flan dulce de leche

Hay frases que usamos o escuchamos todos los días, pero ¿sabés de donde vienen?

Frases

Qué no te metan gato por liebre, acá tenés el significado! No seas gato y aprende a leer, «cachafaz», «marmota», «pulga», «otario», «gorila», «gogliame ésta»…




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Frases

A boca de jarro

En el uso habitual de este modismo suele emplearse con más frecuencia la forma apocopada “a bocajarro”. Como referencia al nombre del recipiente presente en la frase (jarro), denota la acción de beber sin tasa y sin medida, aunque también es sinónimo de improvisación, de acción repentina (disparó a bocajarro) y en tal sentido se emplea el dicho en sus diversas variantes en el idioma castellano : “a boca de cañón”, “a quemarropa”, lo que es decir, de improviso, inopinadamente, sin preparación no rodeos.

A la tercera es la vencida

Expresión de tono optimista que asegura que, luego de haber fracasado en dos intentos, la próxima vez se logrará lo propuesto, por lo que se exhorta a la persona a perseverar en su esfuerzo. El origen parece estar en el vocabulario de la lucha cuerpo a cuerpo (y en otras clases de enfrentamientos), en la que el luchador que derribaba tres veces a su adversario ganaba, aunque algunos sostienen que, primitivamente, se consideraba ganador al que mejor se desempeñaba en un total de tres juegos. Como vemos, siempre era el número tres el elegido. En el ámbito de la Justicia de los siglos XVI y XVII, en la práctica procesal del derecho penal, se establecía la muerte al tercer robo, con lo que para el reo, al igual que para el luchador, la tercera, era la vencida.

A ojo de buen cubero




 
 



Se utiliza este dicho cuando se quiere expresar que algo se lleva a cabo de forma aproximada, sin tomar las medidas necesarias para que se garantice su correcta ejecución. En tal sentido tiene una connotación negativa pues se estima que las cosas se deben realizar con una planificación determinada y tomando una serie de medidas, para evitar errores y repeticiones futuras. Se ignora la procedencia de este modismo. Tal vez tenga relación con el nombre aplicado al fabricante de “cubas” (cubero, del latín “cuparius”) no obligado a tomar determinadas medidas en la fabricación de las mismas, dado lo aleatorio de su cubicación o volumen .

A otro perro con ese hueso

La expresión se usa como una forma de desanimar a quien quiere hacernos creer una mentira o bien nos ofrece algo cuya calidad es inferior, invitándolo a que lo intente con otra persona, aludiendo de esta forma a la ingenuidad del perro, que corre detrás de cualquier cosa que se parezca a un hueso, sea una piedra o un hueso de plástico.
Respecto de la versión en inglés -tell that to the marines!, algo así como «id a contárselo a los «marines»- está basada en la proverbial integridad que caracterizaba a los integrantes de ese Cuerpo de la marina de los EE.UU., célebres, en otros tiempos, por su fama de incorruptibles, particularmente, durante la guerra fría, a partir de los años 50. En esa época, era poco probable que los «marines» aceptaran la imposición de una orden, sobre todo si esta vulneraba su integridad moral. Nada que ver con su comportamiento de ahora, como hemos podido comprobar en algunos episodios de la absurda guerra de Irak.
Con el tiempo, y en la misma medida en que decayó la popularidad de los «marines», esa interpretación dejó de ser corriente en los Estados Unidos y entonces comenzó a usarse -con idéntico valor- la expresión «I am from Missouri» (yo soy de Missouri), en alusión a la característica seriedad y poca credulidad de los habitantes de ese estado.
Hoy en día, la locución a otro perro con ese hueso -que muy bien parece ser propia del Río de la Plata, aunque, como la mayoría de los dichos tiene procedencia española- se usa con idéntico valor.

Atroche y moche



Esta usual locución castellana equivale a decir “en todo momento o de cualquier manera”. Así puede decirse, por ejemplo, de una prenda de vestir, que es usada a troche y moche, aunque también se le aplica otro significado usándola en el sentido “de manera absurda e irreflexiva”. Por lo que parece este modismo tiene amplitud significativa, se presta a diversas variantes de interpretación. El mismo Francisco de Quevedo lo consideraba sinónimo de otra muy usada locución como es “a tontas y a locas”, de la que nos ocuparemos en otra ocasión. Pero no para ahí la cuestión. En el castellano de la Argentina la frase “a troche y moche” significa “gastar alocadamente, despilfarrar”. El origen procede de una frase de la cultura de los leñadores : «hachar a troche y moche», es decir, talar bosques naturales sin pensar en el futuro. Viene de los verbos «trocear» y «mochar». Un ejemplo de esto es lo ocurrido en Santiago del Estero a comienzos del siglo XX, cuando grandes bosques de quebracho fueron eliminados sin asegurar su reprodución.

Armarse la gorda

Dicho popular que se aplica referido a alboroto y refriega y que se utiliza con previsión de futuro (“se va a armar la gorda”) e indica la proximidad de un acontecimiento violento y sonado. Es de origen histórico y se refiere a “La Gorda”, nombre con el que se conoció en Andalucía la revolución española de 1.868 contra la inoperancia del reinado de Isabel II. Dicha revolución fue más comúnmente conocida como “La Gloriosa” o “La Septembrina”, por haberse producido en el mes de septiembre. Los liberales españoles, que perseguían la instauración de una república parlamentaria, esperaban que se produjera la gran revolución, la definitiva, la gorda, aunque a la postre fue tan inoperante como el régimen monárquico al que sustituyó.

