«La gran estafa», Eduardo Sanguinetti, Filósofo

En un rapto de sinceramiento comento que intento asimilar la emoción y sensibilidad a la expresión inmediata, “hablada” de esa emoción y sensibilidad… de todos modos, un tanto decepcionado por una resistencia, que habiendo prometido la revolución, terminó en apenas una fingida democracia críptica.

Este fraude, hace me asimile a una desobediencia permanente a «La Gran Estafa”, que jamás abandonaré, al menos hasta que se produzca el milagro del tan ansiado giro de 180º… de las revueltas indispensables para lograr arribar a esa “Gran Mañana”, que en mi sarcasmo vitriólico y con sonrisa sincera manifiesto: ya no aguardo nada de este sistema infecto… o creen que el Mundial de fútbol, entre otros engaños, no es una simulación de un simulacro total y absoluto… una puesta en escena torpe y rudimentaria, al servicio de la farsa y la mentira, del anestesiamiento de los pueblos, que asimilados a un ‘nacionalismo provisorio’ olvidan sus penas y ausencias.

No ignoremos que podemos ser emigrantes o inmigrantes ‘in situ’, ser, en razón de la pobreza, exiliados en nuestros propios países. Pero no olvidemos tampoco que las exclusiones oficiales poseen virtudes insondables, como las cloacas, convencen a los que no son afectados por ellas que son incluidos. Legitimidad ficticia a la cual se aferran los que creen “pertenecer” a “La Gran Estafa”.

Sabemos que hay “marginados” y “excluidos” cerca, lo vivimos y experimentamos nosotros mismos, humillados, rechazados por la denominada opinión pública, que no es ni más ni menos, que la opinión de los bocones de medios, pagados con dinero del Estado, en manos de ricachones groseros y sus bandas asesinas.

De estas comunidades presentadas como modelos por la enseñanza proporcionada por ella, los educandos conocen los secretos, no los del poder, sino de sus resultados. Los desórdenes y carencias de su cotidianeidad, ¿no les permite descubrir inconscientemente las catástrofes irreversibles que preceden del derrumbe?

Como corolario se los arroja al borde del camino, empantanados con ellos un número creciente de seres excluidos, de todas las razas y regiones.

Un camino que no se sabe a ciencia cierta a donde conduce… los que podrían saberlo, los constructores de esta nueva civilización, que se ha instalado en el mundo, tampoco los transitan… ellos, los genocidas de la vida-naturaleza-arte, residen y transitan por otros paisajes, ese camino no forma parte ya, ni de sus recuerdos, forma parte de amnesia y olvido.

Y si a pesar de todo se elige vivir (o sobrevivir), se detesta la cobardía cotidiana, clavándola en un papel como un insecto, al menos nos alejamos del conformismo, modo de vida de pueblos condenados a la esclavitud: «La Gran Estafa”, donde reina el destripe, pues es peligroso dar prueba de amor o de dignidad y valor.

Por el contrario, para salvar la piel en este milenio de las grandes muertes, hay que mentir, reptar, robar, engañar y si es necesario asesinar… un solo mandamiento rige la vida de millones de seres: “ser cobardes”.

Estar inspirado no modifica la proa de mi escritura, simplemente exhibo otros aspectos de «La Gran Estafa”, como la niñez sometida al rigor de las denominadas “buenas costumbres”, arrastrada sobre el barro del porvenir pintado a mano, por adultos amancebados, que imprimen en la existencia de estos niños el signo de la “bajeza” y la “inflexión”, en la que se mueven afanosamente las multitudes.

Sin dudas soy irrecuperable para la burguesía, ya sea esta de derecha o de izquierda… qué más da, sólo marcas registradas que arrojan olores fétidos de conformismos y conveniencias, de todo lo que sea conservar, incluso la literatura anarquizante, una de las coqueterías de la comunidad burguesa capitalista. A tal punto que existe, moda mediante, un conformismo del anticonformismo: muy deprimente, pues devienen efectos canallas de este sistema prescrito, de métodos taciturnos, criminales y mortíferos.

No olvidemos que se deja morir a millones de indigentes, a quienes se le atribuyen la responsabilidad de sus muertes… multitudes discretas de desempleados que supuestamente deberían tener trabajo o esforzarse hasta el deliro para conseguirlo, a los que se les ordena buscarlo aun cuando es de conocimiento de los que no cerramos los ojos, que las fuentes se han agotado.

Las listas de los exiliados de la vida, es una lista de “réprobos” para la “porquería universal”, me refiero al sistema que reina y mata en el planeta.

Estos “réprobos” son una carga para el poder neoliberal, que los encierra en el rol de ese “otro”, siempre maltratado con el menor gasto posible, pero que en ciertos pasajes-instantes, sorprenden cuando reclaman, resisten, reaccionan e incluso accionan o luchan por sus vidas-sobrevidas… atentan contra la estética del mundillo travestido de quienes reinan, ¿cómo se permiten rebelarse al “orden establecido” por los canallas?

Y tras la vacua retórica de ridículos gobernantes, la máscara desgastada del relato y los relatos fabulados, dejan ´paso al ‘metalenguaje’, cual pliegue de espectáculo y ensimismamiento, que se despliega en nombre de la posverdad y el fraude, en fin «La Gran Estafa»… un doble pliegue de pistas falsas que gana su eficacia persuasiva más allá de la retórica y la dialéctica… la mística y el misterio del metalenguaje, es la expresión de este milenio de las Grandes Muertes en el Laberinto, en la fragmentación del Hades, el infierno de la fragmentación, de la incertidumbre ante la multiplicidad de encrucijadas y la exigencia de una irreversible elección, bajo presión.

Como el enigma del oráculo, el metalenguaje colapsa aquello que sugiere, disuelve lo que toca, no responde a la razón y la mesura, sino a la locura y la agonía, en este milenio de «La Gran Estafa», donde la verdad se disuelve en el pantano de lo falaz, la libertad es sólo un recuerdo escindido y el hombre se ha mutado en objeto del destino, mientras el destino se transformó en sujeto.

Hoy se puede percibir la amplitud de la expansión de los espectros corporacionistas, debida en gran medida a las prodigiosas tramas de redes de comunicación, al Big Tech, que asegura transacciones instantáneas de todo tipo, en el control de la amancebada humanidad… aboliendo la distancia y el tiempo, en beneficio de «La Gran Estafa».

En una desmultiplicación vertiginosa de la cantidad de valores en todas direcciones que pueden abarcar, dominar, triplicar, sin preocuparse por las leyes y los límites, que en un contexto de poder absoluto, pueden manipularlo a su antojo.

Siempre podemos negar lo que está vivo, bastaría esperar algunos siglos para que la razón nos asista a quienes resistimos permanecer en «La Gran Estafa”, a quienes emitimos nuestro grito libertario, cual melodía esperanzadora, para quienes saben que lo peor no ha ocurrido… volver al origen, respuesta a tantos interrogantes, de saber que lo esencial no ha sido cristalizado, no ha sido expresado.