Glamour bajo las estrellas.

Por Mariana Orsi, responsable comercial de El Aura Lodge (www.elaurapatagonia.com)

El glamping se posiciona como una tendencia para quienes aman tanto la naturaleza y del confort. Ir a un hotel cinco estrellas y tener la sensación de estar en un espacio frío, despersonalizado, totalmente ajeno a la naturaleza y a la aventura. Realizar un camping y, dentro de la carpa, pensar que a determinada altura de la vida un poco de confort no viene nada mal. Este gataflorismo viajero tiene, por fin, una respuesta: el glamping. La propuesta, que en su nombre combina el glamour con el camping, consiste en establecimientos con facilidades y comodidades de un hotel de buen nivel, pero en ámbitos aptos y con ambientaciones similares a los de la vida campestre.

En todos los casos, los glamping parten de premisas básicas como el cuidado del medio ambiente, el uso eficiente de energía y agua, el control de la basura de sus huéspedes y arquitecturas respetuosas del entorno, lo que genera instalaciones prácticamente camufladas para no alterar el paisaje. El impacto sobre la naturaleza debe ser ínfimo. El modelo de alojamiento clásico en este tipo de lugares es el domo: una suerte de carpa amplia, con camas confortables y otras comodidades. Además, como suelen ubicarse en paraísos naturales (bosques, zonas de playa, montañas), complementan la propuesta “hotelera” con actividades que aprovechan las características del lugar: deportes de aventura, kayak, escalamiento, pesca con mosca, trekking… En líneas generales, cuentan con guías locales especializados, también con un gran nivel de conciencia sobre el cuidado del lugar que habitan.

Quien esté interesado en este modelo de viajes debe agudizar su mirada: como ocurre cuando una tendencia alcanza la cumbre, muchas empresas se están comercializando hoy en día como glamping cuando, en realidad, se trata sólo de emprendimientos hoteleros ubicados en sitios alejados de los centros urbanos, pero que no respetan ninguna de las otras condiciones para denominarse así: ni el cuidado del medio ambiente, ni la alternativa natural para el huésped, ni el compromiso con el sitio donde está radicado.

Si bien es un fenómeno mundial, el glamping se está desarrollando con fuerza en la Argentina, un país más que propicio para esta tendencia, con territorios inmensos y paisajes interminables. En nuestro caso, estamos ubicados en el Parque Nacional Los Alerces, un área protegida de la provincia de Chubut. Allí instalamos domos con los que buscamos establecer un diseño que se fundiese con el bosque virgen que lo circunda. Los comentarios de nuestros huéspedes nos dan la pauta de que estamos en el camino correcto, ya que estos ambientes producen una sensación bellamente ambigua: la de estar en contacto directo con la naturaleza y, al mismo tiempo, inmersos en una absoluta intimidad.

El viajero que se instala por la noche en su domo, con toda las comodidades del mundo hotelero y observa el cielo, lo sabe: existen propuestas de alojamiento que tienen mucho más que cinco estrellas.