Bailar en la cubierta del Titanic

Esta moderna locución, utilizada en diversos idiomas, está referida a las situaciones de peligro inminente y postula hacer caso omiso del riesgo que se corre, asumiendo en ocasiones una actitud indiferente ante el peligro que se avecina.
Como el mismo dicho evoca, proviene de la célebre catástrofe del «Titanic», hundido en 1912, y está probablemente inspirado en la leyenda de la orquesta del citado barco de lujo, de la que se cuenta que estuvo tocando mientras el transatlántico se sumergía lentamente en el océano.

Bajo la batuta

“Batuta”, procedente del término italiano “battuta”, que significa “pulsación”, está presente en la construcción de diversos modismos castellanos. A saber :
“Bajo la batuta”, que tiene dos acepciones : dirigiendo una orquesta y estar bajo el mando y la dirección de otra persona.
“Llevar la batuta”, más o menos equivalente al modismo anterior, alude a llevar el mando, la dirección, la responsabilidad, determinando lo que se ha de hacer o la conducta que se debe seguir.
“Tomar la batuta”, tomar el mando o la dirección de una empresa o acto. En ocasiones, en lugar del verbo “tomar” puede aparecer algún otro verbo equivalente.

Brillar por su ausencia

Entre los romanos existía la costumbre de exhibir en los actos fúnebres los retratos de todos los antepasados y deudos del difunto. Por eso, el célebre historiador Tácito, al relatar en el libro III de sus «Anales» las honras fúnebres de Junia -viuda de Casio y hermana de Bruto (el asesino de Julio César)- cuenta que todo el mundo se daba cuenta de la ausencia («brillaban» por ella) de la efigie de los dos criminales. Posteriormente, en el siglo XVIII, el gran poeta francés André de Chenier puso de moda la expresión brillar por su ausencia que todo el mundo usa hoy, a veces con mala intención, para resaltar la falta de algo o alguien en determinada circunstancia.

Cantarle a uno las cuarenta

Esta expresión popular tiene su origen en un juego de naipes muy popular en España : el “tute”, que se juega con la baraja española y sigue las reglas de los juegos de naipes para conseguir ganar una baza, es decir, el predomino de un naipe de mayor valor facial sobre uno de menor y el predominio del palo que pinta o triunfa sobre los que no. Además tiene una serie de reglas particulares. Durante el juego son habituales las bravuconadas, las burlas y las amenazas sobre el juego, utilizando expresiones como: “¡te voy a cantar las cuarenta!”, expresión que se ha convertido en sinónimo de regañar con dureza a una persona sin darle la más mínima opción de réplica, de echarle en cara algún comportamiento inconveniente y censurable, imitando esta baza del juego del “tute” en el que suelen cantarse las cuarenta (como máximo una sola vez en cada partida).

Agarrar o pillar “in infraganti”

La expresión coger o pillar “in in” significa ‘en el mismo momento de realizar una acción, generalmente considerada en sentido negativo’. Es una locución latina que libremente traducida significa ‘en el fuego’. El origen de la expresión proviene de “ flagrare” (‘arder’), el mismo que el de la palabra flagrante, que se aplica a los delitos evidentes o al delito de “deflagración” (‘explosión’).

Creer a pies juntillas

Se utiliza este dicho popular para indicar que una persona cree en alguien o en algo de manera absoluta, sin necesidad de verificar la realidad de su existencia.
La expresión tiene su origen en un juego infantil que consiste en saltar, con los pies juntos y con los ojos cerrados o vendados, de un cuadro que está pintado en el suelo a otro, siguiendo las indicaciones que aporta un compañero que está contemplando la jugada y al que hay que creer a ciegas para no incurrir en el error de saltar fuera del cuadro.

Dar gato por liebre

Si hay algo que ha mantenido la tradición con el paso de los siglos, es, sin duda, la mala fama de las posadas, hosterías y fondas, respecto de la calidad de sus comidas.
La literatura universal está llena de alusiones, muchas de ellas irónicas, acerca del valor de los alimentos ofrecidos en ellas.
Y era tanto el descrédito de estos lugares, que llegó a hacerse usual entre los comensales la práctica de un conjuro, previo a la degustación, en el que aquellos, parados frente a la carne recién asada, recitaban:
Si eres cabrito, manténte frito;
si eres gato, salta al plato.
Por supuesto, este «exorcismo» nunca sirvió para demostrar la veracidad de la fama de la posada, pero dio origen a la expresión “dar gato por liebre”, que con el tiempo se incorporó al lenguaje popular como equivalente de engaño malicioso por el que se da alguna cosa de inferior calidad, bajo la apariencia de legitimidad.


Dar la nota

Dícese “dar la nota” de la persona que llama la atención por lo inadecuado de su comportamiento. En torno al término nota se construyen varios tipos de frases hechas. A saber :
-Poner la nota discordante, sinónimo de romper la armonía en un conjunto.
-De mala nota. Referido a casa, mujer u hombre de mala fama.
– De nota. Personalmente notable y destacado.
-De primera nota, referido a calidad y categoría.
-Exagerar la nota, en el sentido literal del verbo.
-Quedarse nota (poco usual) homólogo de quedarse pasmado ye estupefacto.

