La fortaleza, las dudas y las tareas que nos trae la maternidad

Dicen que la maternidad nos transforma. Y eso le ocurrió a Mercedes Muñoz, se transformó de directora de casting a escritora. Ella parió a su primer hijo, la maternidad la hizo parir su primer libro. Así nació Mamífera (editado por Albatros), una obra que compila información, consejos y la verdad sobre lo que vivimos quienes somos mamás.

-¿Cuándo comenzó tu interés por la maternidad?
-¡No me quedó otra! Fue para sobrevivir, para subsistir, para darle un poco de humor al desborde. Ahora tengo dos hijos, pero cuando lo escribí tenía uno. El proceso empezó con el mayor recién nacido hasta sus cuatro años (ahora tiene 5, y su hermano 5 meses). Fue lento, eran escapaditas a cafecitos, madrugadas en las que me desvelaba, un proceso largo pero estirado en pocas horas. Parí libro y parí chicos.

-¿Habías hecho búsquedas previas?
-Hice un curso de dos meses de preparto, eran reuniones con otras mamás, y ahí me empecé a interesar por el parto humanizado. Me fui informando leyendo libros, en Internet. Después fui a hacer eutonía con Frida Kaplan y me interesé bastante en el tema. Además, mientras yo escribía mi amiga Constanza se formó como doula y era otra fuente de información.

-¿Qué esperabas del parto?
-Cuando quedé embarazada no tenía idea de qué era un parto, me fui interiorizando e informando en parto humanizado. Al principio tenía mucha sospecha de qué podía pasar en una institución, pensaba que iba a tener que pedir que me respeten, pero me di cuenta que no todos los médicos son autómatas. Y tuve dos buenas experiencias. Con Amadeo fui con un médico pro parto humanizado, que me acompañó durante el trabajo de parto en casa casi hasta el momento de parir. Con Rafael, el segundo, fui directo al obstetra que me tocaba por la obra social y me tocó un tipo súper humano, sin intervenciones violentas. Es más, me pasó que el anestesista me dijo: “la cabeza ya está afuera, agarrlo de las axilas y sacalo vos, ponételo a upa”. Y eso hice, fue súper natural. Y eso pasó sin que yo fuera a buscar un médico humanizado.

-¿Qué aprendiste escribiendo este último libro?
-Fue y es un placer absoluto, es la primera vez que tengo tanto para decir, contarle a una persona algo que me pasó, que me descolocó, que me transformó, te aparece una necesidad de comunicar. Uno se puede poner a hablar con una mujer que no conoce del parto e inmediatamente sentís empatía. Hay pocas cosas que generan tanta unión entre personas diferentes; los hijos son lo único importante y cómo llegaron al mundo también.
Por momentos siento que la maternidad es algo desprestigiado, asociado a cosas menores. Pero ahora también los papás se están metiendo en la paternidad desde otro costado, tengo amigos que son re madres: leen los cuadernos de comunicaciones, llevan a las hijas a danza.

-¿Cuándo te diste cuenta que lo que escribías era para publicar?
-Pensar en publicarlo fue una bajada inmediata. Primero investigué mucho sobre lo que me iba pasando, entonces hice un índice por tema. Y una vez que estuvo el índice dije: esto es un libro, porque era muy largo el temario, entonces me fui sentando a escribir de manera ordenada. Tomaba el tema número 1, terminaba con ese y pasaba al siguiente, por eso la escritura fue muy fácil. Cuando llegué al 70% el libro salí a buscar editorial.

-¿Fue tuya la idea de entrevistar a otras mamás?
-Sí, desde el principio. Cuando leía las entrevistas de las revistas veía contradicciones, cosas que a mí no me pasaban. Mi hijo no tuvo su dentición sin dolor ni dormía toda la noche de corrido. Pensaba, estas mujeres tienen que salir a decir la verdad en algún lado, para no generar frustración en las otras madres, porque uno se obliga a estar a feliz. En cambio, si una me dice que le cuesta, entonces voy saber que soy normal. Y así decidí ir por las entrevistadas. Para eso le pedí ayuda a mi amiga Juana Santillán, con quien compartimos el curso de pre parto. Le di a leer el libro y me dijo que quería participar, así que acepté.

-¿Cambió su mirada sobre la maternidad a medida que avanzaba en la escritura del libro?
-Sí, y también de un hijo a otro. Me fui estructurando más, empecé con algo más liberal, salvaje, y ahora cobra más importancia el orden, la rutina, ser libre dentro de la estructura. Esta la bajan los papás, tenemos que generar una estructura suficientemente feliz para que puedan ser libres en ella. También que los chicos entiendan que hay otros con los que tienen que ser solidarios, criarlos sin tanto ego para que las próximas generaciones sean mejores, es una responsabilidad zarpada. Atravesar el cansancio, el ego, dejar en el camino algo de lo propio para que el nene crezca. Somos los tutores, somos el palito para que la planta crezca derecha. Y el palito no se toma vacaciones. Esas vivencias no son intransferibles.

-¿Le lees a tus hijos?
-Les leo bastante, por suerte les gusta mucho. Amadeo me pide, inventamos cuentos, le narramos historias. Lo difícil es la batalla de leer versus la televisión, y me pregunto a veces cómo mostrarle el camino de la lectura. Es tiempo que yo tengo que invertir; mi marido le lee muchísimo.

-Podrás darle un tip a los potenciales lectores por el cual deberían leer tu libro.
-Lo definí como un gps para encontrar respuestas, no porque estén en el libro, sino porque intenta darte una mano en el hombro para que estés tranquilo con las decisiones que tomás, para que veas que no es fácil y en esta dificultad podemos, incluso, encontrar placer. Es un mapa de ruta. Ayuda a reírse y a desmitificar algunos temas.