Entre militantes grasas, gerentes y gente como uno. Por Leo Anzalone

Muchos creímos que tras ganar el balotaje el gobierno de Cambiemos traía aires nuevos, sobre todo tras doce años de un kirchnerismo que nos dividió como sociedad, pero empiezan a surgir algunas cuestiones de lo que, como dicen los americanos, muestran “el verdadero ser”. El preocupante estigma que persigue al macrismo es esa idea del ciudadano de primera y de segunda, es tan nefasta como el relato revolucionario que quiso vendernos el kirchnerismo.

Siempre creímos que al gobierno había que dejarlo andar, como dicen por ahí, darle 120 días de gracia, sobre todo por tener la dura tarea de equilibrar el desastre mal intencionado que dejaron en las arcas del Estado Cristina Kirchner y Axel Kicillof.

Pero lo que parecían algunas torpezas, propias de principiantes y de gente que no viene de la política, empezó a convertirse en algo que puede ser la esencia del PRO. Es absurdo caer en el lugar común y criticar sin filtro como hace el cristinismo herido, pero algunas cosas merecen ser mencionadas y encienden una luz de alarma.

La punta del iceberg del famoso golpe mediático de limpieza de “ñoquis”, llevándose puesto a muchos empleados públicos, más las palabras de varios funcionarios justificando el achicamiento del Estado, nos hacen pensar que traen encubierto un ajuste sangriento desde el Estado, que esperemos no sea así.

Hay que sumarle el tonto desenvolvimiento de dirigentes de Cambiemos ante lo que le ocurrió al periodista Victor Hugo Morales, que hasta por un gesto de grandeza política deberían haberle ofrecido un lugar en algún medio público. Pero sin dudas el “descuido” más grosero fueron las declaraciones del ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, cuando trató a los militantes de grasas. Con todas estas situaciones algunos podrían pensar que la crisis de la fuga de los Lanatta y Schillaci sirvió como una cortina de humo generada para que la gente no vea lo que se viene.

Más allá de los múltiples análisis que se puedan hacer sobre lo que dijo el ministro, en el fondo, la situación no hace más que exponer ciertas miserias que empiezan a ser expuestas. No solo porque somos militantes y como tal reivindicamos la militancia, sino porque también creemos que es la mejor manera, tal vez la única, de formar verdaderos cuadros políticos y dirigentes que se muevan más allá de los escritorios.

Insisto, no es la intención caer en criticas reiteradas, pero algunos “gerentes” de este gobierno cuando hablan de “ellos” y sus medidas, parecen palabras dirigidas a un sector de la sociedad, como en su momento hizo Cristina y el kirchnerismo, en este caso una sociedad un poco más “paqueta”, algo así como “gente como uno”. Puede que muchos peronistas y radicales no seamos “gente como uno”, pero esperamos que la esperanza que despertó este gobierno en gran parte de la sociedad y que llevó a dirigentes como Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey o al referente del peronismo Ramón Puerta, que es el nuevo embajador en España, a dar señales de apoyo al desafio de Mauricio Macri como presidente, no terminen sintiéndose defraudados y la luz de esperanza al final del tunel no sea la del tren que viene de frente.