De capa caída

Según el Diccionario de la Real Academia Española la expresión “ir de capa caída” es sinónimo de “padecer una sensible decadencia material o moral”. La citada expresión se aplica también a los objetos cuando van “cayendo en desuso”, cuando están pasados de moda o cuando una epidemia “pierde intensidad”.
Con relación al origen de esta locución, la opinión más extendida es la que se refiere a la capa de hojas de los árboles, que al caerse lo dejan desnudo. Aunque resulta más creible la conjetura de que proviene del modismo francés “chape chute”, del siglo XII, que en un principio significaba “cosa provechosa”. Dicha expresión cambió en el siglo XVII, cuando “chercher chape chute” equivalía a “buscar mala ventura”.


De pé a pá / Ni fú ni fá

«De pe a pa» es una locución existente desde antiguo en nuestra lengua castellana. En el acto XVIII de la Celestina (1499) el rufián Centurio dice lo siguiente: «Yo te juro por el sancto martilogio, de pe a pa, el braço me tiembla de lo que por ella entiendo hazer, que contino pienso cómo la tenga contenta y jamás acierto».
Fue recogida también por Gonzalo de Correas en su «Vocabulario de refranes» con el significado: «decir las cosas claras», aunque su sentido actual es «del principio hasta el final».
Hay dudas sobre su origen y aunque algunos han intentado dar explicaciones inverosímiles sustentando sus raíces en el vasco o en el hebreo, parece tratarse simplemente de una locución creada por el simple placer de la similitud o el sonsonete, similar, por tanto, a muchas otras que existen en nuestro idioma y en todas las lenguas.
Lo mismo es aplicable a la frase «ni fu ni fa», cuya creación debe ser más reciente y cuyo significado tanto puede ser «ni una cosa ni la otra», como «nada de nada», si bien pudiera interpretarse como analogía de otras locuciones, tales como «Ni chicha ni limoná» o «Ni carne ni pescado».

Dorar la píldora

Los medicamentos (infusiones, polvos, brebajes…) se han caracterizado siempre por tener un sabor amargo, lo cual los hacía molestos en el momento de tener que tragarlos, pero eso era considerado algo natural, tanto como lo era el hábito de tener que soportar el dolor.
Hoy, todos sabemos que esos botoncitos compuestos por distintas variedades de productos medicinales llamados píldoras suelen estar integrados -por lo general- por elementos de sabor amargo y desagradable al paladar.
De ahí, que los antiguos boticarios, tal como se sigue haciendo en el día de hoy en los modernos laboratorios farmacéuticos, para disfrazar o disimular ese desagradable sabor, acudiesen al recurso de “dorar la píldora” con alguna substancia de gusto azucarado y suave al paladar, de manera que se facilitara la acción de ingerir el medicamento.
Ese es el sentido de la expresión “dorar la píldora”, que hoy aplicamos en el lenguaje cotidiano en el sentido de realizar un acto o expresar una opinión con amabilidad y suavidad y tratando de no herir o molestar a quien nos escucha. También se sobreentiende en el sentido de halagar, interesadamente, a un interlocutor de quien se pretende un beneficio.

Echando chispas

Suele utilizarse esta frase coloquial para ponderar la rapidez, la velocidad en la realización de una tarea.
En tiempos pasados esta locución hacía alusión al hierro ardiente cuando es golpeado a martillazos sobre el yunque, produciendo chispas. En la actualidad ha cambiado su significado, por el arriba descrito, como también su procedencia, atribuída ahora a la máquina del ferrocarril, de la cual también saltan chispas cuando circula a mucha velocidad, al producirse el rozamiento de las ruedas con los raíles.

Echar un polvo

Dos acepciones incluye la Real Academia Española de la Lengua sobre el concepto “polvo” y ambas están relacionadas con el significado y procedencia de este dicho. Una de ellas es la denominación de lo que en el lenguaje de la droga se conoce con el nombre de “heroína». La otra, coloquialmente y en términos vulgares, es la denominación de “coito”.
En el léxico de nuestros días se ha impuesto la segunda acepción, que equivale, sencillamente, a «copular», si bien en sus orígenes su significado era bien distinto y estaba más en consonancia con la primera definición facilitada.
”Echar un polvo” solía utilizarse como sinónimo de consumir rapé (polvo de tabaco, también conocido como «polvo de Sevilla». Dicha droga era de uso común entre los nobles españoles, quienes, cuando se retiraban a «echar un polvo», se referían precisamente a esta consumición. El cambio de significado parece tomado del Génesis, y más en concreto de la liturgia «del polvo vienes y en polvo te convertirás» y del evidente silogismo que el léxico popular asimiló como significado de la frase.

El cuento de nunca acabar

Este modismo proviene de la tradición de los llamados “cuentos de la buena pipa” y en otros lugares, concretamente en Andalucía, del llamado “cuento de la haba que nunca se acaba”. En todos estos tradicionales cuentos comienzan unos relatos que parece ser prometedores y que acaban siendo repetitivos, interminables y aburridos. Cuentos en lo que no se cuenta nada y que se agotan en sí mismos como recurso expresivo. Es la razón por la que se usa este modismo para aludir a un asunto cuya solución no parece tener fin por una serie indefinida de demoras en cuanto a su conclusión definitiva.


