Imanes
BREVE HISTORIA DEL BIOMAGNETISMO
Muchas culturas ancestrales, entre las que se encuentran la china, la hindú, la árabe, la hebrea y las antiguas dinastías egipcias, utilizaban imanes por sus propiedades terapéuticas.
La leyenda cuenta que Cleopatra, para retrasar el proceso de envejecimiento, dormía con una piedra imán sobre la frente. En el siglo III a C., Aristóteles escribió acerca de las propiedades curativas de los imanes naturales, que llamaba «imanes blancos».
En el siglo I d C., Plinio el Viejo, historiador romano, habló sobre la utilización de los imanes para curar los problemas oculares. Durante ese mismo siglo, algunos geománticos chinos empezaron a documentar lo efectos sutiles del campo magnético terrestre en la salud humana y la enfermedad después de utilizar brújulas de gran precisión para la exploración de las condiciones geomagnéticas.
En el siglo II, el célebre médico Galeno recomendaba el empleo de imanes para tratar el estreñimiento y diversos trastornos dolorosos. En el siglo IV, Marcel, el filósofo y médico francés, aconsejaba llevar un imán alrededor del cuello para aliviar los dolores de cabeza. En el siglo VI, Alejandro de Tralles utilizaba imanes para tratar el dolor de las articulaciones.
Después, durante el siglo X, el médico islámico Ibn Sina, también conocido como Avicena, afirmó que era capaz de tratar la depresión mediante la terapia magnética. Alrededor del año 1000, un médico persa documentó la utilización de imanes para aliviar dolencias como la gota y los espasmos musculares.
Un gran número de médicos y sanadores utilizaron los imanes para curar diferentes problemas médicos hasta el siglo XVI, cuando el célebre médico Paracelso no sólo abogó por los imanes para curar trastornos específicos, sino que además describió con detalle los diversos efectos curativos de las polaridades magnéticas en los seres vivos.
Paracelso fue uno de los primeros en postular que la propia Tierra era un gran imán. En sus obras sobre terapia magnética, Paracelso defendía que el «imán es el rey de todos los secretos».
En 1777 la Real Sociedad francesa de medicina examinó los estudios sobre curación magnética realizados por un abad francés llamado Le Noble. Sus informes sobre los efectos de los tratamientos magnéticos fueron tan favorables que concluyeron que el imán parecía destinado a desempeñar un papel tan importante en la práctica y la teoría médica como el que estaba comenzando a tener en el campo de la física experimental.
Curiosamente, unos pocos años después esa misma entidad condenó la obra sobre «magnetismo animal» de Franz Anton Mesmer, quien utilizaba «pases magnéticos» en sus pacientes al tiempo que aplicaba la energía del «magnetismo humano» por contraposición a las piedras imán magnéticas.
Mesmer entendía la curación magnética según una teoría astrológica según la cual el sol, la luna e incluso la tierra poseen energías magnéticas sutiles que pueden influir en el sistema nervioso humano y proporcionar energía al cuerpo. Las teorías de Mesmer se asemejaban mucho a las de Paracelso. Los dos afirmaban que existen un fluido magnético o una fuerza de la naturaleza invisible y sutil que se intercambia entre el cielo y la Tierra, y que dicha fuerza magnética puede curar y proporcionar energía a los seres vivos.
Mesmer estaba convencido de que el ser humano posee una clase de magnetismo específico, que él denominó «magnetismo animal» para distinguirlo de las limaduras de hierro o «ferromagnetismo». Continuó su labor desarrollando técnicas que permitieran captar y utilizar ese tipo de energía con el objeto de curar a sus pacientes.
Mesmer solía sustituir la energía de los imanes permanentes que había utilizado por su propio magnetismo animal. Si bien no fue comprendido durante su época, en el siglo XX los investigadores han hallado pruebas de que tal vez Mesmer no se encontraba tan lejos de la verdad en la relación con sus afirmaciones sobre el magnetismo animal.
Los estudios efectuados durante los últimos 30 años han demostrado una notable similitud entre los efectos biológicos beneficiosos de las manos de un sanador y los efectos terapéuticos de los imanes permanentes en los seres vivos.
Tan sólo unos ochenta años después, el famoso químico francés Louis Pasteur documentó los descubrimientos que había realizado en relación con los efectos de los imanes en el proceso de fermentación. Pasteur también desarrolló un tratamiento para la rabia, así como el proceso de esterilización de la leche (pasteurización).
