Inundados… otra vez inundados fabricados por Daniel Scioli.

En la última década han sucedido más de siete inundaciones. Mucho se ha dicho sobre las causas de las inundaciones que se viven ya periódicamente en la provincia de Buenos Aires y otras regiones del país. Contra lo que dice el oficialismo y sus medios de comunicación, no se trata simplemente de un “desastres de la naturaleza inevitable”. Las verdaderas causas están asociadas a grandes perturbaciones ambientales, profundas desigualdades sociales y nefastas políticas de Estado.

El gobierno kirchnerista pretende presentarse como el héroe y la genuina respuesta a los más sentidos deseos de justicia de nuestro pueblo pero, lejos de esto, ha garantizado la continuidad del modelo productivo e inmobiliario de los 90: el monocultivo de la soja, los countries, el despojo a los sectores populares, el saqueo de nuestros bienes comunes. Desde el 2003 defiende a los grandes productores agrarios, a los pooles de siembra, a las grandes empresas multinacionales importadoras de insumos agropecuarios y exportadoras de las materias primas.

En este modelo está la verdadera raíz del problema. La sojización termina impermeabilizando los suelos que no absorben el agua de lluvia. Además la permanente construcción de canales clandestinos que hacen los grandes productores para aprovechar sus campos cambia todo el drenaje natural de las aguas que terminan siempre escurriendo sobre los barrios populares.

Pero además, y siempre con la ganancia de los que más tienen como objetivo principal, otro «boom» se ha sumado para agravar seriamente la situación: desde los ´90, pero sobre todo durante esta última década, proliferaron los emprendimientos inmobiliarios privados sobre los humedales (planicies naturales de inundación del lecho del río) que impiden la correcta absorción y circulación de los excedentes de agua en las crecidas. Estas varias decenas de lujosos emprendimientos privados, como countries y clubes de golf en Luján, Pilar, Escobar y Tigre, con sus terraplenes sobre las costas del río son, también, responsables de la terrible situación que vivimos en varias localidades. Para el año 2010 el negocio inmobiliario había robado a los humedales de la cuenca del río Luján 60.000 hectáreas; para el 2015 ya robaron a los humedales 96.000 hectáreas.

Existen entre los gobiernos de estas dos décadas parentescos que son imposibles de ocultar. El falso progresismo de los Kirchner, Scioli, Fernández y sus obedientes periodistas y medios de comunicación intentan diferenciar una década de la otra. Pero muchas veces la realidad se empeña en demostrar lo contrario. Eso sí, contamos con el “Ahora 12” para endeudarnos por segunda o tercera vez con unos pocos muebles y así llegar a la próxima inundación.

Pero para ser justos -en épocas electorales como esta- hay que decir que los principales candidatos de la clase dominante han contribuido esforzadamente con este escandaloso estado de cosas. Así intendentes cómo Luciani o Zúcaro son los responsables más cercanos a la gente. Así vemos a Scioli haciendo una “escapadita” por Europa mientras la provincia a su cargo se inunda. Macri, con una ciudad que se ha inundado recurrentemente, con sus torres, con sus shoppings y su Puerto Madero y junto a sus amigos del grupo inmobiliario IRSA nos adelantan los que podría ser su gestión como presidente. Massa, por su parte, algún día deberá rendir cuentas por su política de construir su pequeña Miami en pleno conurbano; también a expensas de los barrios populares que se inundan y de la mercantilizada y dañada naturaleza.

Mientras nosotras y nosotros nos inundamos hasta el cuello, unos pocos entre los muros de un lujoso countrie se inundan de dinero.

¡Es hora de decir basta!

Basta de ponerle precio a nuestras vidas y a la naturaleza, basta de depredar irracionalmente los invalorables ecosistemas que tenemos, basta de atropellar nuestra dignidad, basta de la palmadita en la espalda de los mafiosos y los punteros políticos, basta de estos candidatos que buscan que todo siga igual, basta de adueñarse de lo que es de todos y todas. Basta de esta barbarie en pleno siglo XXI.

Porque también, en estos días se multiplica la solidaridad de los y las de debajo de mil maneras distintas. En esa solidaridad exuberante y humilde de la propia clase trabajadora se encuentra el embrión de algo radicalmente diferente. Podemos hacer otra cosa, podemos organizarnos sin ellos, sin los políticos responsables ni los punteros. Ya basta de votar a los que gobiernan para los que más tienen, ya basta de elegir a los responsables del actual estado de cosas.

Podemos organizar por nosotros mismos, y por nuestros propios medios, la solidaridad y las formas de luchar para cambiar esta realidad asfixiante de una buena vez. Podemos empezar ahora a valorar los suelos y el río por su capacidad de mejorar la vida de todos y todas y no por su valor comercial para unos pocos.

Podemos auto organizarnos en cada barrio, en cada centro de evacuados, en cada localidad.

Podemos, sin ellos, planificar modos racionales de usar los bienes de la naturaleza. Se lo debemos a nuestras luchas pasadas y a nuestros hijos/as y nietas/os.