La nave que lleva al Curiosity. Un nuevo robot explorador de Estados Unidos llega a Marte

La nave que lleva al Curiosity, el nuevo robot explorador de Marte, alcanzó este fin de semana las inmediaciones del Planeta Rojo y se aprestaba, según lo previsto, a depositarlo sobre su superficie a las 2.31 del lunes, hora argentina, según informó la estadounidense NASA.
En la misión, que cuesta 2.500 millones de dólares, participa el argentino Miguel San Martín, como ingeniero principal de guiado, navegación y control.
El Curiosity, de una tonelada, seis ruedas y el tamaño de un automóvil, es el artefacto más grande, pesado y complejo enviado hasta ahora al planeta vecino.
Su misión es buscar durante dos años rastros de vida presente o pasada, o bien determinar si existen o existieron condiciones para albergarla.
La nave que lo transporta fue lanzada el 26 de noviembre pasado para un viaje de 565 millones de kilómetros a unos 12.000 kilómetros por hora.
El fin de semana pasado, desde el control de vuelo, en la ciudad de Pasadena, encendió por unos segundos los propulsores para corregir ligeramente la dirección de la nave, apuntando al cráter Gale, donde está previsto el descenso.
El «amartizaje» será el momento más crítico de esta experiencia, que demandó 2.500 millones de dólares.
«Van a ser siete minutos de terror», vaticinó San Martín, entrevistado por la agencia CYTA, del Instituto Leloir.
Detalló que en ese lapso, «la nave, de forma totalmente automática tiene que pasar de una velocidad de 20.000 kilómetros por hora a 0, lo cual requiere que pase por una metamorfosis en la que cambia su configuración más de siete veces».
Autoridades de la NASA ya habían advertido que este descenso era la misión robótica más complicada de la historia de la agencia espacial estadounidense.
Otros vehículos enviados a Marte, de menor masa, descendieron allí protegidos por globos gigantes que amortiguaron el impacto, pero el Curiosity requirió que se diseñara otro sistema.
A 11 kilómetros de altura, la nave abrirá el mayor paracaídas jamás construido, luego, mediante cohetes, quedará suspendida a pocos metros de la superficie y bajará el robot explorador suavemente mediante una grúa y cables.
El sistema imita lo que en la Tierra hacen los grandes helicópteros de transporte para bajar cargas en lugares donde no pueden aterrizar.
Cuando el Curiosity esté en el suelo, su transporte desprenderá los cables y se apartará para finalmente desplomarse sobre la superficie marciana, sin dañar a su preciosa carga.
Todo el proceso debe ser automático. Una orden desde la Tierra, emitida por radio, tarda 13,8 minutos en llegar a Marte.
El Curiosity es en esencia un laboratorio capaz de tomar por sí mismo las muestras a analizar, y de hecho, sus creadores lo describen como laboratorio científico de Marte (MSL, según sus siglas en inglés), y porta diez afinados instrumentos científicos.
El vehículo, que puede recorrer unos 20 kilómetros por día, será depositado en el cráter Gale, porque se cree que allí hay capas de sedimentos y arcillas y pudo haber agua alguna vez, condición necesaria para la vida.
El Curiosity dispone de un brazo mecánico de 2,10 metros, dotado de un martillo y un cañón láser capaz de romper y vaporizar las rocas.
El brazo toma el polvillo obtenido y lo introduce en conductos para el análisis químico y biológico, mientras un espectrómetro analiza los gases liberados.
Los científicos dudan de que en ese lugar haya estructuras complejas de carbono, propias de la materia viva, porque recibe abundante radiación cósmica, pero bien podría hallarse algún rastro penetrando unos centímetros bajo la superficie.
De todos modos, se buscará determinar si el ambiente marciano tiene o tuvo condiciones para albergar vida, ya fuera que ésta se gestara en el propio planeta o llegara en meteoritos.