Ellos también bailan

Por Ariadna Faerstein, Mariela Kantor y Romina Samelnik, de la escuela de danza Foco (www.focodanza.com.ar).

En primer lugar, hay algo que no nos resulta natural al tener que hacer una distinción en relación a los varones y la danza. Creemos que no debiera requerir de una consideración especial: la danza es danza para todo aquél que quiera disfrutarla.
Existe una idea compartida por gran parte de la sociedad que vincula a la danza con el mundo de lo femenino. Esto es una construcción social que data de hace mucho tiempo, no es un hecho en sí mismo, y nos habla de estereotipos, de «lo que es para mujeres y lo que es para hombres». En muchas mentes vive la pregunta: «¿mi hijo bailarín?». Hay muchos prejuicios en relación a este tema, pero como éstos se construyen (no nacen con nosotros sino que son adquiridos) pueden desterrarse.
Si hacemos historia podemos decir que la danza nació de manera espontánea. Desde la prehistoria el ser humano ha tenido la necesidad de comunicarse corporalmente, con movimientos que expresaban sentimientos, estados de ánimo, necesidades vitales y deseos, y esta necesidad implicó desde siempre tanto a hombres como a mujeres.
Si bien cada vez hay más hombres que danzan, la carga del prejuicio es mucha, y la errónea creencia es más que obvia: pensar que todo varón que danza «corre el riesgo de alejarse del mundo de lo masculino». Para decirlo claramente, no es la danza ni ninguna disciplina artística lo que va a determinar la sexualidad de una persona; aquí podríamos explayarnos en relación a los prejuicios y los juicios de valor que existen acerca de la condición sexual de cada ser humano, pero en este caso no vamos a ampliar acerca de este aspecto, sino que vamos a centrarnos en los beneficios que tiene la danza, también para los varones.
La danza ayuda a armonizar el cuerpo, a desarrollar la fuerza física y contribuye en el bienestar psíquico y vincular.
El bailar estimula la circulación sanguínea y el sistema respiratorio, ayuda a ganar elasticidad y flexibilidad. Ejercita la coordinación, la agilidad, el equilibrio, los reflejos. Desarrolla la expresión corporal, el oído y la memoria. Contribuye en el desarrollo de la sensibilidad y la socialización.
Mejora la autoestima y reduce síntomas de estrés o ansiedad, aumentando la autoconfianza.
Al bailar aumenta la actividad electro-encefálica en el área de la corteza motora. Las emociones se transforman en sustancias químicas que juegan un papel fundamental en el sistema inmune, entre otros mecanismos de curación para el cuerpo.
Hay muchos estilos de danza y los varones tienen su lugar en todos ellos.
Hay algunos ritmos urbanos que se vienen desarrollando ya desde hace unos cuantos años, como ser el hip hop, el break dance, el dancehall, entre otros, que ponen en juego y permiten el lucimiento de ciertas condiciones corporales como la fuerza y la energía alta. Estos ritmos cuentan con muchos hombres en su práctica. ¡Bienvenidos sean!