La soberbia, el sello distintivo del cambio. Por Leo Anzalone

La discusión sobre la Ley de Ganancias pone de manifiesto las miserias que comparten muchos en nuestro sistema político, pero evidenció una situación que quedaba solapada por ciertos apoyos mediáticos. El cambio pregonado por el gobierno no fue tal, los intereses perseguidos son los mismos que en los últimos años, pero estos destacan por su nivel de soberbia.

Lo que viene ocurriendo durante toda la discusión por Ganancias, que tuvo un momento cúlmine con la suspensión del debate hasta la semana que viene, despojó de “buena onda” al macrismo, dejó en claro que las diferencias con el gobierno anterior son solo discursivas, y la mala jugada de Cambiemos con el impuesto exhibió que los pupilos de Durán Barba y Marco Peña también entienden el país como un blanco y negro, amigos y enemigos, “La razón populista”, ¿quien lo diría?.

El gobierno pretendió jugar a la política sin tener, en muchos casos, el plantel para hacerlo, olvido sus promesas y reinó el capricho amarillo con un proyecto que hubiera hecho que el año que viene más laburantes paguen ese tributo.

Jugó, perdió y no se la bancó. La horda M, al contrario de lo que muchos piensan, si tiene ideología, sus actos lo demuestran, el laburante paga, el rico no y por eso durante los últimos días trataron de ningunear el juego republicano, tan extrañado durante los últimos doce años, se olvidaron de la división de poderes. No les importó que 144 diputados, de los más variados colores legislativos, se unieran, para sacar una mejor ley, una que beneficie a los trabajadores.

Los diputados que cometieron la osadía de no acompañar en esta ocasión el antojo M pasaron a ser blanco de criticas desmedidas, aunque hasta hace poco le agradecían la gobernabilidad por haber acompañado normas bastantes perversas, hasta el sindicalismo y las organizaciones sociales se contuvieron porque el conjunto de la sociedad entendió que la gobernabilidad es sagrada.

Pero el país entró en una espiral de crisis económica y social, la oposición dijo basta y los nenes bien se enojaron. Con una ya aburrida y poco original copia del kirchnerismo salió a desmerecer a quienes pensaban distinto, comenzaron entonces, la misma táctica que tanto reprocharon, con razón, al gobierno anterior, el apriete y las negociaciones non sanctas con los gobernadores, angurrientos de plata, excepto heroicas excepciones, a los que pueden apretar con la chequera, estos, por supuesto, cedieron.

Lo cierto es que mintieron, mienten y seguirán mintiendo, porque esa es su esencia, su matriz antipolítica es diseñada y llevada a cabo por gente que está convencida de que hay ciudadanos de primera y ciudadano de segunda, que cree que la política social es una dádiva, que consideran que la realidad es la que se vive en los barrios cerrados y aquello que ven por las ventanillas de los autos cuando son obligados a alejarse de sus círculos son accidentes demográficos. En fin, ya pasó un año en el que muchos pensamos que tal vez algo sería diferente, pero lo que reflejó, sin analizar demasiado, es que la soberbia el sello distintivo del cambio.

Leo Anzalone

Dirigente de Ser