El movimiento se demuestra andando

Expresión utilizada para designar una verdad irrefutable. La tradición atribuye el origen de este dicho a Diógenes el Cínico (413-327 a.C.). En el transcurso de una conferencia filosófica de Zenón de Elea, en la que se debatía la veracidad del movimiento, Diógenes el Cínico arguyó, al respecto, una prueba irrefutable : se levantó y caminó algunos pasos al tiempo que decía “El movimiento, amigos míos, se demuestra andando”.

El oro y el moro

Es una locución bastante difundida en nuestro lenguaje coloquial y, por lo general, se usa para ponderar el precio y el aprecio (a veces, bastante exagerado) de una cosa o persona.
El origen del dicho fue un hecho de armas protagonizado por un grupo de caballeros jerezanos durante las guerras de la Reconquista española.
Sucedió que, durante una incursión afortunada, estos caballeros lograron capturar a unos cincuenta moros notables, entre los que se encontraban Abdalá, alcaide de la ciudad malagueña de Ronda y un sobrino de éste, llamado Hamet.
El alcaide obtuvo muy pronto su rescate, mediante el pago de una fuerte suma de dinero, pero no así los demás -ni siquiera su sobrino Hamet-, pese a los enérgicos requerimientos del propio rey Juan II de Castilla.
Los caballeros -y particularmente, la esposa de uno de ellos- exigían la entrega de cien doblas (monedas castellanas de oro) por la liberación del cautivo.
En virtud de esto, el rey ordenó que Hamet fuese trasladado a la Corte, pero debido al litigio entre el soberano y los caballeros por el cobro del rescate, la malicia del pueblo no tardó en acuñar la frase “quedarse con el oro y el moro”, aplicada a la sólo aparente intención negociadora (en su favor) del rey.
Con el tiempo, el dicho comenzó a aplicarse para censurar a toda persona que pretende retener más de lo que le corresponde por derecho, y así es como lo usamos en la actualidad.

El perro del hortelano

Esta expresión tan popular suele aplicarse a quienes no aprovechándose de las cosas impiden al mismo tiempo que otros se aprovechen de ellas. Hace alusión a los perros de los hortelanos que desprecian los frutos de un huerto y además los protegen. La forma original, rimada y completa de este modismo es : “el perro del hortelano, que ni come las coles, ni deja que se las coma el amo”. Obviamente, el perro no suele comer coles ni otros frutos de la huerta, de manera que el origen de esta frase parte de un pensamiento falso vulgarizado.


El que se fué a Sevilla, perdió su silla

Durante el reinado en Castilla de Enrique IV de Trastámara, un sobrino de don Alonso de Fonseca -arzobispo de Sevilla- fue a su vez designado arzobispo de Santiago de Compostela, pero suponiendo el tío que, a causa de las revueltas que agitaban Galicia, a su sobrino le costaría tomar posesión de su cargo, se ofreció para adelantarse a Santiago con el objeto de allanarle las dificultades. A cambio, le pidió a su sobrino que lo reemplazase en los negocios de su sede en Sevilla. Así se hizo y con los mejores logros, de manera que una vez que don Alonso, concluida la gestión, regresó a Sevilla, se halló con la desagradable sorpresa de que su sobrino se resistía a abandonar la sede arzobispal, alegando que el arreglo había sido permanente. Para reconducir el litigio se hizo necesaria la intervención del Papa y hasta la del propio rey Enrique. El joven, una vez que viajó a Santiago acabó siendo preso y sentenciado a cinco años de condena por otros delitos, pero su carrera continuó y llegó a ocupar los más altos cargos eclesiásticos hasta ceder la sede compostelana a su propio hijo. De aquel suceso, muy comentado en su tiempo, nació el dicho que seguramente en su origen debió ser : “ El que se fue de Sevilla, perdió su silla” y no como aún hoy lo conocemos, “El que se fue a Sevilla, perdió su silla” .


El talón de Aquiles

Aquiles, el héroe de la “Ilíada”, sólo podía ser herido en una parte de su cuerpo: el talón (no se especifica cual de los dos, si el derecho o el izquierdo). Cuando era niño, según la leyenda, su madre Thetis lo sumergió en el Estigia, uno de los ríos que circundan el infierno. Quien se bañaba en él se volvía invulnerable. Pero el talón del que la madre lo sostenía no fue mojado por las aguas mágicas. Por eso murió en el sitio de Troya: una flecha envenenada le dio justamente en el talón. La frase alude hoy a los aspectos más débiles y más expuestos de un individuo. Si sucumbe con facilidad a los flechazos del halago o de una tentación determinada, decimos que esas «zonas débiles” representan su talón de Aquiles.

En un santiamén

La significación de este dicho es realizar una acción rápida, inmediatamente, en el más breve espacio de tiempo. Suele emplearse también en la forma “en un decir amén”. La expresión es una corrupción fonética de las últimas palabras de la misa (In nomine Patri, Filii et Spiritus “Sancti, Amén”) y de algunas oraciones religiosas. Su origen puede ser el siguiente : cuando acababa la misa, algunos feligreses, en su celeridad por irse de la iglesia, acortaban la expresión tanto como podían y pronunciaban “santiamén” sin pararse en la coma y sin saber lo que significaban realmente aquellas palabras latinas, ya que el olvido del latín produjo ciertas situaciones curiosas.

