, decenas de miles de pájaros chatarra surcan el espacio aéreo, ahora mismo, diseminando monóxido de carbono en la atmósfera poluida, eliminando toda posibilidad de cuidado del medio ambiente, con cientos de miles de infelices, tomándose sus selfies, eternizándose en un paisaje dantesco y surrealista de narcisos digitales… dando vuelta al mundo virtual, con sonrisas bajo presión y ánimos exaltados de bestias al acecho del momento preciso en que hacen valer sus derechos, pues han pagado el viaje en oferta ocasional, con estadías en hoteles, espantosamente similares, con piscinas, saunas, de zonas donde instalaron pavimento, árboles y flores diseñadas para el paisaje artificial que consume y absorbe el agua de la localidad, ya de por si con pocos recursos para abastecerse, en fin ruines estos turistas… los derechos humanos se violan de manera atroz, también son avasallados con frecuencia, ante el avance arrollador del ávido turista sexual, sin impedimentos que le inhiban satisfacer su miserable condición de pedófilo, violador o acosador serial, buscando placer a cualquier costo y quién le da servicios sólo pretende encontrar dinero para saciar su hambre y sobrevida.

Los grupos nativos son los más vulnerables a este turismo orientado al mercado, perdiendo sus rutinas de siglos, su cultura ancestral, sus tierras, sus recursos naturales y hasta su propia capacidad de autosuficiencia y audeterminación, de vivir como lo han hecho desde siempre, con sonrisas en sus rostros, hoy apagados. Deviene afirmar que el Turismo es una de las principales causas de la erosión biocultural.

El ciudadano asimilado a las prácticas neoliberales, hoy en caída libre por la inserción del coronavirus, del cual son los principales portadores, a pesar de que el consumidor desaforado, se resiste a reconocer el lado oscuro del turismo, que avanza reforzado tanto por el interés de corporaciones empresarias como de gobiernos de todo color, que alimentan la idea de que el turismo suma. En conjunto con los medios basura, dan interpretaciones incompletas de la crisis global sin adjudicarse ningún tipo de complicidad al respecto.

La industria del turismo genera, además de generar ingentes ingresos para desaprensivos corporacionistas de todo tipo, incluídos políticos delincuentes, produce una gigantesca cantidad de polución y basura que erosiona la salud y mata, como queda demostrado de manera fehaciente hoy con la propagación de la pandemia del coronavirus, que afectará no sólo a comunidades locales sino a generaciones futuras del mundo entero, al alterar los ciclos hidrológicos y los procesos de los ecosistemas.

No puedo dejar de hacer mención de los turistas new age, los que buscan el ecoturismo: una marca registrada hoy, en el mercado del capital que produce mucho más daño que las otras aventuras de los Indiana Jones del milenio, debido a las áreas que degradan, mucho más sensibles desde el punto de vista cultural y ecológico. La Mayoría de los destinos del ecoturismo estarán arruinados en no más de 11 años. Pero estos entusiastas turistas, no tienen idea de qué es un ecosistema o una comunidad viable, sólo entran en el santuario sagrado de la ignorancia y desaprensión hacia la naturaleza y sus dones.

El crecimiento demográfico, la globalización y la difusión de los derechos del consumidor se aceleran y con esto declina proporcionalmente la capacidad de recuperación de las culturas y los ecosistemas, ya dañados y algunos en vías de extinción.

El futuro de la humanidad es incompatible con la modalidad neoliberal de producción, consumo y eliminación de la naturaleza, que hacen a la vida de un Medio Ambiente libre de contaminación, que devienen en destrucción de los ecosistemas en los cuales habitamos, los «apocalipsis» anunciados desde hace décadas por quienes tenemos conciencia ecológica aplicada a denunciar y eliminar los discursos simuladores y oportunistas, de quienes pretenden destruirlo todo… quienes hemos conocidos las más diversas regiones del planeta en estado original, asimilándonos a sus prácticas de vida.

Hace tres décadas he manifestado en un Foro de Ecología en Estocolmo, acerca de la especulación de Ceos de multinacionales que hacen alarde de poseer una conciencia ecológica, deviniendo una maniobra estratégica con miras a un doble objetivo.

El primero es desarticular la oposición ecológica legítima y real, apropiándose de los argumentos y asimilándolos a la plusvalía del capitalismo depredador, abrevando de los manifiestos de ecólogos fundacionales, como Edgar Morin, Goldsmith, Mansholt, Marcuse y otros, entre los que me cuento en Latinoamérica, allá por los años /70, trascendentes, iniciáticos en llevar a cabo una épica de preservar el medio ambiente en contra de todas las previsiones del neoliberalismo fundante de muertes a destiempo, como las que debemos soportar hoy, con un coronavirus del cual no se conoce nada, sólo que se propaga a pasos agigantados por esta tierra, donde desde los medios los más diversos «expertos» en medicina y ciencia, cambian su discurso hora a hora… el genocidio contra todos los pueblos y contra todos los seres es un «terricidio», pues elimina los recursos de la vida misma… meditar en este tiempo donde muta todo, además del virus, que al sistema genocida neoliberal y todas sus vertientes, pues ya hablar de izquierdas o derechas es de perogrullo, no les basta ya terminar con las personas vivas, hay que impedir la existencia en este planeta de los que aún no han nacido… y el turismo consume los sitios en los cuales se instala, depredador, omnívoro y criminal, protegido de todo contacto con las realidades que pueden resultarles desagradables, como son el hambre, la indigencia, la suciedad, la miseria y la violencia, tan ajenos a la vida de visitantes burgueses, que viajan en burbujas, empaquetados en la tienda de ilusiones, sensaciones ficcionalizadas, articuladas en la logística inmunda que cubre con espejitos de colores las relaciones reales del mundo.