Pasteur se percató de que si colocaba un imán cerca de una cuba de fermentación llena de fruta (tal como se utiliza en la producción de bebidas alcohólicas), el proceso de fermentación era más rápido. En aquella misma época Samuel Hahnemann, el creador de la homeopatía, también experimentó con los imanes con fines terapéuticos y acabó defendiendo el uso de los imanes para tratar un gran número de trastornos de la salud.
El mayor defensor de la terapia magnética durante la segunda mitad del siglo XIX fue el doctor C., J. Thacher. Este médico explicaba que la energía de la vida provenía de la fuerza magnética del sol y era conducida a través de la sangre debido a su alto contenido en hierro. Aproximadamente un siglo después, en 1954, Linus Pauling recibió el Premio Nobel de Química por sus descubrimientos sobre las propiedades magnéticas de la hemoglobina, una sustancia presente en la sangre que contiene hierro.
A mediados del siglo XX, el interés por la curación magnética aumentó rápidamente en países como la India, Rusia y Japón.
Magnetoterapia
Usos y Curiosidades
El objetivo de esta información es introducirle en un tema tan interesante, como es, el biomagnetismo, la imanoterapia o magnetoterapia, y algunas de sus aplicaciones. No se pretende desarrollar un estudio completo sobre el tema, si el mismo le parece interesante, investigue por su cuenta, seguro que se va a encontrarse con sorpresas agradables. Introducción.
El Biomagnetismo es el estudio del efecto de campos magnéticos en sistemas biológicos. La energía biomagnética es nuestra fuerza de vida, tanto como lo es el aire, el agua y la luz del sol. Algunos que los efectos que producen los campos magnéticos en los organismos vivos son los siguientes:
· Incremento de flujo sanguíneo y mejora de la capacidad de transportar oxígeno, facilitando la recuperación de la salud.
· Cambios en la migración de los iones de calcio, que proporcionan calcio a los huesos deteriorados más rápidamente
· Se modifica el pH de los líquidos
· Se incrementa la producción de hormonas de las glándulas endocrinas.
La terapia de la polaridad.
A cada uno de los polos le corresponde una forma de energía eléctrica distinta. El polo norte significa detención, frena, y el polo sur avance, acelera, da vida y energía.
El polo Sur (+).- El polo Sur de un imán transmite energía y vigor a los organismos vivos, refuerza los componentes ácidos, estimulando la producción de proteínas, y acelera el proceso de maduración. La energía del polo Sur es positiva y transmite efectos positivos a los organismos vivos, semillas, animales y seres humanos. En el polo sur de un imán hay un remolino de electrones que gira en el sentido de las agujas del reloj, con una carga positiva.
El polo Norte (-).- El polo norte de un imán produce una reducción del contenido ácido, además detiene las infecciones, ayuda a cerrar heridas y aliviar distintas dolencias que desaparecen sin dejar efectos secundarios. En el polo norte de un imán tenemos un remolino de electrones girando en sentido contrario a las agujas del reloj, con una carga negativa.
Efectos en las enfermedades.
Los campos magnéticos trabajan sobre la circulación de la sangre, que contiene hemoglobina y hierro (la sangre es de color rojo debido al hierro, el hierro con oxígeno, oxidado, es de color rojo).
Sin el hierro no hay energía, y sin energía se detienen el latido del corazón y la respiración, por lo que el hierro es esencial para la vida, y la influencia de un campo magnético sobre el hierro es considerable. Los campos magnéticos producen una pequeña corriente eléctrica debajo de la piel, lo suficientemente fuerte como para causar efectos biológicos como son: la reducción de dolor, la regeneración de células y nervios, etc..
Un campo magnético atrae y repele las partículas cargadas de la sangre, creando movimiento y calor. Esto dilata los vasos sanguíneos, incrementando la circulación de la sangre y acelerando los procesos de curación y de recuperación.
Normalmente en imanterápia se aplica el polo NORTE (-) de un imán directamente sobre la zona a tratar, aunque en algunos casos se utiliza el polo SUR (+).
El insomnio responde rápida y eficazmente a la aplicación de un imán sin necesidad de medicación alguna.
Los dolores de muelas se alivian aplicando el polo norte de un imán sobre la mejilla dolorida.
Los dolores producidos por heridas se pueden aliviar con la aplicación de un imán.
El imán resulta muy eficaz en algunos casos de epilepsia y reduce el número de ataques del paciente.
También puede aplicarse un imán en los ojos: el polo norte le puede ayudar en algunos casos de cataratas precoces, inflamaciones de los ojos, vista cansada, etc.. Para la sordera puede utilizar un imán de barra con los polos en los extremos.