Entrar con el pié derecho

Es una locución que suele utilizarse para significar el comienzo favorable de una empresa, aunque comúnmente se sostiene que la locución es una forma residual de alguna práctica supersticiosa.
Lo cierto es que tiene su origen en la rúbrica de los Misales donde, por motivos arcanos se prescribe que el celebrante, una vez comenzado el introito y al disponerse a subir las gradas del altar, debe iniciar su marcha con el pie derecho, esto es, “entrar con el pie derecho”.
Curiosamente, esta costumbre se ha mantenido a pesar de su procedencia pagana.
Por extensión, comenzó a aplicarse el dicho para referirse a la acción que prenuncia la buena suerte necesaria en la iniciación de una tarea y su culminación con éxito.

Entre pitos y flautas

Popular locución española que viene a significar “entre unas cosas y otras”. Suele también utilizarse en la forma “por pitos y flautas”, o sea, por un motivo o por otro. Igualmente, con el término “pito” se construyen otros modismos, tales como : “¿qué pito toca?” o su variante de interrogación retórica en sentido negativo (¿toca algún pito?, no sé que pito toca). “Tomar por el pito del sereno”, en el sentido de tratar a una persona con poca o ninguna consideración. “Importar un pito (o tres)” coloquialmente utilizado en el sentido de “nada”.


Estar al pie del cañón

Se utiliza esta frase hecha para indicar que una persona permanece en actitud firme ante una situación comprometida, difícil o penosa, cuando todos los demás han abandonado. La frase tiene su origen en el ámbito militar y hace alusión a los soldados de infantería que tienen a su cargo, no sólo cargar y disparar el cañón, sino aguantar el fuego enemigo, cuando es uno de los lugares más peligrosos en el frente porque es fácilmente identificable. El origen de este modismo pudiera enlazar con la gesta de Agustina Zaragoza, la heroína del sitio de la ciudad del mismo nombre durante la Guerra de Independencia española contra los franceses. Agustina tomo la decisión de permanecer junto a un cañón cuyos servidores habían caído en combate y, ocupando su lugar, disparó la pieza contra el enemigo. Su gesto simbólico y valiente no sólo ha pasado a los anales de la Historia de España sino que, posiblemente, diera lugar al nacimiento de este modismo que significa resistencia y heroicidad ante una situación límite.

Estar en babia

Durante la Edad Media abundaba la caza en una pequeña localidad leonesa, conocida entonces y ahora con el nombre de Babia, a la que los reyes de León la eligieron como lugar de reposo para alejarse de los problemas de la corte, complicada con las intrigas palaciegas de los nobles de la época,que estaban empeñados en instaurar un régimen feudal semejante al de la Europa septentrional. Los reyes aprovechaban las bondades del lugar para distraerse de las tareas concernientes a su ejercicio del poder. Estas ausencias del rey motivaban a menudo la inquietud de los súbditos a quienes, cuando preguntaban por él, se les respondía evasivamente que el rey estaba en Babia. La expresión se hizo coloquial y pasó al lenguaje común para significar toda disposición de ánimo desentendida, de propósito o involuntariamente, ante cualquier tarea apremiante. Hoy en día se utiliza específicamente para hacer referencia a toda persona distraída o que parece ausente en el momento en el que más se necesita de su concentración.


Expresiones (rim) bombantes

No es que vayamos a utilizar el verbo (poco usual) de “rimbombar” para aludir a las expresiones que se consideran ostentosas o llamativas, sino a las construídas con el término “bombo”, que en nuestro idioma son estas que recordamos :

“A bombo y platillo” (usada también en la forma “con bombo y platillo) y que coloquialmente entendemos en el sentido “con gran publicidad”.

“Como un bombo” (o “hecho un bombo”) que utilizada en sentido comparativo significa “ponderar un estado de fuerte aturdimiento”, referido a la cabeza de una persona cuando va en compañía de los verbos tener o poner.

“Dar bombo”, elogiar públicamente un logro, una noticia, las excelencias de una persona.

Hablar por boca de ganso

Este dicho nada tiene que ver con el animal que todo conocemos como ganso.
Antiguamente, los hijos de los nobles y de los ricos eran formados y educados por una especie de monitor o ayo llamado, precisamente, ganso. Estos gansos o ayos ejercían una función educativa y pedagógica, por lo general rígida y dogmática, es decir, algo equivalente a lo que hoy llamamos «enseñanza enciclopedista».
De manera que, los niños repetían casi memoriosa y literalmente lo que habían escuchado de la “boca del ganso”, y como casualmente estos “gansos» solían caminar por los caminos de palacio seguidos por los niños en fila india -tal como marchan los gansos con sus crías- la tradición popular se encargó de acuñar la frase “hablar por boca de ganso”, para dar a entender que alguien repite lo que otro ha dicho, como si fuera propio, pero sin el correspondiente discernimiento.
Otro factor que ayudó a confundir el «ganso-ayo» con el «ganso-animal» es el hecho de que el ganso es un animal que tiene fama de tonto, ya sea por su escasa inteligencia o por el sonido de su voz gutural, elementos que han dado origen a la expresión «la risa abunda en la boca de los gansos», generalmente aplicada a la persona que se ríe tonta y constantemente, sin motivo.

