Lo importate es la familia: Fabiana Liuzzi «Luis Ventura vio al bebé y lo tuvo en brazos»

Fabiana Liuzzi está algo feliz. Luis Ventura viajó a Córdoba para inscribir a su hijo en el Registro Civil. La vedette expresó su alegría. «Lo inscribió como Antonio Luis Ventura Liuzzi. Hace un rato fuimos juntos al Registro Civil de Caseros al 300, en Córdoba capital. Me puso muy contenta», precisó.

«No voy a contar lo que hablamos. Sí que coincidimos que el bebé es lo más importante y que vamos a hacer las cosas lo mejor que se pueda por él», explicó la vedette. Y agregó: «Lo tuvo en brazos. Estaba emocionado. Estoy feliz por Antonio».

El bebé nació el 28 de abril, a las 29 semanas de gestación. Hoy aún está internado en la Clínica del Sol, de Córdoba. Permanece en incubadora y su estado de salud es bueno.

Recordemos que una canita al aire a veces se transforma en persona.
La relación extramatrimonial entre Luis Ventura y Fabiana Liuzzi («Tuve con Liuzzi una relación de sexo esporádico», confesó el copiloto de “Intrusos”) fue y es uno de los grandes escándalos en lo que va de este 2014. Fruto de ese romance nació Antonio Luis; el bebé pesa 1.910 kg y sigue internado en la Clínica del Sol cordobesa, aunque ya salió del estado crítico que tuvo por haber nacido prematuro.

Una relación extramatrimonial
La relación de amantes (estable, permanente y reiterativa) es la más fuerte de las estafas sentimentales y la que mayores consecuencias psicológicas conlleva.
Por definición, una relación extramatrimonial sostenida necesariamente implica premeditación y alevosía. El incendio está fuera de control y arrasa con todo lo que se atraviesa en el camino. El problema es que el incendiario, sabiendo los daños
producidos y pudiendo controlar el siniestro, le echa más leña al fuego.

No estoy disculpando la aventura casual y aislada, sino marcando una diferencia fundamental en la manera de ser infiel.

No hay nada más terrible que descubrir que la pareja que se ama abrió una sucursal afectivo/sexual a nuestras espaldas. Muy pocos eventos estresantes generan tantas repercusiones negativas y tan variadas. Marido, mujer, hijos, amigos, familiares, amado y concubina, todos se ven afectados y entran en el revolcón. No queda títere con cabeza.

La infidelidad es una de las principales causas de separación y de violencia intrafamiliar. Si tenemos en cuenta que la duración es de uno a dos años, es fácil imaginar los desastres, las desventuras y los desmanes que pueden ocurrir en tanto tiempo. No hay cuerpo que lo resista ni frente que lo soporte.

Aunque el infiel también sufre (culpa, miedo, reproches, inseguridad), la víctima del engaño lo hace mucho más. Cuando se descubre la traición, aparece un enredo emocional difícil de precisar:

depresión, resentimiento, ira, hostilidad, ansiedad, decepción, venganza, envidia, soledad, aislamiento, frustración y una baja fulminante de la autoestima. La opción de no saber qué pasa tampoco es muy halagüeña, porque de todas maneras se percibe el alejamiento afectivo y la frialdad de la pareja: la infidelidad, aunque no se vea, siempre se siente. Hay una sospecha encubierta:
«Algo anda mal».