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Habilidades que deberán tener los nuevos líderes empresarios.

Vivimos en una sociedad donde prima el culto al éxito. Una sociedad donde cada uno se forja su destino y donde el triunfo sólo depende de la voluntad y el propio esfuerzo. En esta cultura, la actual situación, puede provocar el incremento de continuos fracasos individuales, derrotas cotidianas que se convierten en el principal motivo que anima la evidente desafección entre líderes y seguidores.

En este punto crítico, los ejecutivos de éxito de las organizaciones que vienen deberán esforzarse por desaprender las habilidades nacidas en una cultura que, claramente, apunta al fracaso, y deberán cultivarse también en el aprendizaje del siguiente nuevo set de habilidades:

El especialista deja paso al generalista

Profesionalmente, nos sentimos más cómodos en la zona de confort que conocemos y donde hemos propiciado un clima funcional a nosotros. De esta forma, evitamos invadir otras áreas de conocimiento que no comprendemos, tememos o no nos interesan.

Resulta absurdo pensar en alguien que maneje como experto todas las áreas funcionales de la empresa, pero no lo es tanto pensar en alguien capaz de unir voluntades en el esfuerzo común de los especialistas y cuya actuación profesional esté presidida por la curiosidad de conocer esas funciones desde la perspicacia, desde el conocimiento de los modelos mentales de trabajo, sus herramientas, los términos, y las claves del negocio en cada una de esas áreas funcionales. Es decir, se resume en aprender a narrar para después poder hacer.

El analista deja paso al integrador

Hasta ahora, hemos cultivado liderazgos funcionales en el que una de las principales responsabilidades consiste en analizar para mejorar las actividades que configuran los procesos de la compañía en su ámbito de actuación.

El líder que llega, se esfuerza más por integrar el conocimiento colectivo de su equipo con el fin de resolver los problemas de la organización.

La estrategia deja paso a la “ejecución” estratégica

La adaptación a este cambio de vértigo que nos aborda, exige que el estratega se ajuste a la nueva realidad. Para ello, el ejecutivo deberá esforzarse en aprender a saber comunicar correctamente su plan al equipo, poner en común los hitos más importantes, y dar a conocer cómo se medirá el éxito de los mismos en términos de contribución al resultado. En caso de ser preciso, deberá también pasar del plan a la acción con rapidez, del mismo modo que aprender a “desaparecer” y dejar actuar al equipo.

A su vez, esta ejecución estratégica apunta al seguimiento y ajustes constantes en función de las desviaciones y, principalmente, a recompensar de manera distinta a la actual.

El constructor deja paso al arquitecto

La cultura de las organizaciones y sus valores tomarán mayor importancia y peso a la hora de atraer y mantener el talento. Entender cómo diseñar la cultura organizacional en función de esos valores y cómo esta cultura debe transmitirse a la estructura, procesos, modelos de operación, competencias, bases de la compañía, etc., será clave para la comprensión del cambio global que se genera en las organizaciones futuras.

El líder “preocupado” deja paso al líder “ocupado”

El liderazgo será mayormente reconocido tanto en cuanto más se acerque a la resolución del problema que a la declaración constante de preocupación por el mismo.

El soldado deja paso al diplomático

Nuestro nuevo líder seduce y entusiasma, no ordena y ni manda. Los cambios generacionales, las nuevas tecnologías, el uso de las redes sociales, da voz a quien antes no la tenía.

Sólo desde una actitud proactiva hacia los diversos grupos de interés de la
organización se podrá mantener un liderazgo social, económico y político de éxito.

El motivador deja paso al miembro que lidera con el ejemplo.

Esta última habilidad no deja de ser igual de importante que los anteriores. Exhibe un comportamiento que será el modelo a seguir en la organización pues tiene un liderazgo inspirador hacia el resto y es referente frente a clientes, colaboradores, proveedores y otras instituciones.

No sólo posee el conocimiento, la experiencia y la perspicacia que la posición requiere sino que, además, suma una talla moral en la honradez y lealtad de sus acciones como decisor.