‘Los niños de la estrella amarilla’: la esperanza encontrada en Le Chambon-Sur-Lignon

En el segundo volumen de la trilogía de Mario Escobar, compuesta por novelas históricas con eje en la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, descubrimos la historia de un pequeño poblado francés que cobijó a los niños perseguidos por el nazismo.

En épocas de exclusión, en las que se reaviva la xenofobia, es necesario revisar el pasado reciente para entender la historia y superar los mismos problemas con una respuesta mas sabia. Escobar, desde Buenos Aires (con motivo de la presentación de la novela en la Feria Internacional del Libro de Argentina) nos invita a compartir la aventura de dos niños que intentan evadir la brutalidad del régimen más temido y encuentran, en la solidaridad de la gente común, una vía posible de supervivencia.


¿Qué expectativas tienes con respecto a esta visita?

El año pasado disfruté tanto en la Feria que vengo con altas expectativas… después de Mexico, España y Estados Unidos, aquí es donde mis libros mas se venden.
Además, en este libro hay pasajes que acontecen aquí, donde se ve esa Argentina que durante muchísimo tiempo fue un sitio de ayuda y de esperanza a los que venían sin nada. El ‘Hotel del inmigrante’, por ejemplo. ¡Qué institución de avanzada para la época! Que cuando alguien llegaba podía pasar un tiempo de manera gratuita, y después podía seguir pagando una pequeña cantidad… como se acogía a la gente; eso me impresionó bastante. Y luego hay muchas escenas en Buenos Aires, para acabar en Rosario. Espero haber plasmado bien ese ambiente, donde la gente veía aquí un sitio para empezar de nuevo.

¿Cómo piensas que va a ser recibido?

Por lo que puedo ver en las redes, hay mucha gente que ya lo está esperando.
Intento escribir para un público muy amplio. Para un lector que pueda asimilarlo en España, en Brasil… porque al final son historias sobre lo que le pasa a las personas. El drama humano, el amor, el odio, la venganza es algo universal, no es propio de una sola cultura sino algo concerniente al ser humano.

¿Hoy es mas llevadera una novela como forma de entender la historia?

Siempre me lo planteo porque soy historiador y digo ¿hago una novela o un ensayo? y al final pienso que la novela es un vehículo mejor. Primero porque es mas general y segundo porque un ensayo te da información (he leído muchos ensayos sobre la segunda guerra mundial, el holocausto) pero son cifras. En cambio en la novela histórica al final te sientes un personaje mas y no solo te dan información: vives la historia de esos personajes. Casi sin querer aprendes como se vivía en esa época: conoces las comidas, ves los paisajes de Francia, es un viaje.
Y al mismo tiempo te enamoras de los personajes, terminan siendo parte de tu vida. Además yo creo que un buen libro es aquel que cuando lo acabas te ha cambiado a ti. Es lo que yo intento: que los libros te marquen, te impacten, dejen una huella y ya no seas el mismo después.

Tal vez el libro despierte las ganas de conocer el lugar…

Te aseguro que al estar allí entiendes por qué la condición geográfica era tan importante: Le chambon-sur-lignon es un sitio precioso que ha quedado aislado durante sesenta o setenta años y ahora prácticamente vive como en la Francia de los años ’40. No hay supermercados, ni un McDonald’s, en invierno se aíslan por la nieve.
Hay un tren muy pequeñito que solo llega en verano, para turistas y están rodeados por un bosque tan tupido que en verano te internas de día y parece que es de noche.
Es un lugar tan aislado que tenía dos ventajas: estaba cerca de las fronteras (en los pre Alpes franceses) a mano de Suiza o de Marsella y algunos usaron esas vías de escape y la comunidad que estaba allí era un pueblo de calvinistas que habían logrado sobrevivir a las persecuciones que ellos habían sufrido durante casi 300 años por parte del estado francés, entonces era gente que como había sido perseguida durante tanto tiempo era muy solidaria con los que eran perseguidos aunque no tuvieran nada que ver con los que llegaban.