Hacer el caldo gordo

Dicho popular que se utiliza con el significado de adular, ayudar o favorecer a alguien con el fin de obtener algún beneficio. El “caldo gordo” es un plato imaginario, no existen recetas que sirvan para prepararlo, aunque su contenido sería diverso y variado, con verduras y carnes de todo tipo. El caldo, sustancia reconstituyente, era en otro tiempo alimento para trabajadores a domicilio, viajeros y menesterosos que necesitaban un sustancioso aporte de calorías. Por lo que se sabe, el significado de “caldo gordo” sería lo contrario que el aguachirle, insustante por naturaleza, sin apenas calorías en su contenido alimenticio. Con el caldo gordo se agasajaba a personajes de importancia y el aguachirle se reservaba para los que no podían pagar o andaban escasos de recursos económicos.

Irse a hacer puñetas

Suele utilizarse esta castiza frase en sentido peyorativo, cuando se quiere significar el deseo de que una persona se aleje de la vista del interlocutor que la expresa o, simplemente, intenta mostrarle rechazo ante un determinado comportamiento importuno.
Las “puñetas” se refieren al nombre de las bocamangas de algunas togas, que se adornaban con bordados o puntillas. El bordado y puntilleo exigían un trabajo lento, arduo y paciente por parte de las mujeres que lo elaboraban. De ahí que la expresión indique que no se desea ver a la persona a la que se envía a hacer puñetas en un largo periodo de tiempo.


Irse de farra

La expresión «irse de farra» se utiliza para significar la acción de salir de juerga, de diversión, normalmente en compañía de amigos y por las noches de los fines de semana.
Esta expresión, tal como apunta Corominas en su “Breve diccionario etimológico de la lengua castellana” (1987), se halla documentada desde 1910 y es un americanismo procedente de la voz común del término brasileño “farra” (‘diversión’) y del vasco “barra / barre” o “parra/e” (‘reírse, risa’). Su origen pudiera ser onomatopéyico y suele ser un término usado en situaciones informales.

La espada de Damocles

Según cuentan Horacio en una de sus «Odas» y Cicerón, en sus «Tusculanas», Damocles era cortesano de Dionisio I, El Viejo (siglo IV, AC), tirano de Siracusa, a quien envidiaba por su vida aparentemente afortunada y cómoda.
El rey, con el propósito de escarmentarlo, decidió que Damocles lo sustituyera durante un festín, pero para ello dispuso que sobre su cabeza pendiera una afilada espada desnuda suspendida de una crin de caballo.
De esta manera, Damocles pudo comprender lo efímero e inestable de la prosperidad y del lujoso modo de vivir del monarca.
La frase la espada de Damocles se utiliza desde hace mucho tiempo, para expresar la presencia de un peligro inminente o de una amenaza.

Mea culpa

Sintácticamente, esta expresión de origen latino es un complemento circunstancial de causa y su traducción literal es “por mi culpa”. Sin embargo se ha substantivado, y cuando uno entona el mea culpa quiere decir que se está declarando culpable de alguna acción negativa. La expresión está tomada de la liturgia de la misa cristiana, cuando se decía en latín y el sacerdote se declaraba pecador y dándose tres golpes de pecho decía “mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa”, que significa “por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa”.


Meter la gamba

El término “gamba” es sinónimo de ‘pierna’ y en el sentido en el que se utiliza la expresión “meter la gamba” equivale a la locución vulgar “meter la pata”. El término “gamba” está documentado en el argot de los maleantes de los siglos XVI y XVII y, posteriormente, en la obra de Salinas “El delincuente español. El lenguaje”, de 1896.
Procede del término italiano gamba (‘pierna’) que lo toma del latín vulgar “camba” (‘pierna, referida a la de la caballería’). Así la expresión meter la gamba es un sinónimo de meter la pata, con el significado de “equivocarse”, “errar” en un asunto.


Meterse alguien en camisa de once varas.

El significado de esta locución es inmiscuirse una persona en lo que no le importa. Es dicho tomado de la ceremonia de adopción tal y como se celebraba en Castilla en la Edad Media y que consistía en meter el adoptante la cabeza del adoptado por una manga muy ancha de su camisa y, sacándole por el cuello, le daba un beso tras lo cual este quedaba adoptado como hijo. Son numerosas las expresiones que aluden a esta costumbre como, «hijo ajeno», «meterlo por la manga y salirse por el seno» y «entrale por la manga y salirse os ha por el cabezón».
Bastús, cuenta en «La sabiduría de las Naciones», serie 1ª, nº 89, que esta ceremonia la realizó Dª Sancha Velázquez para adoptar a Mudarra González, que sería posteriormente el vengador de sus hermanos los Siete Infantes de Lara. Respecto al significado actual del dicho, como inmiscuirse uno en lo que no le importa, quizás haya que buscarlo en la experiencia de que las adopciones a veces no salen como uno espera, por lo que sería mejor dejar las cosas como están.

Gonzalo Correas, en su «Vocabulario de refranes y frases proverbiales», obra del siglo XVII, dice: «Entrar por la bocamanga y salir por el cabezón». Del que toma más que le dan: fue uso, para prohijar y dotar, meter al tal hijo la cabeza por la boca de la manga, que era muy ancha, y sacarla por el cabezón, y mostrarle así, y quedaba por hijo heredero. Las mangas de las camisas y cabezones duran hoy tan anchas entre labradoras, que se puede hacer esta ceremonia muy bien estando vestidas. Véase la historia de Mudarra y Ramiro de Aragón».

