Echinacea Purpurea

La Primavera también tiene un lado B.

Los cambios que trae aparejados la llegada de la Primavera, en la dinámica de la vida de las personas son, frecuentemente, bienvenidos. Con los días de sol, de temperatura más cálida, llegan las oportunidades de estar y compartir momentos en espacios verdes y al aire libre, que tendrán el protagonismo para el acontecer del encuentro, el amor, la amistad y la familia. Todo esto, generalmente, acarrea también una buena predisposición en función del mejoramiento del estado de ánimo, la energía y las ganas de salir de casa.









Ahora bien, no para todos las circunstancias son similares. Existen personas para las que, esta apertura, puede resultar de gran incomodidad, en relación a una mayor exposición a presiones de índole social; cierto es que disminuyen las excusas para quedarse en casa por el frío, la ropa cambia y revela disconformidades con el propio cuerpo o posibles complejos, y la interacción interpersonal parece incrementarse, lo que podría habilitar, en algunos casos, procesos ansiosos o malestares para convivir con la vergüenza y la timidez.

“La estación del amor” puede generar algunas cuestiones:

– Iluminar algunas “soledades dolorosas”, que no logran ser revertidas en quienes predominan miedos e inseguridades.

– Alteraciones en el sueño –por el cambio de las horas de luz– del apetito, de la vitalidad, contrariamente a lo que ocurre “afuera”.

– Se pueden dar muchos factores que intervengan en la calidad de vida, los que pudieron haber acompañado al invierno en los hábitos de refugio.

Estas dificultades para adaptarse –saludablemente– a la época del año, que tan relacionada con el amor y la alegría suele acontecer en el colectivo social, pueden merecer una revisión de la experiencia, de las emociones que aparecen a raíz de esta etapa y de las vivencias que se atraviesan subjetivamente.

La llegada de la Primavera, un simple cambio de estación que deja caer el velo gris del frío y de la humedad, puede poner de manifiesto procesos internos que han estado en latencia y que merecen ser amorosamente atendidos para –junto con la naturaleza prevaleciente– florecer.

La orientación y el acompañamiento para el desarrollo de las personas que ofrece el Counseling proponen conocerse, reconocerse, revisar hábitos, incorporar nuevos y elegir –tomando decisiones de diversa índole– una vida de calidad que acompañe a la naturaleza y en la que los potenciales de todos los seres se manifiesten en su mejor versión.

Clr. Analía Cordero
Miembro de la Asociación Argentina de Counselors

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