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Plaza Juan Facundo Quiroga, frente al Rosedal. La plaza de las Palmeras y de la Italo.

Plaza Juan Facundo Quiroga, frente al Rosedal. La plaza de las Palmeras y de la Italo.

La Plaza Facundo Quiroga ubicada entre Av Figueroa Alcorta y Av Infanta Isabel, Ciudad de Buenos Aires, es un espacio recreativo, masivo, frente al Rosedal.




La Plaza Facundo Quiroga se caracteriza por un bonito conjunto de palmeras, un edificio ingles de la ex empresa Italo, es que los servicios eléctricos de la ciudad de Buenos Aires y alrededores, fueron brindados a partir de 1887 por empresas privadas la Italo A partir de 1912, aparecieron en la ciudad unas curiosas construcciones de estilo florentino, como si fueran pequeños castillos y EL Museo Sivori. Nos detendremos un momento en las arecáceas, una familia de plantas monocotiledóneas, la única familia del orden Arecales. Normalmente se las conoce como palmeras o palmas. Sus flores poseen 3 sépalos y 3 pétalos, y se disponen en inflorescencias provistas de una o varias espatas. El fruto es carnoso: una baya o una drupa. Están ampliamente distribuidas en regiones tropicales a templadas, pero principalmente en regiones cálidas. Es por eso que es de vital importancia para la Argentina y es por eso que el parque nacional El Palmar fue creado con el objetivo de preservar un sector representativo de palmares de la variedad yatay. Está localizado en el centro-este de la provincia de Entre Ríos en Argentina, sobre la orilla derecha del río Uruguay.

La plaza esta bastante descuidada, pero aguanta. En uno de sus rincones podemos encontrar al inaugurado en 1938, Museo Sívori nace con el objetivo de poner en valor la producción de arte nacional, tarea que desempeñó en distintas sedes a lo largo de los años, hasta que se instaló, en 1995, en un edificio con valor patrimonial dentro del Parque Tres de Febrero. Está Plaza se encuentra en El Parque 3 de Febrero. Desde principios del siglo XIX en que fueron creados, los lagos artificiales de Palermo y los bosques que los rodean son uno de los paseos más clásicos de recreación al aire libre elegido por visitantes y porteños. En el lago se pueden alquilar botes a remo o a pedal, o disfrutar de sus alrededores para hacer deportes, andar en bicicleta, caminar o juntarse con amigos para compartir un día de sol rodeado de una zona de bosque rica en ombúes, cipreses, eucaliptos y tipas.

Arte y naturaleza están a un puente de distancia. El Museo Sívori se encuentra justo frente al Rosedal; los visitantes sólo tienen que cruzar el lago a través del Puente Blanco para disfrutar de un patrimonio de mas de 3.000 piezas de arte argentino de los siglos XX y XXI. El Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori ofrece al público una colección de más de 3000 obras de arte del ámbito nacional que se puede visitar un Sábado y Domingo sin problemas.

Con respectoa a Juan Facundo Quiroga, podemos decir que fue un político, militar, gobernador y caudillo argentino de la primera mitad del siglo XIX, partidario de un gobierno federal durante las guerras intestinas en su país, posteriores a la declaración de la independencia. Hacia el año 1835 llegó a consolidar una fuerte influencia y liderazgo sobre las provincias de La Rioja, San Juan, Catamarca, Tucumán, San Luis, Mendoza, Salta y Jujuy.

Juan Facundo Quiroga fue un militar excepcionalmente valiente, decidido y capaz, cuya mayor desgracia fue medirse dos veces con el único general enemigo que fue superior a él: José María Paz.

Quiroga se fue haciendo progresivamente más cruel, empujado por la crueldad de sus enemigos -especialmente de Lamadrid quien había vejado o afrentado a los parientes más queridos de Quiroga— y por la frustración de las derrotas. Aprovechó estratégicamente el terror que su imagen creaba a su alrededor.

Como político, era un federal convencido que defendió la autonomía de su provincia y de sus provincias vecinas, pero que nunca se decidió a luchar por la organización constitucional del país. Al final de su vida cayó envuelto en confusas luchas por el poder a nivel nacional, rodeado de conspiraciones que él había contribuido a crear.

La imagen terrible de Facundo se cristalizó con el libro de Domingo Faustino Sarmiento, «Civilización i Barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga» —editado en 1845 en Santiago de Chile— más conocido como «Facundo: Civilización y Barbarie». La popular obra es un panfleto político, que si bien posee algunas inexactitudes históricas, contiene un ataque al dictador Rosas a través de quien había sido su aliado. Por otro lado, el objetivo de Sarmiento fue la demostración de la tesis de que las guerras civiles argentinas dirimeron el conflicto entre la civilización —civilización occidental, representada por Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos— y la barbarie —identificada con los indígenas, los españoles y las personas de Rosas y Quiroga. Fuera de su indudable valor literario, el relato de Sarmiento se ajusta específicamente a ese objetivo. Sobre la base de considerar el testimonio de Sarmiento como una obra historiográfica fidedigna se creó posteriormente una verdadera leyenda negra sobre los federales ​ en la que ellos simbolizaron la arbitrariedad, la violencia, la incultura y la tiranía.

En respuesta a la clásica posición mayoritaria de las Academias -sostenida hasta el presente- los historiadores revisionistas del siglo XX crearon otra, de tendencia opuesta pero minoritaria, en la cual Facundo Quiroga aparece cruel sólo por necesidad.

Al respecto dirá el historiador Felix Luna:

Ciertamente, muchas cosas buenas y algunas malas pueden decirse del brigadier general Juan Facundo Quiroga: Pero todas deben decirse en el tono mayor de lo épico, porque el tigre de los Llanos fue un hombre excepcional y su vida también lo fue.

Descubrir esta condición fue el gran mérito de Sarmiento. El sanjuanino plagó su Facundo de errores, inexactitudes, infundios y mentiras pero acertó en lo sustancial en revelar la naturaleza impar del personaje y lo demoníaco e infernal de su índole secreta: aquella que hacía mover a Quiroga en un plano de magia y brujería, como asi lo poderes abismales fueran lo que le dieran poder y fortuna. […] Sarmiento acertó en la condición sustancial de Quiroga, porque en el fondo era tan bárbaro como él. Tenía su misma pasión, su misma desmesura. Lo reconoció en uno de sus últimos escritos, cuando barbotó “¡Nuestras sangres son afines!”

“Claro que lo eran: no sólo por parentesco sino por cierta condición desaforada que hace del riojano y del sanjuanino dos arquetipos incomparables. Por eso su facundo sigue siendo su mejor retrato de Quiroga, a pesar de sus fantasías; y por eso nadie ha podido superar esa pintura, mucho menos esos historiadores menores concentrados en un pálido empeño de arquivistas”.

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