Mucho ruido y pocas nueces

No es muy segura la procedencia de esta locución, aunque es sobradamente conocida en España una anécdota que podría explicar el origen del dicho.
Según relato del conde de Clonard, en 1597 las tropas españolas tomaron la ciudad francesa de Amiens, merced a una treta urdida por el capitán Hernán Tello de Portocarrero, que vistió de labradores a dieciséis de sus soldados que hablaban muy bien el francés.
Estos hombres penetraron en la ciudad provistos de sacos de nueces, cestos de manzanas y un carro de heno. Apenas entraron en la ciudad, uno de los soldados dejó caer voluntariamente uno de los sacos de nueces, lo que movió a los soldados franceses a recogerlas del suelo. Esta situación permitió a los españoles que sacaran sus armas de la carreta de heno y así consiguieron reducir a las tropas locales, permitiendo el asalto de una columna invasora.
Posteriormente, los franceses recobraron la plaza, pero la astucia de la estratagema habría dado origen al dicho “ser más el ruido que las nueces”.
Con el correr del tiempo, la frase pasó a formar parte del léxico popular, como manifestación de exagerada demostración de un hecho que no tiene tanta trascendencia.

No hay tu tía

Expresión equivalente a decir: “no hay remedio”, “no hay solución”.
Inmiscuyéndonos en el significado correcto de los dos últimos términos de la frase lo obtendremos enseguida. En realidad la locución no es correcta, es una alteración del dicho “No hay tutía o atutía”, pues la tutía o atutía era considerada antiguamente como medicamento de gran virtud para las enfermedades oculares. De hecho, ya el antiguo DRAE decía: “Atutía: género medicinal del que se constata la existencia de varias especies. La verdadera se origina del hollín que se eleva del cobre cuando se funde y purifica. De ella provienen varios compuestos medicinales, y la que tiene más nombre en las farmacias es la “atuthia” preparada.

No es moco de pavo

El uso coloquial de está expresión popular está referido a lo que tiene importancia y valor.
El Diccionario de la Real Academia Española define «moco de pavo» como:
1. m. Apéndice carnoso y eréctil que esta ave tiene sobre el pico.

2. m. Planta herbácea de adorno, de la familia de las Amarantáceas, con tallo grueso, verde, ramoso, de algo más de un metro de altura, hojas aovadas lampiñas, y flores generalmente purpúreas, dispuestas en grupos de espigas colgantes alrededor de otra central más larga.

3. m. Méx. amaranto (planta).

De estas tres definiciones, es la primera a la que se refiere el origen del dicho. Proviene de los tiempos en los que se utilizaba el reloj de bolsillo con cadena. Los ladrones, cuando divisaban alguna de ellas asomando de un bolsillo, aprovechaban la confusión del gentío para hurtar el reloj, pero dejaban la cadena por su escaso valor. En el argot de la delincuencia de aquellos tiempos, las víctimas eran denominadas “pavos” y las cadenas, «mocos». De ahí la procedencia de la expresión.

Poner en un brete

Se utiliza este dicho como indicativo de que se ha colocado a una persona en un aprieto, en una situación difícil. En el siglo XIV el término “brete” era el nombre de una trampa para cazar aves. Posteriormente pasó a designar el cepo de hierro que se colocaba en los pies de los presos, a modo de potro de tortura. En cualquiera de los casos,”poner en un brete” denotaba poner en dificultades a cualquier presa, poner en apuros a una persona, significado que se ha mantenido en la actualidad.


Por si las moscas

Esta expresión es sinónimo de “por si acaso, por lo que pudiera ocurrir” y tiene un claro significado preventivo que, en ocasiones, se acentúa afirmando : “por si las moscas pican” (‘desazonan, incomodan, abrasan’).
El origen de esta expresión tal vez pueda estar en la leyenda que cuenta que las moscas conocidas con el nombre de «moscas de San Narciso» brotaron repentinamente en 1285 de la tumba de este santo gerundense y atacaron al ejército francés, que al mando de Felipe ‘El Atrevido’, se disponía a sitiar la ciudad de Gerona. Las famosas moscas levantaron el pánico y contagiaron la peste entre los invasores, quienes tuvieron que levantar el sitio mientras salían espantados.


Quemar las naves

El significado de esta expresión es el de ‘tomar una resolución extrema con la imposibilidad de volver atrás, aunque esto suponga una pérdida o un sacrificio grande’. Hace referencia a un hecho histórico que tuvo como protagonista a Hernán Cortés (1485–1547). En 1518 emprendió la conquista de México con once naves que partieron de Santiago de Cuba y anclaron en la actual ciudad de Veracruz. Decidido a adentrarse en territorio desconocido y a seguir avanzando tierra adentro, se dice que para evitar que sus tropas desertaran y se volvieran atrás, quemó los barcos. Otras versiones, seguramente más fiables, dicen que solamente los hundió o los inutilizó.
En el léxico popular esta locución de “quemar las naves” ha quedado también como sinónimo de una solución o apuesta arriesgada ante una situación problemática.


Quemarse las cejas

El significado literal de esta expresión popular se aplica al estudiante de cualquier disciplina que está entregado absolutamente al estudio. Significado y origen concuerdan en su sentido que no es otro que el de estudiar de noche, pasarse las noches en vela estudiando, que en otros tiempos, y ante la carencia de la luz eléctrica, se hacía a la luz de las velas o velones, cuya llama podía accidentalmente quemar o chamuscar las cejas de los que, absortos en el estudio, se acercaban a a la llama.


