Museo Nacional de Arte Decorativo

La institución artística sigue en deuda con la representatividad femenina en su patrimonio

La institución artística sigue en deuda con la representatividad femenina en su patrimonio

El 2022 se destacó por ser un año en el que artistas mujeres y no binarias obtuvieron mayor visibilidad, con premios importantes como el Turner y el León de Oro, pero sigue existiendo una profunda infravaloración del arte producido por mujeres dado las pocas instituciones que compraron obras de autoría femenina y no binaria, en comparación con la de autores varones.

Algunas artistas que sobresalieron fueron la inglesa Cornelia Parker, la estadounidense Ruth Asawa y Carolee Schneemann con sus provocativas performances sobre sexualidad, género y enfermedad. La escultora británica Veronica Ryan recibió en diciembre el premio Turner y en abril Sonia Boyce ganó un León de Oro por la exhibición «Milk of dreams» desplegada en el Pabellón Británico de la Bienal de Venecia.

El reconocimiento también llegó en las redes sociales: la cuenta de Instagram «The great women artists» (Las grandes mujeres artistas) de la curadora Katy Hessel se convirtió en cuestión de meses en una multiplataforma y Hessel fue convocada a publicar el libro «La historia del arte sin los hombres», que fue calificado como «el libro del año» por la librería Waterstones.

A pesar de que el mundo del arte respira un aire más inclusivo, las investigadoras Charlotte Burns y Julia Halperin analizaron documentos que revelan que la adquisición de obras hechas por mujeres por parte de los museos alcanzó su punto máximo hace más de una década y luego disminuyó.

Entrevistadas por The guardian, explicaron que “si estas fueran las cifras de los artistas masculinos, serían vistas como una crisis». Los datos, señalaron, «muestran una apatía sistémica y completa desconexión con el alcance del problema, especialmente en los museos. El mercado del arte ha visto una marcada mejora para las obras de mujeres en los últimos años, pero siguen estando tan profundamente infravaloradas que llevará generaciones ponerse al día”.

Para las investigadoras los premios agravan la situación. «Están vendiendo una versión tentadora de la realidad que lamentablemente es falsa, alentando a los lectores a creer en un progreso que simplemente no existe”. De observar los datos en lugar del estado de ánimo predominante, surge que «la mayor parte de la cobertura mediática del progreso en el mundo del arte se basa en las emociones». La conclusión, para Burns y Halperin, es que el mundo del arte se considera a sí mismo más progresista de lo que es.

En Reino Unido, las cifras publicadas en diciembre por la fundación Freelands señalan que artistas mujeres y no binarias representaron el 32 % de las obras adquiridas para la colección de la Tate en 2021, una notable mejora que no resuelve la histórica desigualdad de género. En 2021 la National Gallery adquirió cuatro obras en total y todas correspondían a varones.

Hace siete años que Freelands presiona para cambiar el ecosistema del arte con un premio anual que apoya la exposición de una artista femenina en la mitad de su carrera en una galería en las afueras de Londres. Jacqueline Donachie, primera ganadora del premio, dijo a The Guardian que si bien el Freelands «marcó una gran diferencia», como artista de la ciudad escocesa de Glasgow se siente «invisible para el mundo del arte londinense y sus galerías comerciales». “No he despegado comercialmente”, puntualizó.

En tanto que para Ingrid Pollard, finalista del premio Turner, si bien “hubo un cambio”, todavía “hay que ver qué pasa después”. Las cosas “se están abriendo para artistas de color jóvenes y artistas no binarios, pero a veces parece que hay mucho aire y luego se reanuda el servicio normal”, problematizó.

En 2022 la Royal Academy de Londres inauguró “Making modernism”, la primera muestra colectiva de artistas alemanas de principios del siglo XX organizada desde 1999. “Traer a las mujeres de vuelta a la historia del arte ha sido un camino largo», dijo la curadora Dorothy Price. «Si queremos capitalizar la energía del momento, las instituciones deben ser más valientes y asumir riesgos», exhortó.