Genocida K: La cuñada del General Milani «Parece que mató a un soldado en Tucumán y tuvimos que ayudarlo»

Detrás de todo esto hay una «vendetta» de los propios militares que están condenados y en prisión por delito de lesa humanidad mientras su compañerito Cesar Milani se hace el General y se pavonea en la Rosada con militantes K que sufren el Síndrome de Estocolmo, por ahora libre de culpa y cargo, pero pronto le va llegar la citación para ir a prisión. Como dice el dicho, «A cada chancho le llega su San Martín».

Complicó a Milani el testimonio de su cuñada en la causa del soldado Ledo. Clara Waite declaró espontáneamente y dijo que en 1985 había llegado una citación para el militar y su padre le comentó: «Parece que mató a un soldado en Tucumán y tuvimos que ayudarlo»

CÓRDOBA.- Un nuevo testimonio complica la situación del jefe del Ejército, César Milani, en la causa del soldado Alberto Ledo, desaparecido en Tucumán en 1976 y por la que el militar está imputado por encubrimiento. Ayer declaró su cuñada, Clara Waite, y contó que su padre le había referido un «problema complicado» de Milani con un conscripto tucumano.

Waite relató a LA NACION que el 2 de noviembre de 1985 su padre, el mayor Manuel Alberto Waite Figueroa, le comentó -en la última conversación privada que mantuvieron, ya que al día siguiente él murió- que estaba preocupado porque Milani no la quería a ella ni a su hija.

«No pasa nada, eso ya lo sabemos», le respondió ella. Pero su padre continuó: «Es un tipo peligroso; está siempre haciendo espionaje, inteligencia». Waite sostuvo que recuerda las palabras textuales del diálogo porque inmediatamente le refirió que -unos meses antes, aunque no le especificó la fecha con exactitud- había llegado a su domicilio y a la casa de sus consuegros en Cosquín, una citación para Milani.

«Parece que ha matado a un soldado en Tucumán y tuvimos que recurrir a «Coco» para ayudarlo a salir de esta situación tan complicada», agregó. Era el apodo del tío materno de Waite, Marcelo Álvarez Igarzábal, activo militante de la alianza nacionalista y de «estrecha relación» con Luciano Benjamín Menéndez, ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército con asiento en Córdoba.

Por esa mención a «Coco», Waite cree que la citación llegó cuando todavía las Fuerzas Armadas eran las encargadas de enjuiciar a los militares; después -como la falta de voluntad para avanzar era notable- el Congreso modificó el Código de Justicia Militar y los casos pasaron a la justicia civil.

Waite declaró ante la fiscal federal Graciela López de Filoniux, quien girará lo actuado al fiscal Carlos Brito, encargado de llevar adelante la investigación en Tucumán. Se presentó de manera espontánea, después de varios contactos con la familia Ledo.

Explicó que lo hizo porque entiende que su testimonio puede ser de «ayuda» para que la causa «no quede estancada o se cierre sin saber que lo que pasó». Añadió que «Milani es un hombre poderoso que maneja la inteligencia de todo el país y debe someterse a la Justicia».

«Tiene que rendir cuentas a la sociedad; Ledo estaba bajo bandera, su madre lo había entregado en custodia al Ejército, debían cuidar de él. Milani hoy ejerce su poder como una manera de autoproscribirse ante cualquier proceso judicial que lo involucre. La sociedad merece una explicación», dijo.

Graciela Ledo, hermana del soldado, viajó desde La Rioja para acompañarla en la presentación. «Hubo varias conversaciones con nosotras y con nuestros abogados y se ofreció espontáneamente a ir a la Justicia; nos parece un aporte clave», dijo a LA NACION.

Waite militó en el peronismo en los años 70 y llegó a ser diputada provincial a mediados de los 90. Conoció a Milani después del golpe militar de 1976, cuando él -que estaba entonces en La Rioja- empezó a salir con su hermana, Ana María. Viajaba seguido a Córdoba porque sus padres vivían en Cosquín.

El último contacto personal de Waite con Milani fue hace seis años, cuando se casó Florencia, la hija del jefe del Ejército. «Fue muy hermético, como es él. Apenas unas palabras. Después, el vínculo con mi hermana dejó prácticamente de existir. No hay ninguna relación», confió.

Está convencida de que él se «mete» en su vida y la hace vigilar: «Se mete con mi casa, con mi familia». Sospecha, incluso, de la presencia de agentes de inteligencia en su edificio, «gente que va al choque, contenciosa».

Para el fiscal Brito, «no hay dudas» de que Milani conocía que Ledo no había desertado, sino que lo habían hecho desaparecer y habían fraguado el acta presentada. Por eso lo imputa por encubrimiento y falsificación de documento público.

En febrero pasado, el juez Daniel Bejas se negó a citar a declarar al jefe del Ejército por entender que «no estaban dadas las condiciones» y le ordenó a Brito seguir investigando. El fiscal apeló y presentó un recurso de queja a la Cámara Federal, que todavía no se expidió.

ATAQUE A UN TESTIGO PROTEGIDO

La agrupación Hijos denunció un ataque a un testigo protegido y amenazas a jueces y funcionarios judiciales que llevan adelante causas por delitos de lesa humanidad en La Plata. Advirtió que «el último fin de semana, en la localidad de Hernández, la casa de un testigo protegido fue atacada a balazos por seis hombres con armas largas, que trasladaron al custodio y lo sometieron a un simulacro de fusilamiento». Hubo, además, amenazas a los jueces del Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata, que preside Carlos Rozanski.
LA ACUSACIÓN AL JEFE DEL EJÉRCITO

César Milani

Jefe del Ejército

Se le imputa responsabilidad en la desaparición del soldado Alberto Ledo en 1976, que estaba bajo sus órdenes en Tucumán. Enfrenta, además, otras denuncias en la Justicia.

Nota escrita Por Gabriela Origlia, para LA NACION En Córdoba