Sacar de sus casillas

Este dicho popular proviene del antiguo juego de las Tablas Reales, juego de tablero muy semejante a las actuales Damas. En el citado juego la palabra casa está referida a unos semicírculos huecos cortados en la misma madera a los lados del tablero en los que se van colocando las piezas para ocupar las casas o casillas según las suertes de los dados. El juego consistía en encontrar una casa o casilla vacía donde entrar, y en el caso de que se hallara ocupada el que viene detrás con una pieza la puede desplazar del juego, “la puede sacar de su casilla”.


Ser cabeza de turco

Esta expresión alude a quien resulta objeto de acusaciones o responsabilidades y sujeto unilateral de las mismas, siendo culpado, generalmente, por las acciones de todo un grupo. Proviene, probablemente, de tiempo de las Cruzadas, cuando los cristianos se dedicaban a cortar las cabezas de los turcos como quien pela patatas. Otro posible origen puede proceder de la batalla de Lepanto (7 de octubre de 1571), cuando el almirante turco Alí Bajá fue decapitado por un galeote cristiano con su hacha de abordaje, tras una rebelión de los cristianos prisioneros que navegaban en las galeras turcas. Aquel célebre episodio de Lepanto terminó con una escabechina : sólo 50 de las 300 naves turcas pudieron escapar y se contaron por miles las cabezas de turco que cayeron bajo los filos de las espadas cristianas.


Ser el abogado del diablo.

Esta expresión se basa en la denominación “Advocatus diabli” que la iglesia define como promotor de la fé, como contradictor del “Advocatus Dei” o abogado de Dios y que la Iglesia Católica utiliza en los procesos de beatización o canonización, designando de oficio, a tal efecto, a un sacerdote encargado de encontrar argumentos contrarios a las supuestas virtudes de la persona que se postula para la beatificación o la santidad .
En parecido sentido la definición de “Ser el abogado del diablo” suele aplicarse en lenguaje metafórico a las personas que aconsejan a otras de forma retorcida o maliciosa. También es utilizada en el sentido de verse una persona obligada a defender una causa o asunto de importancia aunque, en conciencia, sostenga la contraria y no esté a favor de tal causa o asunto.


Ser un atorrante

Dícese de esta frase hecha que es de origen lunfardo, argentino, con el significado de “ser un vago, alguien que vive al día y sin trabajar”, si bien en el castellano de España tiene el sentido despectivo referido a “ser persona desfachatada y desvergonzada”, mientras en Honduras significa “persona errante, vagabundo sin domicilio fijo”. Los argentinos creen que esta expresión procede de cuando se construyeron las primeras cloacas modernas en Buenos Aires, a fines del siglo XIX, en las que se utilizaron enormes cañerías cuyo fabricante era un tal «A. Torrant». Tales conductos eran el refugio elegido por los mendigos para dormir. De «atorrante» deriva, según una página argentina, el lunfardo «rante» y «rantifuso». En su «Musa rea», Celedonio Flores admite tener «un alma rantifusa».


Ser un gringo

El término “gringo” viene de las luchas de los mexicanos contra los estadounidenses. Durante la guerra entre ambos países, los soldados norteamericanos acabaron invadieron México. En aquel tiempo se puso de moda entre los soldados norteamericanos una canción titulada “Verdes crecen las lilas”, que en inglés se traducía por “Green grow the lilas”. De las dos primeras palabras de este título surgió el apelativo de “gringo” aplicado a los ciudadanos de Estados Unidos, que hoy sigue utilizándose. “Ser un gringo”, por lo tanto, suele usarse despectivamente para referirse a cualquier ciudadano del gran país vecino del norte de México.


Tener muchos humos

Entre los romanos existía la costumbre de adornar el atrio de las viviendas con los bustos y retratos de toda su ascendencia, con el objeto de demostrar la extensión y la ranciedad de su linaje.
Por efecto del humo y del paso del tiempo, los objetos decorativos iban adquiriendo una coloración oscura de la que los habitantes de la casa solían ufanarse, ya que cuanto más intensa era esa pátina de ranciedad, más crecía la respetabilidad de la familia, en base a la memoria de sus ancestros.
Ese es el origen de la expresión “tener muchos humos” que hoy aplicamos análogamente para manifestar la fea actitud de quien actúa con engreimiento y presunción inmoderados.
Derivada de la misma locución es la de “subirse los humos a la cabeza” y en el mismo sentido de arrogancia por el estatus económico o social adquirido por una familia o persona.


Tirar la casa por la ventana

El significado literal de esta vieja locución española es el de “derrochar, gastar sin ningún control ni medida”. Su origen se remonta al reinado de Carlos III en la España del siglo XVIII, cuando se estableció el juego de la lotería organizada por el Estado, que garantizaba el pago de los premios, razón por lo que el juego citado se popularizó de inmediato. Dícese que los primeros ganadores de aquella lotería española, para celebrar su reciente e inesperada fortuna, solían arrojar desde las ventanas de sus casas todo aquello que ya no iban a usar más: ropas, platos, muebles y muchos otros enseres. Por extensión, hoy la frase se aplica, fundamentalmente, a aquellas personas que viven por encima de sus posibilidades económicas.









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