¿Qué cuentan ellos sobre esta ‘rareza’ de la acogida a los migrantes?

De hecho cuando les preguntaron por qué habían recibido a los refugiados y los trataron como héroes, dijeron que no, que solo habían hecho lo que tenían que hacer. Tenían la conciencia de siempre ayudar al desvalido, al necesitado, al que está sufriendo y no se veían como héroes… ¿cómo no vas a ayudar a niños perdidos?
Sin duda es destacable en ese contexto, porque de hecho desde el ’33 -cuando llega Hitler al poder- muchos judíos empiezan a huir pero en ninguna parte se les quería acoger. Se hicieron cuotas de accesos de judíos a otros países, muchos querían venir a América, pero llegado un punto ni con dinero se podía salir… ni hablar de quienes no tenían dinero.

¿Cómo se trabaja para que temas que parecen haber sido agotados en su tratamiento –como la segunda guerra mundial- sigan despertando tanto interés?
Intento buscar situaciones que no han sido contadas, historias que desconozca la mayoría. Me pasó con el anterior: una guardería en Auschwitz, la historia del genocidio gitano que no ha tenido mucha difusión.
En este caso es sobre todo ‘el poder de la gente corriente’ y como cualquiera de nosotros en una situación así puede hacer lo mismo, puede hacer la diferencia.
Le Chambon-sur-lignon es un símbolo. El presidente de la República, cuando visitó la zona a principio de los años ’90, dijo que aquello era el alma de Francia: uno de los pocos sitios en el mundo donde se habían respetado los derechos humanos y la convivencia.
Fue un pueblo pequeño, de cuatro o cinco mil habitantes, que había refugiado a ¡cinco mil niños! Era una comunidad unida para ayudar a los demás.
Ellos tenían un sistema previo porque allí recibían en verano a los hijos de obreros de Lyon para pasar la temporada, entonces tenían varios hotelitos, algunas escuelas.
Algunos iban a casas particulares, de gente que tenía un hijo o dos y por ese tiempo adoptaban uno mas. Y como era una comarca de casas dispersas, para los nazis era muy complicado descubrir donde estaban. Ademas, cuando veían que llegaban por el valle los subían a la montaña. Por eso muchos los llaman ‘los niños de la montaña’.
El pueblo se mantuvo unido durante toda la guerra y nadie traicionó ni delató. Eso es importante porque tranquilamente podría haber pasado que por dinero o por miedo los hubiesen vendido.

Creo que sigue impactando porque todos necesitamos mucho Le Chambon-sur-lignon.
Me han preguntado en España donde está ahora ese sitio y he respondido que está en el corazón de cada persona que es capaz de tener compasión, empatía y amor por los demás. Puede estar en cualquier parte donde haya alguien capaz de tender una mano al prójimo.


¿Qué van a descubrir los lectores en esta novela?

Me propongo apuntar al corazón, porque nuestro comportamiento cambia cuando las historias llegan allí, cuando empatizamos con la realidad que han vivido los personajes. Pero sobre todo quiero que sea un ejemplo para no volver a cometer los mismos errores en el futuro, porque la generación de ‘La estrella amarilla’ y de estos niños de la guerra fueron capaces de construir una Europa como la que hemos tenido hasta ahora: unida, con el período de progreso mayor que ha habido a lo largo de los últimos años y en paz.
Es verdad que ahora en Europa están volviendo los extremismos: tanto la extrema derecha como la izquierda, el ultranacionalismo. Pasó con el Brexit en Gran Bretaña, Francia está votando a Le Pen, lo vemos en Holanda, en Austria. Me gustaría que se aproveche este testimonio porque cada generación tiene la oportunidad de comenzar el mundo de nuevo: puede hacerlo mejor o peor que el anterior. La generación de la estrella amarilla lo hizo mejor que sus padres, que provocaron dos guerras mundiales y un montón de desastres. Mi deseo es que aprendamos la buena lección.